El lado de la ASFI

Seguramente necesitamos un sistema que apueste más por los bolivianos, que crea más en sus posibilidades de generar riqueza y no solo en el negocio especulativo

El cese fulminante de Reynaldo Yujra al frente de la Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero (ASFI), en el cargo desde diciembre de 2020, ha contribuido a reactivar los recelos sobre el sistema financiero nacional y el rol de sus gestores.

El cambio se precipitó después de dos acciones concatenadas con Yujra como protagonista. La primera a cuenta del incremento desproporcionado de las comisiones bancarias aplicadas sobre el uso de tarjetas de débito y crédito, fundamentalmente para compras en el exterior o retiros.  El intento de explicación del director de la Supervisora sobre este aspecto le llevó a reconocer explícitamente que se atravesaba un periodo de escasez de dólares en el país, palabras prohibidas hasta la fecha y que bien pueden haber sido el desencadenante, pues Yujra hasta la fecha parecía un sólido defensor del modelo de Luis Arce y había atravesado momentos complejos, como cuando se decretó el fin de los diferimientos de pagos por la pandemia o recientemente con la caída del banco Fassil.

El incremento de comisiones es por demás notorio: desde abril algunos bancos han llegado a aplicar hasta el 10% sobre el monto retirado en cajeros del exterior

Yujra siempre ha sido un ferviente defensor de las acciones de los grandes bancos del país y por lo general ha validado todas las prácticas por muy sospechosas que resulten. Al salir de la pandemia hubo muchas denuncias sobre cómo se habían aplicado en cada entidad los diferimientos de pagos, pero no pasó nada. En general todas las denuncias sobre las interpretaciones de parte de cómo contabilizar los créditos sociales de vivienda acaban en saco roto, y la propia forma en la que quebró el Banco Fassil, hasta el último momento sostenido sobre la ASFI, ya despertó cuestionamientos sobre el rol de esta entidad, sobre el papel dedicada a defender a clientes y usuarios.

El incremento de comisiones es por demás notorio: desde abril algunos bancos han llegado a aplicar hasta el 10% sobre el monto retirado en cajeros del exterior suponiendo un abuso para el cliente – que está en el exterior y por tanto, tiene poco margen de maniobra – pero también un jugoso negocio para los bancos que multiplican ganancias sin ningún esfuerzo.

Es evidente que todo esto contó con la autorización de la ASFI, pues para eso está, y no es justificable apelar a políticas proteccionistas que desincentiven las prácticas de comprar bienes o servicios del exterior solo por proteger el dólar, pues afecta a uno de los principios de confianza que rigen en el sistema financiero: el dinero de los bancos no es suyo, sino de cada uno de sus clientes, y una cosa es una comisión y otra, la usura.

Seguramente necesitamos un sistema que apueste más por los bolivianos, que crea más en sus posibilidades de generar riqueza y no solo en el negocio especulativo apuntalado por enormes tasas de interés, pero para eso hace falta que las autoridades generen los marcos necesarios y que las apuestas por la inclusión no queden solo en discursos.

De momento ha caído uno de los voceros predilectos de la banca, pero la pregunta sigue siendo la de siempre: ¿Cuál es el verdadero rol de la ASFI en el país? ¿De qué lado está?


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