YPFB y su transformación comercial

Lo que se pretende es convertir a la empresa de todos los bolivianos que debía acaudillar el sector y ser la palanca del “corazón energético de Sudamérica” en una empresa distribuidora más

Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) no deja de dar sorpresas. Una semana después de que anunciara su segundo plan de reactivación de exploración en el que se incluyen pozos polémicos como el Domo Oso X3 en el corazón de la Reserva Natural de Tariquía, ha trascendido el contenido de una nota enviada a su contraparte argentina en la que no garantiza el suministro de gas en el año 2024, una jugada esperada, pero que no deja de entrañar riesgos.

La información hay que tomarla con pinzas, porque básicamente proviene de una Argentina totalmente electoralizada donde todos los votos cuentan, y garantizar el gas en el norte – que es a donde llega el gas boliviano – es un asunto no menor para las provincias que en el pasado fueron claves en la producción. En cualquier caso, emanan de la última adenda firmada que la estatal petrolera guarda bajo siete llaves, y que básicamente prevé el final de la relación contractual iniciada en 2007 por 20 años.

Este final está siendo por demás triste, sobre todo si se toman en cuenta los propósitos iniciales. Bolivia nunca se ha acercado a tener la capacidad de proveer los 27 millones de metros cúbicos de gas al día que se comprometieron para este último periodo, mientras que la Argentina nunca cumplió con sus acuerdos iniciales de financiar y apoyar la industrialización del gas a partir de la Separadora del Chaco. Al contrario: los gobiernos argentinos lograron ampliar los volúmenes de entrega a pesar de que el acuerdo inicial era el de esperar a que se completara la Separadora, que dicho sea de paso, fue víctima de varios complots que no la tuvieron operativa hasta 2014 y nunca ha llegado a utilizarse en su integridad.

Ha habido momentos clave, como la nacionalización de YPF en Argentina, lo que truncó los planes de Repsol y su presidente Antonio Brufau, íntimo de Morales. De repente el plan de producir en Margarita, separar en Yacuiba y recibir en Campo Durán (Salta) el gas seco pactado no resultó tan atractivo.

El planteamiento de YPFB no es del todo claro, pero se entiende. Lo que pretende es convertir a la empresa de todos los bolivianos que debía acaudillar el sector y ser la palanca del “corazón energético de Sudamérica” en una empresa distribuidora con vocación comercial, es decir, vender al mejor postor en cada momento aprovechando la propiedad compartida de los ductos hacia Brasil y hacia Argentina, que le permite colocar volúmenes más baratos en algunos puntos y a todo tipo de comprador, normalmente empresas pequeñas y por periodos cortos.

Sin duda es una nueva estrategia donde YPFB se convierte en un actor más, aunque el problema sigue siendo el mismo: Bolivia tiene un problema con la producción de gas, no ha tenido éxitos recientes de entidad y los pozos se empiezan a agotar. Ni Boyuy, ni el Jaguar X6, ambos en Tarija, alcanzaron las expectativas pregonadas – de hecho, fracasaron – pero la estatal sigue jugándoselo todo a explotar las áreas reservadas, con lo que eso supone.

Que el gas de Vaca Muerta llegue hasta el norte argentino no es inminente ni mucho menos, pues las obras que el vecino país debe abordar implican tiempo e inversión. La apuesta, en cualquier caso, está largada.


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