Tarija y la voluntad de la bicicleta

Tarija necesita sumar ciclistas ante la congestión de sus calles dando seguridad y continuidad a los desplazamientos en este medio de transporte

Este 3 de junio se celebra el Día Mundial de la Bicicleta amparado por Naciones Unidas, un día que contra la costumbre de estas fechas universales no es solo simbólico, sino que suele incluir debates y propuestas específicas para mejorar el uso de la bicicleta en las ciudades que quien más quien menos intenta acomodar a sus realidades locales.

En Bolivia, para variar, se celebra otro día diferente: el primer fin de semana de septiembre, y en Tarija, además, en otra fecha para no interferir en las procesiones de San Roque. Hacerlo así solo tiene problemas, pues se pierde el foco del objetivo y se pierde la fuerza de la reflexión común y por ende, se disuelve en un ejercicio meramente lúdico en el que apenas se reivindica la bicicleta como elemento recreativo.

Básicamente hay consenso mundial sobre que su uso contribuye a paliar la crisis del mundo actual, debido a la contaminación y al cambio climático que está experimentando el planeta. En casi todas las ciudades del mundo se implementan políticas para desplazar a los autos de sus centros, lo que incluye planes para reducir desplazamientos y medidas combinadas con el uso del transporte público, lo que reduce las emisiones de gases de efecto invernadero pero, además, contribuye al estado general de salud de los ciudadanos que son usuarios de la bicicleta.

Claro que hay diferencias abismales entre lo que se plantea en unas ciudades y en otras y que básicamente tienen que ver con cuatro cosas: la orografía, el clima, el poder adquisitivo de sus habitantes y los recursos dispuestos por el sector público. Las dos primeras son evidentes, en las ciudades más planas y con mejores condiciones climáticas, es decir, climas templados, el uso de la bicicleta es más probable, ya que nadie quiere llegar hecho un mar de sudor al trabajo o congelado de frío.

Sin embargo, la más determinantes son las que tienen que ver con la economía, tanto en el plano individual, pues hay quien usa la bicicleta como inversión en salud y quien la usa, por ahorrar o, simplemente, porque no tiene recursos para acceder a otro medio de locomoción.

Más diferencial es aún la de aquellas ciudades que son capaces de disponer de una infraestructura suficiente para que el uso de la bicicleta se haga en condiciones de seguridad, pero esto debe venir necesariamente acompañado de una reflexión sobre el uso: el enfoque tiene que ver con el uso como medio de transporte más allá de modas o caprichos.

Tarija tiene pendiente esta reflexión incluso entre sus colectivos de activistas más movilizados. Tarija es la ciudad ideal para utilizar la bicicleta como medio de transporte y de hecho, ha sido el medio elegido desde siempre por muchos albañiles, cuentapropistas y otros peones que se han lanzado a la carretera sin demasiadas exigencias.

Tarija necesita sumar ciclistas ante la congestión de sus calles: estudiantes, funcionarios, universitarios… y para ello debe encontrar las formas de dar seguridad y continuidad a los desplazamientos en este medio de transporte. Una transformación profunda de la ciudad que va más allá de los caprichosos – y aun necesarios – carriles bicis en el centro de la ciudad.

Todavía hay tiempo, ojalá se encuentre la voluntad.


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