Rusia y el nuevo orden

La guerra se ha enquistado y ninguno parece quedar su brazo a torcer, aunque parece Rusia quien tiene más

De a poco, el conflicto armado entre Rusia y Ucrania va pasando a un segundo plano. Las grandes cabeceras de la comunicación mundial han retirado a sus enviados especiales y los líderes políticos ya no mantienen reuniones específicas para evaluar el seguimiento de la crisis ni llevan al presidente Volodomir Zelenski a cada evento para lavar conciencias. Al contrario, desde hace varios meses se negocia una salida de conveniencia para todos a una guerra que se ha llevado por delante muchas vidas además de buena parte de la economía y la confianza multilateral. Las consecuencias de la post-guerra pueden ser atroces.

Aunque se repitió hasta la saciedad que Rusia pretendía invadir Ucrania en tres días y que no lo logró, lo cierto es que los objetivos declarados por el presidente Vladimir Putin más tenían que ver con mantener a Ucrania en su órbita de influencia y por ende, alejado de la OTAN y de la Unión Europea por motivos geoestratégicos obvios, pero también por un sentido de conciencia histórica: la URSS cayó con compromisos de las potencias mundiales, entre ellos que la OTAN no iría más allá, algo que se incumplió flagrantemente hasta el punto de pretender instalar el “escudo antimisiles” en la misma frontera con Moscú.

La invasión quebró aún más las cadenas de suministros, ya maltrechas por lo prolongado de la pandemia y sus medidas, especialmente en China. Ucrania y Rusia producen un 40% del trigo mundial y son potencia en otros campos, como el de los fertilizantes, lo que puso en guardia a todo el mundo temiendo por un colapso, lo que elevó los precios de los alimentos hasta límites insospechados.

Por otro lado y como siempre, el conflicto tuvo su impacto en la gestión de la energía, en este caso con el gas como protagonista y Europa como “víctima”. Las sanciones acabaron liberando el mercado europeo, el más rico del planeta, para el gas norteamericano mientras que Rusia se volcó en proveer a China e India, lo que ha generado un cambio en los ejes.

La respuesta de los Bancos Centrales a la inflación generada por el desbarajuste y la multitud de estímulos a la economía fue de lo más ortodoxa: subida generalizada y brusca de los tipos de interés que han cerrado el crédito y han hecho desaparecer el dólar poniendo en aprietos a muchos países, entre ellos Bolivia.

Los BRICS buscan ahora alternativas al dólar para el comercio mundial, bien en yuanes, bien en rublos, bien con otras monedas que se puedan generar como se pretende en el Mercosur, y sin duda eso será una primera prueba interesante para descubrir si es posible romper el orden establecido y empezar a confiar en un mundo multipolar.

Rusia cometió una tropelía al invadir Ucrania y seguramente en algún momento, su presidente tendrá que responder por sus actos. Toca ahora recoger los pedazos, aprender las lecciones y contribuir de nuevo a crear un mundo mejor y posible, que no es poca cosa.


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