Del problema de la vivienda a la estafa

Los precios por las nubes y el lucro con la necesidad han abierto la puerta a estas estafas que pueden acabar haciendo mucho daño a las familias

El problema de la vivienda es uno de los principales en el país, pero lejos de ser intervenido por las autoridades y lejos de que las oposiciones hagan bandera sensibilizándose con un tema que afecta a la inmensa mayoría de los jóvenes, simplemente miran para otro lado.

Para unos, al parecer, es una cuestión del mercado que no hay que intervenir, para otro, al parecer, un contubernio de mafias que acaban frustrando los sueños de los más ilusos. Que demasiados jóvenes vivan con sus padres hasta los 40 o que la situación habitacional sea construir un garzonier o un departamentito en el patio simplemente evidencia un fracaso del modelo: Los hijos no están pudiendo vivir mejor que sus padres y eso tarde o temprano puede generar la quiebra social.

Es necesario que los poderes públicos intervengan en el mercado de la vivienda, para ordenar las ciudades y para garantizar la felicidad de sus vecinos

Para los pocos que aún logran juntar unos cientos de miles de bolivianos o decenas de miles de dólares y se lanzan a comprar un lote, o un departamento, o una casita en un condominio privado, los riesgos no se aminoran. Las estafas inmobiliarias están a la orden del día sin que hasta ahora nadie haya logrado poner el cascabel al gato.

Ejemplos hay por decenas. Desde inmobiliarias que promueven proyectos sobre terrenos que no son de su propiedad, o que tienen hipotecas, o que están en litigio, hasta quienes lotean espacios públicos, venden y después organizan el proceso de resistencia hasta que la autoridad cede, porque al final son muchos votos.

En Tarija es demasiado habitual que proliferen casos de estafa en venta de lotes en los que los estafados no son gente del departamento, sino vecinos de La Paz, Oruro o Potosí que ponen los ojos en Tarija como un lugar de retiro en la tercera edad. El paraíso soñado por su buen clima y su trato amable se vuelve pesadilla en demasiadas ocasiones.

No es un asunto exclusivo de cazafortunas o de gente que busca oportunidades, en Tarija condominios de postín han resultado en fiasco o fraude, con fugas incluidas, porque los promotores no calcularon bien y porque los bancos nunca ayudaron.

El mercado no funciona bien con las necesidades básicas. Nunca lo ha hecho. Y vivir lo es. Los precios por las nubes y el lucro con la necesidad han abierto la puerta a estas estafas que pueden acabar haciendo mucho daño a las familias jóvenes o no tan jóvenes que ligan su proyecto de vida a una casa que, al final, se esfuma.

En esas, resulta habitual mirar a los poderes públicos para exigir responsabilidades: a un Viceministerio de Defensa del Consumidor que mira para otro lado o a un Ministerio de Obras Públicas que solo promueve Viviendas Sociales para los de su cuerda. Es verdad que hay que mejorar los controles, pero también es necesario que los poderes públicos intervengan en el mercado de la vivienda, para ordenar las ciudades y para garantizar la felicidad de sus vecinos.

Sin duda, aquel que logre promover un acceso más equitativo y sano a la vivienda digna logrará del reconocimiento de los vecinos. Mientras tanto, todo pasa y nada a la vez.


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