Cuidar la identidad
Es necesario que la academia contribuya de forma decisiva en la salvaguarda de esta identidad, que rescate y que también produzca cultura que sume a lo tarijeño, que lo mantenga vivo
Desde hace unos años se ha normado el 14 de abril como el día de la Tradición Chapaca, uno de esos días vitales para mirarnos hacia dentro y recordar quienes somos y también hacia fuera para recordar dónde queremos llegar.
Por alguna extraña razón, últimamente se vienen construyendo identidades para pelear y no para unir, un fenómeno que se da en Bolivia y en todo el mundo y que responde a otras lógicas políticas, pues lo normal es que alguien ahonde en su identidad para conocerse mejor y estar en paz consigo mismo y con el mundo, y no al contrario.
Académicamente, la identidad cultural es un conjunto de valores, tradiciones, símbolos, creencias y modos de comportamiento que funcionan como elemento cohesionador dentro de un grupo social y actúan como sustrato para que los individuos que lo forman puedan fundamentar su sentimiento de pertenencia.
Identidad no es supremacismo, ni se puede construir una identidad negando otra, ni hay un ránking de “mejores identidades”. Si cada uno es feliz con lo que es, todo está bien.
En Tarija como departamento, efectivamente actúan al menos dos identidades muy marcadas, como la chapaca y la chaqueña, que aunque comparten valores, tradiciones – como la Pascua o el Carnaval – y símbolos, además de una historia común, tienen elementos diferenciadores muy marcados que también comparten en mayor o menor medida con los tarijeños de la zona alta, de Bermejo o de Entre Ríos. Al final todos esos elementos más compartidos son los que constituyen la identidad tarijeña común, que no es tan fuerte como la chaqueña o la chapaca por razones evidentes y que tiene también rasgos comunes que hacen a la identidad boliviana. Es el secreto del Estado Nación que se limita con el derecho a la autodeterminación de los pueblos a través de la actividad democrática y de los intereses que se superpongan.
La cuestión es que una identidad mal entendida es la que suele llevar a la confrontación. Identidad no es supremacismo, ni se puede construir una identidad negando otra, ni hay un ránking de “mejores identidades”. Si cada uno es feliz con lo que es, todo está bien.
El problema surge cuando uno no tiene claro qué es lo que es, porque entonces se deforma y se vuelve maleable, se pueden contaminar identidades con ideas de la política y se puede convertir en un arma. Para eso está la academia, y en eso Tarija tiene una deuda enorme.
La Universidad Juan Misael Saracho se constituyó bajo la idea de brindar carreras técnicas e ingenierías y apenas incorporó Derecho en el ámbito de las letras. Durante años no ha habido carreras de humanidades: ni historia, ni filosofía… ni siquiera literatura ni música en una tierra que si por algo destaca es por su creatividad artística.
Es buena idea plantear días de la Tradición para poner en valor la identidad, pero es necesario que la academia contribuya de forma decisiva en la salvaguarda de esta identidad, que rescate y que también produzca cultura que haga a la identidad, de lo contrario, los riesgos de deformidad están a la orden del día. Es necesario que la Universidad asuma más responsabilidad en la parte espiritual del pueblo.