Tarija qué ser

El ser o no ser, el qué ser, es una pregunta filosófica recurrente, pero que en estos tiempos de globalización y especialización requiere respuestas concretas y no etéreas

Cada aniversario sirve para abrir reflexiones de presente y de futuro y Tarija lleva demasiados años montada en la vorágine del momento sin tiempo para pensar en lo que sucede a su alrededor.

Los recursos del gas se multiplicaron a principios de siglo, y sin tiempo para analizar qué se podía hacer con ellos, nos montamos en la ola autonomista que se convirtió en una fuerte confrontación con el Gobierno de la que sobre el papel salimos victoriosos: Hay autonomía en la Constitución, pero en la práctica ha resultado ser más una camisa de fuerza que un marco de desarrollo.

De esa deriva populista en la que se montó la política boliviana salieron más licitaciones que ideas, una cantidad ingente de compromisos que financiar muy pocas veces relacionados unos con otros, pero que cuando se hundió el precio del petróleo se convirtieron en pesada carga económica que asumir. Desde entonces Tarija ha vivido sumida en una suerte de carrera de resistencia donde lo importante es sobrevivir un día más para seguir pagando cuentas y analizando qué de todo se puede abandonar. En 2023 el gobernador confía en haber ordenado por fin los números para garantizar la solvencia sin apagar el aparato financiero que sigue siendo motor en el departamento, aún al ralentí.

Tomar aire permite levantar ligeramente la mirada para analizar las posibilidades más allá de lo inmediato, pero aún hoy cuesta reconocer cual es la verdadera vocación del departamento.

Alguna vez se planteó una vocación agroindustrial partiendo de la potencialidad del Chaco y sus virtudes climáticas, unido a un retorno a la vocación originaria del cultivo y la ganadería en el altiplano, pero el tamaño y los avances del monocultivo soyero en Santa Cruz han restado potencialidad de competencia.

En algún momento, Tarija se ha perfilado para ser un departamento de vocación industrial con los proyectos petroquímicos en el Chaco que dieran paso a una industria del plástico, con todas las garantías ecológicas si fuera preciso, capaces de abastecer al menos al país con los materiales requeridos, pero nunca llegaron las plantas dejando la Separadora inútil.

En algún momento Tarija apareció como una potencial plataforma logística que hiciera de intercambiador entre oriente y occidente para las mercancías que van y vuelven hacia el norte argentino y Paraguay, pero las carreteras que se construyeron apenas sirven para que algún aventurero la elija.

En algún momento se diseñó que Tarija sea un departamento referencia del vivir bien que atraiga a estudiantes por un lado y a jubilados por el otro, para lo que se requiere implementar las mejores infraestructuras educativas y también las mejores infraestructuras médicas y asistenciales, para que aquellos que llegan a pasar su vejez lo hagan con mucha dignidad y tranquilidad, pero la UAJMS se enredó en lo suyo, el Oncológico nunca se acaba y el Cardiovascular ni siquiera ha salido del diseño.

Y también alguna vez alguien dio que se podía vivir del turismo.

El ser o no ser, el qué ser, es una pregunta filosófica recurrente, pero que en estos tiempos de globalización y especialización requiere respuestas concretas y no etéreas. Tarija necesita un diálogo más sincero en su Asamblea Legislativa y en la coordinación permanente entre los ejecutivos del Chaco y el valle para encontrar las potencialidades y explotarlas. Y finalmente, definir qué es lo que se quiere ser.


Más del autor
Tu casa, es tu reflejo
Tu casa, es tu reflejo
Tema del día
Tema del día