El lugar internacional de Arce

A Arce se le identifica como un presidente socialista mucho más a la izquierda de lo que estaba Evo Morales, en una lógica indigenista antimperialista que nunca tuvo dudas en su lugar

Alcanzada ya prácticamente la media legislatura del presidente Luis Arce, una de las grandes incógnitas de la gestión es qué quiere hacer en política internacional, pues hasta el momento no marca perfil propio en ninguno de los foros más allá de utilizarlos para exhibir su gestión y tratar de ganar puntos en la política interna.

En Naciones Unidas no ha jugado un papel relevante en las últimas tensiones y no está clara que la campaña por la despenalización de la coca que patrocina en mayor medida el presidente colombiano Gustavo Petro vaya a tener éxito. Además, el apoyo a la operación especial de Rusia en Ucrania, similar en términos discursivos a la de Chile en la Guerra del Pacífico, ha supuesto un importante patinazo diplomático para la causa marítima que podía haberse salvaguardado con una abstención.

En la Cumbre de las Américas de la Organización de Estados Americanos (OEA), el presidente decidió no participar en solidaridad con los presidentes de Nicaragua y Venezuela, vetados por Estados Unidos, pero sí mandó una delegación activa encabezada por el canciller que ha tenido poca trascendencia. Los contactos con Biden son innegables, como evidencian tanto la detención y sentencia de Arturo Murillo en Estados Unidos como la detención de Maximiliano Dávila acusado de narcotráfico en Bolivia, pero por el momento no se ha explicitado ni concretado en nada.

En la Cumbre Iberoamericana, Arce ha mantenido el perfil bajo de autobombo sin llevar ninguna posición concreta, algo que sí ha hecho a las Cumbres del Agua y particularmente a las COP por el Clima, donde abandera la resistencia a convertir los bonos de carbono y el “derecho a contaminar” en una mera mercancía más regulada por las reglas del mercado y con la que los pobres seguirán siendo pobres y los ricos, ricos.

En cualquier caso, los mayores problemas de posicionamiento los juega en las entidades propias, particularmente la Celac y la Unasur de las que Bolivia ha sido promotora desde siempre. Lula da Silva, en su nueva legislatura l frente de Brasil, está apostando por la integración económica en términos similares a la de la Unión Europea, esto es, unión aduanera y moneda común, pero todo parece apuntar a que la política acabará por entrampar la iniciativa, una vez más.

Bolivia es fundadora de la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA), una entidad ideológica que apostó a la hegemonía en el caribe con el petróleo venezolano y que agrupa hoy por hoy a los líderes más controvertidos: Nicolás Maduro y Daniel Ortega por no citar al presidente cubano Miguel Díaz - Canel que tiene otras lógicas. La presión contra estos presidentes por el deterioro de sus patrones democráticos ya no viene solo de Estados Unidos y Europa, con evidentes intereses comerciales en el conflicto, sino de otros de los nuevos líderes sudamericanos como Gabriel Boric, Gustavo Petro y el propio Lula que no contemplan avanzar en la integración acompañados por regímenes autoritarios que se han despojado de la ideología.

A Arce se le identifica como un presidente socialista mucho más a la izquierda de lo que estaba Evo Morales, en una lógica indigenista antimperialista que nunca tuvo dudas en su lugar. Arce, sin embargo, va a tener que elegir en qué lado se acaba colocando para seguir avanzando en esto de la integración regional. Y probablemente, pronto.


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