Hora del Planeta: Reducir el consumo
La Hora del Planeta debe volver a su reflexión original, a la de apagar la luz para consumir menos, distinta a la de cambiar la matriz para seguir apostando por el desarrollismo inhumano
La Hora del Planeta es una iniciativa del norte promovida con tal fuerza que, al final, se ha desnaturalizado. El sur la ha adoptado ya con los típicos elementos de culpabilidad y generalización que descontextualiza las acciones para desarrollarlas en el marco de la moda. La toma de conciencia es secundaria y en demasiadas ocasiones, se subordina a intereses comerciales y lo seguirá siendo en tanto no se dote del contenido necesario para que no lo sea.
La iniciativa promueve un apagón total de 60 minutos el último sábado del mes de marzo como gesto simbólico para promover el consumo responsable de electricidad. Es decir, en esencia lo que promueve es consumir menos electricidad, sin embargo, desde hace unos años el discurso que acompaña este acto tiene que ver con el nuevo modelo de generación eléctrica y no con la modificación de los hábitos de consumo.
El día coincide con el cambio de hora en Europa, donde se pasa de las 2 de la mañana a las 3 de la mañana en un día de 23 horas, y no falta el incauto que confunde datos y justifica impactos inexistentes, que por ahí no es siquiera el objetivo.
Por mucho que se cambien las fuentes de energía, mientras el ser humano siga consumiendo al ritmo actual, no habrá forma de salvar el planeta, y en esas, evidentemente, los esfuerzos que se exigen a unos y a otros no son en ningún modo homologables.
No es este un editorial negacionista del cambio climático ni mucho menos, pero sí uno que exige esfuerzos equiparables entre las naciones. De poco servirá que Bolivia cambie sus centrales termoeléctricas de gas barato para generar poco más que energía doméstica a carísimos aerogeneradores que no acabaremos de pagar en seis generaciones ni antes de que el planeta se cueza si en el norte no son capaces de tener encendida una pantalla a la vez en cada casa o administrarse un coche por familia en vez de tres coches, tres motos, tres bicicletas y tres vehículos de movilidad personal que les dicen por no decirles patinete.
Los desafíos energéticos de Sudamérica se recitan de memoria: Dependencia de los combustibles fósiles; Falta de acceso a la energía; Falta de Integración energética, a lo que se suele sumar una deuda de desarrollo sostenible al considerar que lo que se consume son recursos no renovables. Prácticamente lo mismo se cuestiona a nivel mundial, pero las alternativas siguen contemplando inversiones fabulosas, cambios estructurales y desechar casi todo lo que está en uso para reemplazarlo por cosas nuevas. ¿Dónde está entonces lo sostenible?
La Hora del Planeta debe volver a su reflexión original, a la de apagar la luz para consumir menos, a la de disfrutar con la luz apagada, con menos pantallas, con menos artilugios electrónicos, menos calefacción y menos aire acondicionado. Debe servir para recordar que existe una vida al margen de la conectividad permanente. Debe servir para exigir que los que más consumen, más esfuerzos hagan en el trastorno de sus hábitos, en sus cambios, en sus reducciones. Tal vez bastaría con que dedicaran los mismos esfuerzos en ello que dedican a vendernos sus nuevas tecnologías.