Vías son vidas (II)

Ojalá pudiéramos discutir sobre el impacto económico que tendría tal o cual carretera, pero en Tarija aún hay que velar porque no haya más muertos

¿Será un capricho exigir mejores carreteras para Tarija? Cuando se viaja por el país no es extraño reconocer carreteras construidas en tiempos recientes de buena calidad y gran utilidad, mientras que en el departamento de Tarija todo parece haberse quedado detenido en el tiempo, e incluso haber retrocedido.

Cuando llegó el siglo XXI, asfalto había en la ruta 9 cruzando de Villa Montes a Yacuiba para alcanzar una de las fronteras más bulliciosas del país y apenas unos kilómetros para salir de la capital hacia el Chaco y Bermejo, por un lado, y a San Lorenzo, que empalmaba con la ruta al norte, por el otro.

Con mucho esfuerzo y paciencia se completó primero la ruta a Bermejo. Los algo menos de 200 kilómetros habían pasado de recorrerse en casi 20 horas a hacerlo en cuatro y las opciones de alcanzar la frontera con Aguas Blancas de una forma más segura reactivó el turismo y el comercio

Después, con no menos esfuerzo ni menos paciencia, se acabó la ruta a Potosí que nunca fue inaugurada porque parecía feo hacerlo más de una década después y con todo el historial de incumplimientos que venía arrastrando.

Tanto la ruta a Bermejo como la del norte fueron construidas por empresas brasileras y a la fecha presentan serios deterioros, de los que ya no se camuflan con el mero mantenimiento, pero ni siquiera de lejos alguien está pidiendo una inversión de fondo en ellas, porque Tarija todavía tiene muchas deficiencias.

En el Chaco, por ejemplo, la ruta 9 a su paso por Yacuiba – Campo Pajoso se ha convertido en un punto negro, donde cada semana mueren bolivianos en accidentes y para lo que hace años se prometió una doble vía que no avanza, aunque la hayan inaugurado los tres últimos presidentes del país.

Entre Caraparí y Bermejo hay un tramo al que se le llamó “Ruta de la Dignidad”, que pasa por San Antonio, el Cajón y el resto de pozos petroleros de esa zona que es responsabilidad del Estado.

En cualquier caso, la joya de la corona es la ruta al Chaco, víctima de la rivalidad entre el gobierno central y la primera Prefectura cargada de millones que no alcanzaron; del electoralismo táctico que llevó a encargar el tramo más delicado a una empresa española sin experiencia que subcontrató todo y salió corriendo dejando una chapuza de 60 kilómetros que no resolvió el problema de la inseguridad vial ni la convirtió en una ruta elegible para las mercancías que transitan desde Argentina hacia el occidente del país i lo será cuando se acabe el tramo Choere – Acheral, que también va camino de tragedia.

Ojalá pudiéramos discutir sobre el impacto económico que tendría tal o cual carretera, entre lo que se ganaría con tal o cual tramo mejorado, sin embargo, en Tarija de lo que aún estamos obligados a hablar es de los muertos que provocan estas rutas. Es urgente una intervención a fondo que cuide la vida por encima de todas las cosas. Toca que las instituciones se involucren en esto.

Tanto la ruta a Bermejo como la del norte fueron construidas por empresas brasileras y a la fecha presentan serios deterioros, de los que ya no se camuflan con el mero mantenimiento


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