La marca del vino

Tarija puede ser la tierra del vino, pero no puede convertirse en un “paraíso” de borrachos ni en cuna de profesionales no tomados en cuenta

Este fin de semana llega la gran fiesta del valle central de Tarija. El Festival de la Vendimia Chapaca y la feria aparejada es la culminación del proceso de cosecha más relevante del departamento tanto por los recursos que mueve como por la identidad que se comparte. Tarija es a la vid lo que la vid a Tarija.

Supuestamente, la cadena de uvas, vinos y singanis es la más exitosa del departamento, aunque haga dos décadas que se vienen repitiendo los mismos vicios y problemas, las mismas quejas de los productores de uva y los mismos problemas con los mercados, etc., a pesar de haberse invertido ingentes cantidades de dinero público en la mejora de las condiciones de la producción y distribución. La industrialización de las bodegas grandes se ha detenido, apostando más por vinos “de alta calidad” y alto precio, mientras que han proliferado una gran cantidad de bodegas pequeñas que pelean por sostener la calidad y acceder a un mercado copado.

Los productores de vid tienen dudas sobre lo que sucede en el siguiente paso, el de la industrialización, y lo manifiestan veladamente, porque temen consecuencias y, porque, con todo, siguen apostando por ofrecer una imagen de unidad coherente del sector que permita expandirse en Bolivia en lugar de entrar en peleas interminables sobre la calidad, la relevancia década cual y los precios que se pagan. Aunque no todos hacen lo mismo por conservar esa unidad.

Aunque algunos sectores se esfuerzan por darle al departamento una identidad más moderna, por proyectar otras potencialidades dentro del ámbito cultural, de los servicios o de la innovación tecnológica, por lo general se suele seguir asociando a Tarija con una imagen rural, despreocupada, tranquila y atrasada donde el vino ocupa un lugar preponderante en eso de “descansar” y “pasarlo bien” que es a lo que en general el turista nacional viene a Tarija.

Que la marca se vuelva estigma, a veces, es solo cuestión de tiempo. Profesionales de diferente ámbito reconocen que cuesta ser tomados en serio por la procedencia, que de solo nombrarla evoca recuerdos amables y nostálgicos de un tiempo feliz, pero antiguo.

A más, cada año se registran incrementos de turistas jóvenes, grupos que llegan a Tarija a conocer esa cualidad genuina de pasarlo bien con poca cosa, con los frutos amables de la tierra, pero los propios hosteleros advierten que se trata de un turismo con poco poder adquisitivo que en ocasiones genera más trastornos que beneficios.

Tarija puede ser la tierra del vino, pero no puede convertirse en un “paraíso” de borrachos ni en cuna de profesionales a los que no se toma en serio por lo distendido de su educación o de su vida. Pasarse de frenada con la idealización de la imagen bucólica de los chapacos bailando y contando chistes a cualquier hora del día con su botella de vino en la mano puede tener consecuencias nocivas para todos.

Arrimar el hombro para que eso no pase depende de todos, pero, sobre todo, de los que obtienen las ganancias directas y están más involucrados en el proceso. Tarija no puede reducirse a ser solo vino, por muy importante e intocable que esa cadena productiva parezca ser.

DESTACADO.- Aunque algunos sectores se esfuerzan por darle al departamento una identidad más moderna, se sigue caricaturizando al chapaco tomador de vino


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