La obesidad y la dieta boliviana

Las rutinas de la “vida moderna” acaban por afectar al organismo tanto en el sentido de la mala alimentación como en el de la drástica disminución del ejercicio físico

Cada 4 de marzo se celebra el Día Mundial contra la Obesidad aunque sin auspicio de las Naciones Unidas, que promueve otras fechas similares. Esta fecha busca concienciar a las personas sobre el terrible daño que conlleva para el organismo una dieta alta en grasa y azúcares, dieta que a decir verdad, es una de las más populares y propagadas por todo el mundo y que en Bolivia también se ha abierto hueco en detrimento de otras formas de alimentación más nutritivas que tenían la quinoa como elemento sustancial.

El Día Mundial de la Obesidad está convocado por la Federación Mundial de la Obesidad, y sus miembros mundiales. Según datos de la misma Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad ha alcanzado proporciones epidémicas a nivel mundial.

Es más, se estima que desde 1975 esta enfermedad se ha triplicado, logrando que en 2016, 1.900 millones de adultos la padeciesen así como 340 millones de niños y adolescentes lo que constituye el mayor desafío para la sanidad pública de cada país, pues una mala alimentación es la base para desencadenar numerosas enfermedades crónicas – de la hipertensión arterial, diabetes tipo II a índices elevados de colesterol y triglicéridos, problemas osteoarticulares, riesgo de padecer cáncer, apnea del sueño o problemas cardiovasculares – que a la larga suponen un tremendo costo para el Estado y un dolor evitable para las familias.

Se entiende por obesidad a una acumulación anormal de grasa que en la mayoría de los casos es evitable, pues existen casos de patologías genéticas que requieren de otros tratamientos. Para el resto, la única manera de prevenir la obesidad es llevando una dieta alimenticia mucho más sana y no apostar por la conocida comida rápida, que posee todos los elementos para generar obesidad mórbida. Además de una buena alimentación, es necesario que las personas tengan una rutina de ejercicio que les permita evitar la acumulación de grasa producto de sedentarismo.

Las rutinas de la “vida moderna” acaban por afectar al organismo tanto en el sentido de la mala alimentación como en el de la drástica disminución del ejercicio físico que hacen los más pequeños de la casa: la sobreprotección y la inseguridad han recluido en los hogares, frente a las pantallas, a millones de niños y niñas que eran dueños de las calles.

En Bolivia la obesidad también es uno de los problemas principales de salud pública, según advirtió en 2022 la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), pues consideró que este país "está un poquito peor que el resto de América del Sur" pues el 28% de su población es obesa, frente a una tasa subregional de 23%.

Las causas no son diferentes: el abandono de la dieta tradicional andina y de fruta sin que se hayan consolidado el consumo de verduras y mientras los guisos más tradicionales dejan pasó a frituras de todo tipo.

Recuperar la esencia alimentaria es una de las claves, y no descuidarse pasa por ser vital, pues instalar los buenos hábitos en la infancia tiene recompensas después. La buena salud entra casi siempre por l boca.


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