YPFB, YLB y las licitaciones

Si los recursos de la exportación del gas se hubieran destinado a completar la industrialización y no al electoralismo, se hubiera completado la cadena: ojo con el litio

El discurso antinacional sobre la industrialización parece haber calado ya en las altas esferas del gobierno, o al menos en las de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), que en realidad hace tiempo parece un cadáver andante a punto de derrumbarse ruidosamente.

Todas las atenciones se centran hoy por hoy en el litio, mientras que el gas y la industria hidrocarburífera parece haber pasado a un segundo plano de forma no justificada, salvo por el discurso antinacional que presenta cualquier iniciativa propia como condenada al fracaso.

Es verdad que no hay unas reservas boyantes y que hace tiempo que no aparecen nuevos reservorios de interés comercial, aunque eso se explique por la negativa (o incapacidad) a explorar las posibilidades del gas y el petróleo no convencional a través de las técnicas de la fractura hidráulica. Aun así, las reservas identificadas deben andar por los 7-8 Trillones de pies cúbicos (TCF) – YPFB se niega a cumplir la ley y certificar anualmente – y son recursos suficientes como para completar el plan trazado de industrialización.

Posiblemente, otra cosa sería del Estado hoy si en lugar de gastar en campañas y proyectitos los ingentes recursos frescos que llegaron con el incremento de los precios del gas entre 2012 y 2016, cuando Bolivia alcanzó sus máximos productivos con más de 60 millones de metros cúbicos de gas diarios extraídos de sus pozos – más del 70% desde suelo tarijeño – se hubieran invertido en acelerar la industrialización. Si eso hubiera pasado, hoy no solo tendríamos una planta de urea, cuyos resultados económicos son evidentes a pesar de haber disparado los precios de construcción y no ser precisamente eficiente en su gestión, sino que se hubieran concretado otras subsidiarias y, sobre todo, hubiéramos ingresado en la fabricación de plástico duro y blando con las plantas de propileno y etileno, que más allá de las consideraciones verdes de las mismas, siguen estando en la base del mercado global.

De poco sirve llorar sobre la leche derramada, aunque conviene identificar a los responsables de estas demoras y cambios de criterio que aplazaron la ejecución de un plan perfectamente trazado en 2006 y demorado después hasta que la caída de los ingresos y de las reservas los han hecho prácticamente inviables, y conviene resaltar el prácticamente: La Unión Europea, que marca la pauta en esto del desarrollo sostenible, ha indultado el gas natural de las exigencias de abandono y se seguirá utilizando como combustible de transición, por lo que los proyectos de exploración siguen siendo viables, eso sí, siempre que se sepa para qué.

Dorgathen y los suyos han dicho que ellos van a explorar directamente y no hay por qué ponerlos en duda, aunque pocas de las promesas hechas desde 2020 se hayan cumplido en el ente matriz. Al gas le queda una vida, pero sobre todo hay que aprender de estos fracasos para que no se repita con el litio, donde demasiados están más interesados en licitar y licitar y hacer planes, y pocos en desarrollarlos del todo.

El negocio es después, pájaros.


Más del autor
Tema del día
Tema del día
Las ranas pidiendo rey
Las ranas pidiendo rey