2023, el año en serio

Ante la incertidumbre económica, es momento de rebajar la crispación política y concentrarse en aportar al país para seguir creciendo

El año empieza en serio después de Carnaval y no va a ser un año fácil en tanto va a exigir sacrificios para alcanzar objetivos. Planificar es clave y para ello, leer el contexto también. Tarija ha vuelto a la senda del crecimiento, aunque sea tímidamente, después de seis años en recesión; la Gobernación ha parado la sangría económica y se ha rearmado técnica y políticamente y el gas sigue teniendo mercado una vez que las altas esferas que controlan el planeta han decidido que sea el combustible de la transición. Algo bueno puede pasar.

La coyuntura política nacional se va asentando. En el oriente han parado en seco la deriva independentista a la que el presidente cívico Rómulo Calvo y el gobernador cruceño Luis Fernando Camacho parecían encaminarse sin remedio. Camacho fue encerrado en Chonchocoro provocando indignación que poco a poco se ha ido asentando: lo que se debate hoy es si puede o no puede seguir gobernando en tanto su situación de reclusión puede perjudicar los intereses económicos del departamento.

Por el lado cívico, el nuevo presidente Fernando Larach no solo ha desterrado en pocos días la invocación del derecho a la autodeterminación de los pueblos sino que también las posiciones más radicales del federalismo, no se moja con el revocatorio y ha hablado de encuentro y entendimiento, algo que probablemente solo es táctica, pero que manda un mensaje de tranquilidad a los mercados, a las agencias de calificación y la oposición boliviana: lo primero es la economía y para ello hace falta paz. En 2025 se verá.

Por otro lado, el conflicto en el MAS, en tanto nadie quiere arriesgarse a perder, debería entrar en una suerte de cronificación con conflictos de menor intensidad que los últimos vividos - donde se han cruzado acusaciones de vinculación con el narcotráfico y de hijos corruptos al más alto nivel -, pero permanentes.

De alguna forma el gobierno de Bolivia debe salvar la amenaza que pende sobre el dólar y que puede perjudicar a todos en tanto lo que está en cuestión es la confianza en el sistema mismo construido sobre el tipo de cambio fijo. Un poco de paz en términos políticos no vendrá mal.

En estas, Tarija, que políticamente hace meses que está en estado de dulce, se abre al año 2023 con muchas posibilidades de acabar cuadrando suertes. La vendimia viene peor en volumen, dicen los expertos, pero permitirá sostener precios y no rematar producto a como de lugar; la temporada turística ha sido buena y ha ganado relevancia ante la incertidumbre de otros lugares como Santa Cruz o Potosí, y nadie ha tirado la toalla aún en los pozos tarijeños y en que aun se puedan articular transformaciones de fondo a poco que se cuadren intereses y potencialidades.

El año empieza en serio y hay potencialidades para aprovechar la coyuntura, para volver a proponer y ser importantes en los desenlaces. Tarija tiene aún mucho que aportar en el conjunto nacional. Lo hagamos.


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