Los tiempos de YPFB

La premisa es la misma: el tiempo corre y el gas ha logrado una segunda oportunidad al considerarse combustible de transición, pero eso no va a durar para siempre

Yacimientos se mueve a una velocidad extraordinariamente lenta, como cualquier empresa de su tamaño, sin embargo, las determinaciones tomadas en los últimos días por su presidente Armin Dorghaten, se entiende que con el beneplácito del gobierno, exigen que se materialicen por la vía rápida, ya que la incertidumbre solo perjudica y alimenta rumores.

Dorghaten planteó hace dos semanas la intervención directa de YPFB Corporación en la exploración de hidrocarburos en el país, y lo hizo con números y proyectos concretos. Es noticia en tanto la facultad estaba concedida desde el decreto de nacionalización, que le exigía a la estatal petrolera institucionalizarse y controlar toda la cadena sin excepción, pero hasta ahora ha venido sorteando sus obligaciones bien a través de las empresas participadas – YPFB Chaco y YPFB Andina, que son esencialmente Repsol y Petrobras en alianza y con forma de Sociedad Anónima – o bien con los contratos de operación, donde la transnacional de turno asume el riesgo de la exploración, que solo se le paga en caso de éxito, y que por la propia evolución del sector en esta materia, ha quedado en desuso.

YPFB juega con demasiadas cosas en contra, desde luego, su propia herencia comunicacional, lastrada por las promesas insostenibles y por esa manía de no explicar las cosas como son. El mar de gas se convirtió en una mofa y sigue siendo objeto de chascarrillos y desacreditación, incluso por los propios compañeros de partido, cuando hubiera sido mucho más fácil haber abierto el melón de la exploración no convencional, un asunto complejo, extraordinariamente técnico, y que en algún momento se deberá abordar.

Según las declaraciones del presidente de YPFB, la institución tiene unos 300 millones de dólares listos para hacer exploración de los que la mitad serían utilizados de forma directa por la empresa, pero a nadie se le escapa que la exploración convencional ha perdido mucho atractivo, básicamente porque los riesgos son grandes y nadie garantiza el éxito.

En Bolivia, después de varios éxitos, el ciclo de Evo Morales se completó con dos fracasos, ambos en Tarija, uno más camuflado, como el del pozo Jaguar al oeste de Entre Ríos, y el otro, el de Boyuy, muy ruidoso, al intentar colar como éxito la perforación del pozo “más profundo del continente” que encontró gas, pero no en un volumen comercial suficiente.

El no convencional tiene sus críticos, pues la técnica es por demás agresiva, ya que se perfora y se dinamita la roca para liberar el gas, que sale con ayuda de grandes inyecciones de agua a presión, liquidando los acuíferos que encuentra a su paso, sin embargo, en la última década esta técnica se ha perfeccionado mucho y, por ejemplo, en Vaca Muerta (Argentina) es aceptada de buen grado.

La premisa es la misma: el tiempo corre y el gas ha logrado una segunda oportunidad al considerarse combustible de transición, pero eso no va a durar para siempre. YPFB y el bueno de Armin deben darse prisa si no quieren, de nuevo, quedar como vendedores de humo en una industria próxima al cierre.


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