El Estado nacional

Es urgente una política de reconciliación, probablemente mucho más agnóstica, desprovista de dogmas, que ponga en el centro a las personas y sus necesidades

Bolivia llega a su Día del Estado Plurinacional con su eterno debate reverdecido y, probablemente, un tanto aburrida de volver siempre al mismo punto de la discusión. Van 14 años y ya se puede empezar a reconocer que la nueva Constitución Política y el régimen que decía venía a consagrar no ha logrado sustancialmente mejorar la cohesión nacional.

El proyecto original del Movimiento Al Socialismo (MAS) siempre pretendió la construcción de este Estado Plurinacional en base al reconocimiento de 36 naciones indígenas más descritas que identificadas dentro del país. Había una decisión política de que así fuera y no solo cosméticamente, sino entregándoles poder de decisión sobre asuntos de Estado. Entonces ya hubo advertencias sobre lo que podía suponer para la cohesión nacional, lo vulnerables que podían resultar esos pueblos indígenas ante las apetencias de cualquier transnacional u ONG y asuntos más de fondo, como los que planteaba Andrés Soliz Rada, sobre la necesidad de reivindicar lo cholo como construcción de acervo nacional que va más allá de lo pre colonial. En la práctica, el Estado ha impuesto su voluntad en las decisiones que ha querido tomar, especialmente cuando ha reconocido que sus planteamientos originales de la reivindicación indígena chocaban con la crudeza económica de la política.

Aquella Constitución fue más allá, pues el conflicto que se abrió en la Media Luna acabó diseñando a toda velocidad un Estado Autonómico, además de Plurinacional. Fue la forma de conciliar con los departamentos que habían ido demasiado lejos en su exigencia, planteando Estatutos de Autonomía unilaterales mientras se azuzaba una suerte de miedo a la colectivización. En la práctica, el avance de aquel proceso incluido en la Constitución quedó maniatada por una Ley Marco de Autonomías que exigía trámites en el nivel nacional hasta para comprar mobiliario de escritorio y salvaguardó todas las competencias realmente claves y de servicio, como las de salud y educación, para el gobierno nacional. Además, con negar sistemáticamente un nuevo Pacto Fiscal consensuado ha acabado de dar la puntilla a un proceso que no ha satisfecho a casi nadie.

El problema, sin embargo, es más profundo. El concepto de plurinacionalidad debía servir precisamente para que todos pudiéramos encontrar un espacio dentro del marco nación; para que los pueblos indígenas fueran reconocidos, pero también el resto de instituciones. Bolivia Plurinacional debía ser un espacio de encuentro y comunión donde todos pudieran encontrarse. Sin embargo, la gestión, empezando por lo simbólico, ha convertido lo plurinacional en una suerte de arma arrojadiza y emblema de conquista de nuevos espacios que niegan la otra realidad de lo boliviano. Tanto de un lado como de otro.

Hacer plurinacionalidad de parte solo podía conducir al desastre, como así ha sido. Bolivia no es un país más unido hoy que hace 14 años y, no se debe tolerar que se mantengan relatos que dividen plurinacionales y republicanos, o que consideran partes ajenas a unos sobre los otros.

Es urgente una política de reconciliación, probablemente mucho más agnóstica, desprovista de dogmas, que ponga en el centro a las personas y sus necesidades. Sin pretender ciudadanos de primera y de segunda. Eso, sin duda, será revolucionario. Eso, sin duda, será nacional. Y también plural.

DESTACADO.- La gestión, empezando por lo simbólico, ha convertido lo plurinacional en una suerte de arma arrojadiza y emblema de conquista


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