2023 y las carreteras perdidas

Hoy no son demasiadas las rutas en construcción, básicamente porque se ha tirado la toalla en muchos casos, pero los problemas persisten

Acaba un 2022 que ha sido luminoso en varios aspectos, pero negro en lo que a carreteras se refiere, particularmente en Tarija: si la inversión ya era baja, este año se ha acercado al nulo.

Tarija fue desde siempre un departamento maltratado en sus comunicaciones. Empezó el siglo y su capital no conectaba con asfalto con ningún sitio: ni al norte, ni a Bermejo, ni al Chaco. Apenas la ruta 9 cruzaba la Región Autónoma en su afán por llegar lo más rápido desde Santa Cruz a la Argentina, parecido al ferrocarril.

Con el tiempo se conectó la salida por Bermejo con la capital, pero sea porque la construyó una empresa brasilera y esto de la geopolítica se toma muy a pecho, la ruta sigue siendo especialmente sinuosa y ya bastante machacada. Después se conectó con Potosí en lo que es la ruta más “larga” del país, con más de una década en construcción, y que nunca fue inaugurada, seguramente porque nunca fue conectada.

Al final se abordó la ruta al Chaco, que fue objeto de deseo de todos y que dio origen a la interpretación particular del 70-30% de las concurrencias con el Estado para este tipo de infraestructuras, ya que Tarija prefirió licitar que pagar (y así nos fue). Años y años de construcción para una tramo que aún no se acaba y que ha dejado ya momentos traumáticos, como el pasaje de Entre Ríos – Palos Blancos, contratada a una empresa española sin experiencia ninguna a este lado del océano, que recibió todos los favores y ayudas para modificar – empeorando – todos los requisitos técnicos de la construcción – curvas, taludes, pendientes – y salió a la carrera ni bien se acabó para no ver ni qué pasaba en los dos años de obligado mantenimiento.

Hoy no son demasiadas las rutas en construcción, básicamente porque se ha tirado la toalla en muchos casos, pero lo poco en marcha es un tormento similar: el desdoblamiento de la ruta 9 entre Pajoso y Yacuiba lleva años sin avanzar entre promesa y promesa electoral mientras que los tramos de Choere tampoco lucen mejor aspecto. Además, hay algunos abandonados, ya no el angosto, sino La Central – Río Isiri, la San Antonio – Caraparí y como no, Canaletas – Entre Ríos por la variante o por el camino de la red vial fundamental, que son tramos vitales y de los que nadie se hace cargo.

Tarija se ha quedado sin recursos para abordar este tipo de obras que nunca fueron una competencia exclusiva propia, sino que hay una responsabilidad del Estado comprometida con la que no se cumple. Es necesario que pronto se haga una nueva Cumbre Vial en la que se establezcan soluciones para los caminos en marcha mal atendidos y para fijar las prioridades de desarrollo para los próximos años.

Es preciso que seamos capaces de elevar el problema al nivel de preocupación pública, que el Gobierno atienda y se sensibilice con un departamento siempre abnegado y pendiente de los cálculos de los poderosos. Ojalá 2023 muestre el camino.


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