La voluntad de la bicicleta

La bicicleta es un vehículo y como tal debe ser tratada, sin embargo, como las impertinencias de los convivientes en la vía pública se pagan con el cuero propio, necesita especial protección

En un país muy poco acostumbrado a respetar la vida ajena, particularmente en la carretera, ser ciclista es más que una opción. Es fundamentalmente, una convicción, una decisión casi servicial, o también una locura.

Las ventajas de la bicicleta son innumerables respecto al vehículo: salud personal, descongestión de la vía pública, ahorro económico y en Bolivia, como país, una más: ahorro de la subvención al combustible. Las desventajas se miden en función de la ciudad en la que se viva, o de la zona, pero por lo general el clima en Tarija acompaña durante casi todo el año para el uso de la bicicleta como medio de transporte, y este matiz es importante.

Hasta hoy, en Tarija ciudad, apenas se ha hecho nada para ayudar a aquellos que optan por la bicicleta como medio de transporte, sea por ahorro, por salud, sea por comodidad o por rapidez y que no son precisamente los que más se mueven por el centro, sino trabajadores humildes de la construcción o del campo que se suben a la bicicleta porque no tienen otra opción. Sus luchas, son otras.

En plena pandemia, la anterior corporación municipal decidió pintar una serie de carriles bici en unas cuantas cuadras alrededor de la plaza. Eran tiempos donde la gente repelía el contacto social y los micros y, además, había cuarentenas, con lo cual no se consultó con nadie. Cuando la ciudad volvió a su actividad más o menos normal, se evidenció que el parche no tenía utilidad real.

La bicicleta es un vehículo y como tal debe ser tratado – también en lo impositivo, aunque sea bonificado por su aporte a la sociedad -, sin embargo, como las impertinencias de los convivientes en la vía pública se pagan con el cuero propio, necesita especial protección en los lugares más conflictivos, esto es, vías rápidas o de alto tráfico.

Los usuarios de bicicleta en Tarija necesitan una red de carriles bici que permita llegar a los sitios en condiciones seguras, que una universidades, hospitales, mercados y centros de ocio. Que la bicicleta sea una opción para llegar sin pensar en ser atropellado o, después, robado. Es evidente que el centro de la ciudad, donde el tráfico está regulado por semáforos y las calles declaradas de uso compartido las ciclovías no son imprescindibles en tanto alguien que utilice la bicicleta como medio de transporte – para disfrutar de la bicicleta como ocio hay otros lugares adecuados – puede integrarse perfectamente en el tráfico a la velocidad permitida, siempre que sea respetado.

Nadie va a renunciar a los espacios ganados, pero dentro de la priorización, es urgente hacer mucha más conciencia entre los usuarios de vehículos particulares y transporte público para garantizar la vida, y también señalizar carriles bici de uso exclusivo dentro de las grandes avenidas y las arterias principales de los barrios que permitan la comunicación.

Bolivia necesita más ciclistas en las calles, dar las garantías de seguridad no s tan complicado. Se trata, fundamentalmente, de buena voluntad.


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