El necesario giro de Montes

El gobernador debe adecuar su plan a la realidad: su equipo es débil, las hemerotecas recuerdan sus compromisos de campaña y el gobierno no va a mover un dedo por ayudarle

Las perspectivas económicas mundiales no son optimistas y nada de lo que estaba previsto que fuera a ser la post pandemia se está cumpliendo, pues nadie esperaba una guerra y peor, un manejo de sanciones que subestimó la capacidad rusa.

Tampoco el contexto nacional parece ser el más optimista por mucho que la maquinaria gubernamental insista en que los problemas no van con ellos en una campaña demasiado riesgosa al no tener claro cuál será el rumbo que tome todo. Bolivia se mantiene aislada de los problemas por el control de precios, las limitaciones de exportación y, sobre todo, la subvención a los hidrocarburos, pero el impacto de la disparadísima cifra y el aumento de tasas de interés de la deuda externa, junto al problema recurrente de la precariedad laboral, puede desencadenar problemas en cualquier momento.

El plan parecía básico: apelar a la crisis para pedir sacrificios, limpiar gasto superfluo y deshacerse de compromisos heredados, pero el contexto ha cambiado

Uno de los que más descolocado ha quedado por el contexto es precisamente el gobernador Óscar Montes y su planificación estratégica de la gestión. Ni bien ganó las elecciones, la Gobernación reposicionó la idea de crisis, que estuvo por demás posicionada durante los seis años de gestión de Adrián Oliva. Hasta el agotamiento. El plan parecía básico: apelar a la crisis para pedir sacrificios, limpiar gasto superfluo y deshacerse de compromisos heredados en el primer año para después abrir una serie de nuevos programas y proyectos que vistieran de alguna forma la gestión y le dieran cierto horizonte, algo que actualmente no se vislumbra.

En la Gobernación tal vez se contaba con algún ingreso extra derivado del incremento de los precios del crudo, que ya venía subiendo desde 2020; con una mejora general del clima con la “derrota” del Covid y, según lo manifestado en campaña, la posibilidad de que el Gobierno Nacional asumiera mayor responsabilidad con los proyectos en Tarija.

La realidad indica que Montes nunca se ha reunido con Arce y que tampoco hay una intensa actividad en la segunda línea; también que el covid no se ha ido y que sigue perjudicando el día a día de la gente, y que, al paso que vamos, no solo no habrá recursos excedentes de regalías sino que se teme que perderemos el ingreso de Margarita por el congelamiento del reparto primero y por las conclusiones del estudio del factor de distribución después. Cosas que pasan.

En esas, el gobernador debe adecuar su plan a la realidad del momento: su equipo es débil, las hemerotecas recuerdan permanentemente sus compromisos de campaña y el gobierno no va a mover un dedo, porque ni quiere ni tiene recursos para ello, en cambiar nada su relación con Tarija y menos, en invertir o asumir gasto alguno.

Sin conexión real con la fibra autonomista e identitaria de Tarija, seguir apelando al estoicismo de la población sin mayores alternativas ni esperanzas puede acabar devorando los propios pilares que soportaron su candidatura y que la hizo ganadora: la eficiencia en la gestión. En tiempos de redes sociales, la memoria es corta. Toca adaptarse.


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