Los desafíos de Tarija: la cohesión

Tarija es uno de los departamentos que más población ha logrado fijar en las provincias, es decir, que todavía ocupa su territorio para hacerlo útil y productivo, frente a otros donde el éxodo rural hacia las urbes es imparable.

Arrancó fuerte la última semana de campaña en el departamento de Tarija. El domingo se elige Gobernador y las propuestas de los dos frentes en competencia han quedado muy reducidas a lo material individual - uno ofrece bonos, otro ofrece pegas – y en el camino, asistimos a una sucesión infinita de adhesiones de sectores de todo tipo y color, agrupaciones medianamente representativas de algunos intereses corporativos e incluso políticos amortizados o resucitados para el efecto, se van sumando a uno u otro frente a cambio de pequeños compromisos que seguramente serán difíciles de gestionar en el futuro, pues probablemente muchos entren incluso en colisión.

A pesar de que las campañas han quedado reducidas a meros espectáculos e intercambios de prebendas y simpatías, lo cierto es que el departamento de Tarija se juega cosas importantes en los próximos años que van más allá de eslóganes pegadores o actos de fe.

La situación económica es mala, pues el Producto Interior Bruto sigue cayendo a ritmos del seis por ciento desde 2014, cuando el barril de petróleo cayó de 130 dólares a 30 en cuestión de catorce meses y nuestro gas empezó a no ser demandado ni por el mismo valor ni por el mismo volumen, que aparentemente es lo más preocupante. En cualquier caso, el dato económico del PIB, especialmente en Tarija, es altamente ficticio porque mide riquezas que no son propias y que, aunque tienen un impacto en el presupuesto departamental, magnifican un problema que es relativo.

En ese sentido, el impacto del Covid-19 está destruyendo la economía a nivel mundial, mientras que en Tarija el impacto se mantiene constante a pesar de los problemas en las fronteras y otros que más tienen que ver con un déficit de planificación, como el del sector vitivinícola, que con la crisis pandémica.

Probablemente el mayor desafío que tiene Tarija por delante en la próxima legislatura es el de cohesionar sus planes y visualizarse como un departamento unido y capaz de hacer las cosas diferentes después de dos décadas en los que la polarización radical y la chicanería han hecho desperdiciar los mejores años de la economía departamental.

Va a resultar necesario abandonar el localismo extremo y pensar en clave departamental, pero ser departamento implica que las comunidades y municipios estén habitadas

A pesar de eso, Tarija es uno de los departamentos que más población ha logrado fijar en las provincias, es decir, que todavía ocupa su territorio para hacerlo útil y productivo, frente a otros departamentos donde el éxodo rural hacia las urbes es imparable.

El dato derrumba algunos mitos sobre la gestión del presupuesto en los últimos años, pues probablemente demuestra que el gasto corriente en los dispendiosas estructuras político-ejecutivas han dado resultados, en todo caso, de lo que se trata es de comprobar si estamos ante un efecto de corto plazo o una realidad consistente.

Los ajustes tendrán que tener en cuenta esta particularidad del departamento, pero sobre todo, va a resultar necesario abandonar el localismo extremo para empezar a pensar en clave departamental, y ser departamento implica necesariamente que las comunidades y municipios estén habitadas.


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