Bolivia necesita democracia

Desde El País apelamos una vez más a lo contrario, a votar sin complejos, con esperanzas y con sueños. Y hoy más que nunca apelamos a la paz, a ejercer los derechos y asumir las obligaciones que emanan de un sistema democrático, el menos malo de los conocidos

Un año después menos dos días, los bolivianos acuden hoy a las ánforas para definir el futuro Gobierno, pero sobre todo, para definir el futuro del país. La cita con las ánforas se da en medio de una crisis multipolar con varios orígenes y una sola metodología de superación: la Democracia.

La cita de hoy con las ánforas no es una más. La cita con las ánforas de hoy debe ser el primer punto final a una crisis que arrancó hace demasiado tiempo y que nos está empujando al abismo de forma inexorable. El punto álgido de esta crisis tuvo lugar precisamente el pasado 20 de octubre de 2019, el momento en el que todo se descompuso con una seguidilla de malas decisiones del Tribunal Supremo Electoral que puso en cuestión todo el proceso electoral, que venía por demás viciado.

La violencia, la polarización y la anulación del otro han estado a la orden del día desde entonces. Los momentos clave se han ido encadenando, los despropósitos también, y mientras tanto, el país ha ido entrando en una crisis económica que ha tenido un colaborador inesperado y decisivo: una pandemia mundial.

Hoy más de siete millones de bolivianos están llamados a las ánforas para poner los cimientos de una reconstrucción nacional que requiere de transparencia y sinceridad

La crisis del Covid – 19 ha mostrado todas las costuras, las ambiciones y las miserias que enfrentamos en lo cotidiano. La sensación de incertidumbre y la convicción de la gravedad han circulado por nuestros sistemas centrales y, aun así, los bolivianos hemos sido capaces de recomponernos y adaptarnos para seguir en la batalla, en la misma que libramos hace dos siglos.

Hoy más de siete millones de bolivianos están llamados a las ánforas para poner los cimientos de una reconstrucción nacional que requiere de transparencia y sinceridad, algo que no ha sobrado precisamente en la campaña electoral.

Hoy siete millones de bolivianos se encuentran en la misma tesitura que hace doce meses menos dos días, pero los contextos han cambiado radicalmente, y cada cual interpreta el momento en función de su propia emotividad y supervivencia, pero la convicción debe ser la misma: la democracia debe prevalecer.

Los nervios están a flor de piel después de un año de polarización y negación del otro; después de un año de intercambio de relatos y críticas; después de un año de sufrimiento, pero la obligación de todos hoy es participar activamente, cuidar el voto, y aceptar los resultados.

La democracia como concepto ha sufrido un manoseo reiterativo en estos doce meses, donde los relatos se adjudican a los intereses propios sobre quién tiene derecho a participar en unas elecciones y quién no, y por qué es legal o legítimo que unos hagan una cosa y otros no.

La democracia es votar, sin miedo, sin coacciones, libremente, y, después, aceptar los resultados. Las campañas se visten de alegría, pero se basan en el miedo; miedo a perder cosas, miedo al otro, miedo a lo desconocido…

Desde El País apelamos una vez más a lo contrario, a votar sin complejos, con esperanzas y con sueños. Y hoy más que nunca apelamos a la paz, a ejercer los derechos y asumir las obligaciones que emanan de un sistema democrático, el menos malo de los conocidos. Y es que en Democracia gana Bolivia, pero sin Democracia, perdemos todos.


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