La penosa gestión de hidrocarburos

El sector de hidrocarburos necesita definir un rumbo claro, teniendo en cuenta la suficiencia energética alcanzada por nuestros vecinos, y avanzar en esa dirección, sin tapujos, sin complejos, sin premisas irracionales mil veces repetidas

A lo largo de este sábado, o eso se espera, Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) habrá restablecido totalmente la provisión de diésel en Tarija luego de que cientos de transportistas hayan tenido que hacer colas por horas para cargar sus vehículos. Con eso y un par de excusas, el asunto pasará a mejor vida, pero lo cierto es que resulta controvertido que el departamento más al sur del país se quede sin diésel luego de que hace dos semanas lo sufrieran los departamentos del eje.

La falta de previsión se ha vuelto recurrente en el sector, aunque es un mal que viene arrastrado de hace años. Sin embargo, el asunto huele peor cuando se recuerda que el Ministerio autorizó la contratación de la provisión de diésel a precios muy superiores a los de mercado en plena pandemia, cuando el barril de petróleo se derrumbaba, y justificando en que los precios se ajustaban al momento de la contratación y que lo importante era no quedarse sin combustible.

El problema con el diésel, aun anunciado con tanto tiempo, es el corolario a una gestión que se ha concentrado en otras cosas y no en los problemas y urgencias del sector en Bolivia, ni en la generación ni en la provisión. Afortunadamente, el Ministro Víctor Hugo Zamora, que amenazó con afrontar una reestructuración integral del sector a pesar de liderar una gestión transitoria, no ha podido llevarla a cabo, probablemente por falta de capacidad.

La gestión transitoria ha evidenciado los riesgos de gestionar el sector sin ideas claras y sin rumbo definido

YPFB ha tenido cuatro presidentes, la ANH dos, infinidad de vicepresidencias, direcciones y cargos intermedios han ido entrando y saliendo a la luz de múltiples escándalos. Algunos tienen que ver con la delincuencia común, como lo de favorecer a una empresa u otra para contratar desde un seguro hasta un cattering pasando por la provisión del diésel o la contratación de vuelos; otros, sin embargo, tienen que ver con la lealtad y el bien común, como lo de negociar una adenda al contrato de exportación con Brasil cediendo en puntos clave, como el costo del transporte que ahora asume Bolivia, y además ponerle una cláusula de confidencialidad que oculta al país los términos específicos.

La gestión llega a su fin y Tarija en concreto no ha podido resolver ninguno de los problemas que se supone podrían facilitarse con un Gobierno de transición y con un Ministro tarijeño: Tariquía sigue, la Ley de Incentivos también – salvo el parón de pandemia -, Bermejo sigue sin tener gas para el ingenio, Margarita no se toca, la petroquímica sigue en el olvido y las petroleras que operan en Tarija siguen residiendo fiscalmente en Santa Cruz, donde también contratan la inmensa mayoría de sus servicios.

Es cierto que el sector de hidrocarburos necesita definir un rumbo claro, teniendo en cuenta la suficiencia energética alcanzada por nuestros vecinos, y avanzar en esa dirección, sin tapujos, sin complejos, sin premisas irracionales mil veces repetidas. La transición ha dejado claro lo peligroso que es dejar el sector a la deriva. Sea quien sea quien llegue a gobernar, debe abordar la situación de inmediato.


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