Brasil, la adenda y las trampas soberanas

A falta de conocer los detalles más relevantes, el Ministerio de Hidrocarburos y YPFB han logrado llevar adelante la firma de una adenda al contrato GSA, vigente desde 1999, que amplía la exportación de gas a Brasil por cuatro años más luego de que el contrato feneciera en 2019 dejando un...

A falta de conocer los detalles más relevantes, el Ministerio de Hidrocarburos y YPFB han logrado llevar adelante la firma de una adenda al contrato GSA, vigente desde 1999, que amplía la exportación de gas a Brasil por cuatro años más luego de que el contrato feneciera en 2019 dejando un saldo de entrega de hasta 1,7 Trillones de Pies Cúbicos (TCF por sus siglas en inglés).

Pese a llevar desde 2013 hablando de la renovación del contrato, cuando todavía había sintonía política entre los regímenes del Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil y del Movimiento Al Socialismo (MAS) en Bolivia, lo cierto es que la concreción del mismo se ha logrado en una negociación acelerada entre un Gobierno de Transición como el que encabeza Jeanine Áñez y el Gobierno de Jair Bolsonaro, que en principio era muy poco amigo de continuar con este negocio y apostaba más por concluir como fuera la relación bilateral.

Probablemente la sintonía política, o la aversión mutua a Evo Morales, ha logrado que se sienten bases para ampliar al menos por cuatro años la relación comercial para liquidar lo pendiente. Todavía no se conocen los detalles, pero según esbozó el ministro Víctor Hugo Zamora, se trataría de seguir suministrando entre 14 y 20 millones de metros cúbicos al día, manteniendo la fórmula de cálculo de precios actual, es decir, ligada a una canasta de varios productos en el que el barril WTI resulta determinante.
Probablemente la sintonía política, o la aversión mutua a Evo Morales, ha logrado que se sienten bases para ampliar al menos por cuatro años la relación comercial para liquidar lo pendiente del GSA
El volumen es inferior al que se tenía pactado en el contrato original, y que podía alcanzar hasta los 30,5 millones de metros cúbicos, aunque solo exigiera un mínimo de 24 millones de metros cúbicos de pago obligatorio, que es a lo que se limitó el Gobierno de Brasil en los últimos años, e incluso menos.

Queda por conocer, por ejemplo, que pasará con el porcentaje acordado en la adenda V y que permitía ser tratado en la planta Separadora de Líquidos de Río Grande, y también otros detalles como las penalidades por incumplimiento, etc., que darán un panorama más acorde.

El Gobierno Áñez y en particular el ministro de Hidrocarburos Víctor Hugo Zamora logra sacar adelante un asunto espinoso, que por el momento y por lo que se conoce, no contiene estridencias.

Ahora, la ampliación de cuatro años no debe hacer olvidar el asunto central que preocupa y mucho a los expertos: la producción está escaseando y las reservas también, por mucho que puedan ser paliadas con proyectos de riesgo ambiental alto como la exploración en las Reservas Naturales o la autorización del fracking para extraer hidrocarburo no convencional, ya en marcha en el área de Miraflores, pero sobre todo, pronto no habrá a quien vender.

Brasil tiene en marcho los proyectos en el Presal, frente a las costas de Sao Paolo, que con seguridad abastecerá a su cinturón industrial en condiciones competitivas; Argentina está desarrollando Vaca Muerta, con una capacidad inmensa para abastecer todo el cono sur. Bolivia, mientras tanto, sigue sin lograr un acceso soberano al mar para ingresar al mercado del GNL, o en su defecto, algún acuerdo transaccional para hacerlo por Perú. ¿Qué dirá entonces el Ministro que se empeña en ridiculizar la voluntad boliviana de querer utilizar su gas?

La única vía que garantiza un uso más o menos soberano de nuestro gas es la industrialización, cuyos proyectos se han dejado a medias en todo el país y siguen ocultos entre la angurria y la desidia de los políticos. Ojalá estos cuatro años de ingresos de exportación puedan orientarse hacia un proyecto soberano y liberador, y no a hacer más canchas de fútbol, que al final, como quedó en evidencia, no sirvieron para nada.

 

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