El círculo de la inseguridad
La violencia durante las últimas semanas ha recrudecido en Tarija, hechos increíbles en otros tiempos hoy se han convertido en el acontecer diario. Dos jóvenes fueron víctimas de atraco, la madrugada del viernes posterior al Jueves de Compadres. Ambas personas resultaron con heridas en el...
La violencia durante las últimas semanas ha recrudecido en Tarija, hechos increíbles en otros tiempos hoy se han convertido en el acontecer diario. Dos jóvenes fueron víctimas de atraco, la madrugada del viernes posterior al Jueves de Compadres. Ambas personas resultaron con heridas en el cuello y con las pertenencias robadas. Tres días más tarde nos tocó lamentar el fallecimiento de un joven a causa de varias heridas con arma blanca.
El hecho sucedió en las afueras de un local de Tomatitas, tras la feria departamental de la Huminta. Estos casos empañan a nuestro departamento y una vez más reflejan la gran debilidad de la fuerza del orden, que es la de garantizar seguridad. Esto ha desencadenado en que el temor se apodere de las calles y la desconfianza en los responsables de traernos paz aumente.
De acuerdo a la experta Alba Luz Robles Mendoza, quien escribió sobre inseguridad pública delictiva, los efectos cotidianos de la violencia y de la criminalidad tienen dos sentidos: en primer lugar, por la comunidad y sus miembros, sea bajo la forma de eventos concretos, o sea a través de la “sensación de inseguridad”.
Esta sensación de inseguridad desarrolla expresiones concretas emocionales, siendo algunas de las más importantes el miedo, la angustia, la ansiedad y otras más que desencadenan en trastornos de personalidad específicos.
El estudio realizado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sobre el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) para la Gobernación del departamento de Tarija concluyó -como resultado preliminar- que solo el 1.4 por ciento de la población del municipio de Tarija confía en la Policía nacional. La cifra es consecuencia de lo que estamos viviendo.
“La confianza en la respuesta de la policía ante hechos delictivos es baja (9 por ciento) y significativamente más baja en el municipio de Tarija que en los otros municipios (1.4 por ciento)”, explica el informe.
Las causas son varias y todas ellas desgastaron la confianza en la institucionalidad de la Policía boliviana.
“Los casos de corrupción, la complicidad, el silencio, la violencia de género dentro de la instancia son algunos puntos que marcaron des-confianza”, citaron las juntas vecinales. Pero el sentimiento de inseguridad no es algo aislado, pues afecta a muchos planos.
Según Robles a consecuencia de esto existe: rompimiento del sentido de comunidad, acrecentamiento de estigmas, abandono de los espacios públicos como áreas seguras y de recreación, actitudes desfavorables sobre la impartición de justicia penal y la punibilidad del delito.
Pero también existen efectos psicológicos negativos a nivel individual y éstos radican en el cambio de hábitos frente a la criminalidad, es decir adoptar medidas de seguridad, como evitar transitar por ciertas zonas, no asistir a espacios de recreación, evitar tomar taxis, entre otros.
Todo esto quiere decir que mientras crece el delito y va acabando con varias vidas, el sentimiento de inseguridad se agranda, la población en pánico va tomando “a tientas” medidas extremas de seguridad, lo cual también de alguna manera impacta en la economía y con ello en la calidad de la vida urbana. Una vez más el romper el círculo de la inseguridad ciudadana se pone como reto principal para las nuevas autoridades policiales
El hecho sucedió en las afueras de un local de Tomatitas, tras la feria departamental de la Huminta. Estos casos empañan a nuestro departamento y una vez más reflejan la gran debilidad de la fuerza del orden, que es la de garantizar seguridad. Esto ha desencadenado en que el temor se apodere de las calles y la desconfianza en los responsables de traernos paz aumente.
De acuerdo a la experta Alba Luz Robles Mendoza, quien escribió sobre inseguridad pública delictiva, los efectos cotidianos de la violencia y de la criminalidad tienen dos sentidos: en primer lugar, por la comunidad y sus miembros, sea bajo la forma de eventos concretos, o sea a través de la “sensación de inseguridad”.
Esta sensación de inseguridad desarrolla expresiones concretas emocionales, siendo algunas de las más importantes el miedo, la angustia, la ansiedad y otras más que desencadenan en trastornos de personalidad específicos.
El estudio realizado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sobre el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) para la Gobernación del departamento de Tarija concluyó -como resultado preliminar- que solo el 1.4 por ciento de la población del municipio de Tarija confía en la Policía nacional. La cifra es consecuencia de lo que estamos viviendo.
“La confianza en la respuesta de la policía ante hechos delictivos es baja (9 por ciento) y significativamente más baja en el municipio de Tarija que en los otros municipios (1.4 por ciento)”, explica el informe.
Las causas son varias y todas ellas desgastaron la confianza en la institucionalidad de la Policía boliviana.
“Los casos de corrupción, la complicidad, el silencio, la violencia de género dentro de la instancia son algunos puntos que marcaron des-confianza”, citaron las juntas vecinales. Pero el sentimiento de inseguridad no es algo aislado, pues afecta a muchos planos.
Según Robles a consecuencia de esto existe: rompimiento del sentido de comunidad, acrecentamiento de estigmas, abandono de los espacios públicos como áreas seguras y de recreación, actitudes desfavorables sobre la impartición de justicia penal y la punibilidad del delito.
Pero también existen efectos psicológicos negativos a nivel individual y éstos radican en el cambio de hábitos frente a la criminalidad, es decir adoptar medidas de seguridad, como evitar transitar por ciertas zonas, no asistir a espacios de recreación, evitar tomar taxis, entre otros.
Todo esto quiere decir que mientras crece el delito y va acabando con varias vidas, el sentimiento de inseguridad se agranda, la población en pánico va tomando “a tientas” medidas extremas de seguridad, lo cual también de alguna manera impacta en la economía y con ello en la calidad de la vida urbana. Una vez más el romper el círculo de la inseguridad ciudadana se pone como reto principal para las nuevas autoridades policiales