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Los escondites de Tariquía

Visto todo lo sucedido en octubre y noviembre en este país, nadie puede decir que el más mínimo tema de polémica no haya sido fundamental en el desenlace. Uno de ellos, por ejemplo, es el proyecto de exploración petrolera en Tariquía. El Gobierno de Evo Morales se la jugó con la...

Visto todo lo sucedido en octubre y noviembre en este país, nadie puede decir que el más mínimo tema de polémica no haya sido fundamental en el desenlace. Uno de ellos, por ejemplo, es el proyecto de exploración petrolera en Tariquía.

El Gobierno de Evo Morales se la jugó con la exploración en la Reserva Natural emblemática de Tarija y la resistencia no se hizo esperar. El Ministro de Hidrocarburos de aquel entonces, Luis Alberto Sánchez, tarijeño como el actual y como su antecesor, contaba con que los comunarios en el territorio eran fieles leales al Movimiento Al Socialismo y que la riqueza promocionada, en tiempos de crisis económica en el departamento, eliminaría cualquier resistencia.

Sánchez hablaba entonces de que el proyecto en el área San Telmo Norte, que se encuentra ubicada en las provincias Gran Chaco, O`Connor y Arce, contaba con un potencial de 1,08 Trillones de Pies Cúbicos (TCF). Por entonces, Sánchez negaba que estos pozos – el Domo Osso X1 y el X2 – estuvieran dentro de la reserva. El proyecto se adjudicó en comandita a YPFB Chaco y Petrobras, aunque en este caso era la empresa brasilera la que ejerce como operadora. Entonces se hablaba de una inversión de más de 193 millones de dólares para obtener una renta petrolera estimada de 5.181 millones de dólares.
Para la historia de la vergüenza quedan esas imágenes del ingreso de YPFB y el Ministerio a la Reserva, con un fuerte contingente policial aporreando comunarias y ancianos.
De la otra área, Astilleros, ubicada en las provincias de Gran Chaco y Arce y concretamente en la zona de San Antonio – El Cajón, que une a Bermejo y Caraparí, Sánchez decía que sí estaba dentro, pero que había logrado el respaldo de los dirigentes y comunarios del lugar. Entonces se estimaba un trillón de pies cúbicos y se había adjudicado a las mismas empresas, salvo que en este caso actuaba como operador YPFB Chaco. En este caso, se estimaba una inversión de 489 millones de dólares para una renta de 3.734,5 millones de dólares.

El proyecto nunca fue socializado como se debía; la consulta previa fue irregular según reconocieron los propios gestores de aquella y cualquier cuestionamiento fue tildado de “político opositor”. El resultado fue una gran movilización y sentimiento de rechazo en la globalidad de Tarija más allá de que los vecinos del proyecto estuvieran más o menos de acuerdo. Para la historia de la vergüenza quedan esas imágenes del ingreso de YPFB y el Ministerio a la Reserva, con un fuerte contingente policial aporreando comunarias y ancianos.

Cuando la campaña electoral se estrechó, las autoridades de entonces decidieron silenciar el asunto, retrasaron el contrato de San Telmo, por Chiquiacá, y dejaron hacer discretamente en Astilleros, por Bermejo. El mensaje oficial era que “no hay nada en Tariquía”, y aunque era probablemente demasiado tarde para todo.

El actual Gobierno también anunció una paralización de los proyectos, con matices y con precauciones. Actualmente todo se debate. Los contratos están vigentes y es preciso dar respuestas serenas. Todo parecería más fácil para un Gobierno de transición que para uno que apueste por mantenerse. En cualquier caso, Astilleros, San Telmo, Churumas y demás, son parte de lo mismo, la Reserva Nacional de Flora y Fauna de Tariquía.

 

 

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