Tarija y su afán turístico

Tarija está en plena temporada alta de turismo en un año que con diferencia será uno de los peores que se recuerdan, pues a la tradicional baja de turistas argentinos, que ya se registra incluso desde antes de la “era Macri”, se suma el bajón en territorio nacional producto de la...

Tarija está en plena temporada alta de turismo en un año que con diferencia será uno de los peores que se recuerdan, pues a la tradicional baja de turistas argentinos, que ya se registra incluso desde antes de la “era Macri”, se suma el bajón en territorio nacional producto de la inestabilidad y las muchas semanas de inactividad por asuntos políticos.

Con todo, una buena cantidad de jóvenes en busca de esas “noches interminables” y algunas familias están llegando al departamento para encontrar un poco de paz y tranquilidad, descansar al sol y degustar unos buenos vinos y algún asado. Con o sin querer, el turismo en Tarija se viene asociando precisamente a estos placeres tan sencillos como compartir en familia y alejarse de lo cotidiano.

Tarija ofrece lo necesario para ese tipo de turismo. No tienen razón esos que a menudo predican el “en Tarija no hay nada”, convirtiéndose en pésimos embajadores; ni tampoco aquellos que prometen el paraíso terrenal. En el valle tarijeño hay lo que hay, y eso es lo que hay que cuidar, pero sin embargo, no siempre se hace así.

En las primeras semanas del año se han registrado numerosas visitas, con sus consiguientes salidas al campo, pero los montones de basura se van convirtiendo en recurrentes en casi todos los lugares turísticos.

Es el caso de los alrededores de Tomatitas, San Lorenzo y las faldas de Sama, donde sus cascadas se ven tantas veces acosadas por la basura. Es también el caso de San Jacinto, por mucho que se haya cambiado la cara con el nuevo asfalto.

Ese tal vez es el cambio más significativo que ha mejorado algo el tortuoso tráfico, y que viene a ser el otro denominador común de casi todos los puntos más o menos turísticos o con cierta afluencia de gente.

La costumbre de movilizarse en vehículo propio y la mala costumbre de no respetar las normas, o pretender meterse hasta el mismo medio del lugar a visitar conlleva ciertas molestias que se deberían regular de alguna manera.

Desde tiempos inenarrables se habla de Tarija como un lugar de destino turístico y se han hecho incontables ferias, así como tours y viajes promocionales al interior del país, cuyos resultados pueden ser controvertidos.

La infraestructura y la propia atención brindada cambia muy despacio, de hecho, de forma casi imperceptible.

Todas las autoridades e instituciones hablan del turismo como camino de desarrollo, pero a la vez, apenas se ha definido el perfil de los turistas que se buscan. Más al contrario, se trata de ocultar a aquellos que llegan buscando grandes diversiones – y que volverán a llegar por Carnaval – para fomentar otros turismos para el que no estamos adaptados, como el de la tercera edad o el de alto poder adquisitivo.

Como cada temporada turística, los reclamos saltan y las justificaciones se repiten. Es verdad que este año hay un problema de contexto sobre el que poco se pudo hacer, el circulante es menor y por tanto, hay que adecuarse. El desafío, en cualquier caso, sigue vigente.

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