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No jugar a los hidrocarburos

Con el gobierno transitorio ya acomodado para enfrentar al menos los próximos seis meses de gestión, lo que incluye administrar un presupuesto casi completo, sus actores empiezan a hacer planes de corto plazo, pero casi siempre pensando en el largo. Y en ese contexto, los hidrocarburos pasan...

Con el gobierno transitorio ya acomodado para enfrentar al menos los próximos seis meses de gestión, lo que incluye administrar un presupuesto casi completo, sus actores empiezan a hacer planes de corto plazo, pero casi siempre pensando en el largo. Y en ese contexto, los hidrocarburos pasan por ser el asunto central ante la inminente incertidumbre que recorre el país.

Si alguien agradeció la precipitación de la caída del régimen de Evo Morales fue su ministro de Hidrocarburos Luis Alberto Sánchez, el que más tiempo duró en el cargo fundamentalmente por el apoyo cerrado que le dio el Presidente, sobre todo en momentos de mucha controversia, y que sin embargo acabó renunciando un par de horas de que lo hiciera su mentor y protector.

Los hidrocarburos han sido en este siglo el pilar fundamental del desarrollo patrio; la Ley de Hidrocarburos y el Decreto de Nacionalización abrieron el periodo más benigno en ingresos para el país. Las regalías e impuestos se multiplicaron exponencialmente, haciendo de estos trece años de Gobierno de Morales un periodo con más ingresos que todos los anteriores.

Sin embargo, las dudas en la industrialización y la extraña confianza depositada en las transnacionales, además del gusto por el gasto corriente, frustró un salto cualitativo que hubiera colocado al país en otra dimensión. Nadie se encargó en serio de aumentar las reservas, y el resultado han sido titubeos múltiples a la hora de abordar proyectos grandes: la petroquímica de Yacuiba o el GNL por Ilo, a lo que se ha sumado la más que previsible retirada de los socios compradores, Brasil y Argentina, que sí se encargaron de desarrollar sus propios proyectos: el presal en aguas profundas brasileras y Vaca Muerta – que es fracking – a las faldas de la cordillera andina argentina. Por el medio, mil dudas en cuanto a la eficiencia.
El exministro Luis Alberto Sánchez asumió el Ministerio en 2015 y dada su formación ortodoxamente liberal, optó por la vía rápida: fracking, exploración en reservas protegidas y subasteo de toda área posible al mejor postor, triquiñuelas de costos recuperables por el medio
El exministro Luis Alberto Sánchez, es cierto, asumió el Ministerio en 2015, ya cuando las posibilidades de éxito eran difíciles, y dada su formación ortodoxamente liberal, optó por la vía rápida: fracking, exploración en reservas protegidas y subasteo de toda área posible al mejor postor, triquiñuelas de costos recuperables por el medio. Sánchez fue también quien concedió una adenda a la baja a la Argentina tras una negociación desastrosa, en la que el Gobierno de Macri estuvo seis meses sin pagar; y quien dejó expirar el contrato con Brasil sin acordar los términos futuros a partir de junio de 2019, quedando encima al debe.

No es raro, por lo tanto, que el Ministro Sánchez, especialista en celebrar hasta el más mínimo gesto por todo lo alto, y prometer docenas de millones por doquier, renunciara unas horas antes que Morales. Y es curioso que el cargo haya ido a parar a otro tarijeño, Víctor Hugo Zamora.

El panorama no es muy optimista, aunque tampoco es desolador. Zamora debe poner en orden y sincerar la información de reservas y después, tomar las decisiones a corto plazo que permitan seguir creciendo, o al menos no frustrar proyectos a largo plazo.

Nada es más importante que definir seriamente el volumen de reservas y establecer la reserva estratégica que permita desarrollar los proyectos nacionales de largo plazo. Después vendrá todo lo demás. Zamora debe tomar buena nota de todos los errores y fracasos de Sánchez, fundamentalmente para no repetirlos.

 

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