Fin de campaña, partido abierto

Hoy se acaba estrictamente una campaña electoral que pasa por ser la más larga de la historia de Bolivia, en tér-minos formales, y también una de las más anodinas, a pesar de que también son la antesala de la elección más incierta de los últimos años. Desde mañana, los candidatos no...

Hoy se acaba estrictamente una campaña electoral que pasa por ser la más larga de la historia de Bolivia, en tér-minos formales, y también una de las más anodinas, a pesar de que también son la antesala de la elección más incierta de los últimos años.

Desde mañana, los candidatos no pueden pedir el voto, aunque eso no significa que vayan a dejar de aparecer, sino que bajarán el volumen de sus propuestas y empezarán a hacer análisis y animar a la participa-ción. Además, desapa-recerán algunas figuras de la primera línea y aparecerán otras. Ayer mismo irrumpieron dos sujetos tan paradigmáti-cos como Gonzalo Sán-chez de Lozada (Goni) y Branko Marinkovic con dos mensajes diferentes, pero en cualquier caso, detalladamente previs-tos.

La campaña se lanzó oficialmente nada más se conoció el resultado del 1 de octubre en La Haya, aunque algunos consideran que todo el proceso hasta llegar a la Corte Internacional de Justicia ya formaba parte de un plan preciso para precisamente los dos candidatos con más po-sibilidades. En cualquier caso, el resultado fue negativo.

En previsión – o por casualidad -, ya se había lanzado la Ley de Partidos que con-templaba por primera vez en la historia Primarias obligatorias para los partidos en Bolivia. Todos los plazos se adelantaron y en noviembre ya se estaban presentando candidaturas y en enero votando.

En el aire estaban los resultados del refe-réndum del 21 de febrero de 2016, la sen-tencia constitucional con el Pacto de San José como marco y la habilitación de Mo-rales como candidato. El espíritu del 21F no sirvió, como predicaban los opositores, para unir, sino que más bien se habilitaron tantas candidaturas como hacía años no se veían.

Un total de nueve binomios, casi todos con figuras o auspicios anteriores a Evo Morales, participaron en unas primarias sui géneris, en las que solo hubo un bino-mio por cada partido. Personajes como Jaime Paz, Carlos Mesa o Víctor Hugo Cárdenas, daban pasos adelante; partidos como la UCS o el MNR apostaban por con-currir individualmente. La sorpresa llegó con la unión entre Demócra-tas y Unidad Nacional, los dos partidos – sobre todo el segundo – con más implantación en el país y que decidían ri-valizar con Carlos Mesa, durante años el opositor mejor valorado en las encuestas. Dos semanas después, Samuel Doria Medina decidía apartar a Unidad Nacional de esa alianza.

Desde entonces es un todos contra todos, con el “espíritu del 21F” abandonado a un rincón mientras los políticos de casi siempre pugnaban por desbancar a un Evo Morales refortalecido con los acontecimientos de la propia oposición, los resultados concretos del cambio en Argentina y un mensaje a medida: Futuro Seguro.

Las encuestas, por supuesto, no han des-pejado ningún tipo de duda. Todas han dado a Morales por encima, y la mayoría ha dado opciones de segunda vuelta contra Carlos Mesa, pero con muy poco margen de error para ese partido. El partido está abierto y hay que asumirlo con la mayor de las vocaciones democrática, y sobre todo, en paz.

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