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Sánchez y el camino de Perú

Después de unos cuantos convenios bienintencionados sobre estudios de ventas de gas, en términos hipotéticos y hablando de mucho futuro, el gabinete binacional Bolivia – Perú celebrado el martes en Ilo le dio al ministro Luis Alberto Sánchez de firmar nuevos convenios, esta vez con algo...

Después de unos cuantos convenios bienintencionados sobre estudios de ventas de gas, en términos hipotéticos y hablando de mucho futuro, el gabinete binacional Bolivia – Perú celebrado el martes en Ilo le dio al ministro Luis Alberto Sánchez de firmar nuevos convenios, esta vez con algo más de sentido vertebrador del horizonte hidrocarburífero en el país.

Ni el Ministerio ni el Gobierno van a dejar de utilizar el eslogan de “Corazón energético”, porque suena churo, pero desde hace ya varias gestiones el lema no es más que un buen propósito sin datos de respaldo. No hay un “mar de gas” en Boyuy y no tenemos una producción capaz de hacer frente a lo que Argentina ya produce en Vaca Muerta y Brasil en el Presal, y salvo que los planes del fracking en el país avancen sigilosa y rápidamente en el país, no hay una perspectiva de que la cosa vaya a cambiar en el corto plazo.

Lo cierto es que Gonzalo Sánchez de Lozada huyó en helicóptero en 2003 porque quería vender GNL en barcos metaneros a Estados Unidos, pero a través de Chile. Había mil motivos para oponerse a ese proyecto en ese momento, y había seguramente otros mil motivos para cuestionar la segunda presidencia del más aventajado de los Chicago Boys en Bolivia, pero el detonante fue Chile.

Tras el impase de Mesa y su referéndum, el Gobierno del MAS que emanó de las ánforas en 2005 aplicó la nacionalización y bajo la tutela de Andrés Soliz Rada en Hidrocarburos, se dispuso a recuperar la soberanía y la dignidad a través de proyectos precisos y ambiciosos en la industrialización y la distribución del gas por todo el país. No era tan complicado ni formaba parte de ninguna conspiración. De lo que se trataba era de utilizar el gas. De aprender a utilizarlo porque en algún momento alguien nos dejaría de comprar por cualquier motivo.
A la fecha no hay exploración, no hay mercados y no hay alternativas de negocio por la parálisis de la industrialización petroquímica. En lo inmediato se traduce en una caída de producción, pero también desincentiva la exploración, etc., y da más fuerza de negociación a Brasil y Argentina, porque básicamente los necesitamos
Ese era el plan. A nadie le apetecía volver a mencionar los proyectos de ultramar con el riesgo que había conllevado, y de lo que se trataba era de aprovechar las renegociaciones de los dos contratos de larga duración (Brasil hasta este mes de este año y Argentina hasta 2026) para apuntalar nuestras capacidades y no depender de las ventas a finales de esos contratos.

Lo cierto es que el gasto corriente y la campaña permanente se fue llevando por delante todos los buenos propósitos, y ni el gas resultó infinito ni los “socios, no patrones” se comportaron de otra forma que no fuera la específicamente empresarial – capitalista.

A la fecha no hay exploración, no hay mercados y no hay alternativas de negocio por la parálisis de la industrialización petroquímica. En lo inmediato se traduce en una caída de producción, pero también desincentiva la exploración, etc., y da más fuerza de negociación a Brasil y Argentina, porque básicamente los necesitamos.

En ese marco, evidentemente firmar el convenio para hacer el estudio a diseño final para alcanzar Ilo, sea independientemente o conectando a ductos peruanos , para participar del mercado mundial es una buena noticia que evidentemente llega muy tarde, pues hace un lustro que se habla de lo mismo sin avances.

Ojalá fuera la primera rectificación para volver a una ruta de soberanía y autosuficiencia, que evidentemente requiere mucho trabajo e inversión y menos política. Ojalá quedara tiempo.

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