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El debate sobre las Reservas Internacionales no es falso, está mal enfocado

Hace unos días, el Ministro de Economía, Luis Arce Catacora, publicó un pronunciamiento en el que califica el debate sobre las Reservas Internacionales Netas (RIN) como un “falso debate”. En la nota, el ministro Arce puntualiza algunas verdades (como el elevado nivel de reservas comparado...

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Hace unos días, el Ministro de Economía, Luis Arce Catacora, publicó un pronunciamiento en el que califica el debate sobre las Reservas Internacionales Netas (RIN) como un “falso debate”.
En la nota, el ministro Arce puntualiza algunas verdades (como el elevado nivel de reservas comparado con la época neoliberal, etc.). Pero yerra al calificar a todo discrepante o escéptico como “neoliberal”, sin diferenciar los contenidos de las observaciones de unos y otros.
El tema de fondo respecto a las RIN no es de contabilidad, ni de aritmética, ni de comparaciones de cifras del pasado y presente, ni de tasas de crecimiento o inflación. Todos estos puntos son dignos de discusión y debate, pero el tema de fondo y verdaderamente importante es más bien de filosofía: si este nuevo uso de las RIN es malo o bueno para Bolivia y sus objetivos de liberación nacional.
Ciertamente, para los neoliberales es algo malo; las RIN no se deben tocar más que para ser enviadas a bancos, agencias y países del mundo desarrollado, financiando aún más su desarrollo. Además, a tasas irrisoriamente bajas, con el pretexto de preservación del valor en instrumentos de bajo riesgo.
También está claro que para el presidente del BCB, usar una parte de las RIN para financiar la inversión pública es algo bueno: ello permitirá “capitalizar el país con proyectos de inversión que generen una capacidad productiva y más tarde logren mayores ingresos de divisas”.
Desde este medio de comunicación siempre hemos cuestionado que se utilicen las RIN para financiar las economías desarrolladas, calificadas por el propio gobierno como “el imperio”, y recibiendo rendimientos que bordean el 1% anual. Hemos abogado por usarlas para nuestro propio desarrollo, y para impulsar una nueva arquitectura financiera que permita la emancipación de nuestros países del Sur global.
Por tanto, no estamos en contra del aparente -aunque parcial e incipiente- cambio de rumbo, y en todo caso nos preguntamos, ¿por qué tan tarde?
En realidad, nuestra preocupación sobre este nuevo uso de las RIN se centra en el tipo de proyectos que se financiará con estos recursos.
Si la idea es seguir construyendo obras públicas de escasa o nula rentabilidad (aeropuertos sin pasajeros, estadios sin espectadores, canchas de futbol y coliseos, museos, casas grandes del pueblo, sedes, etc.) cuyo objetivo es simplemente inflar las cifras de crecimiento del PIB, debemos declararnos en contra.
Pero si estos dineros se usarán para industrializar el país, capitalizar las empresas nacionales y generar emprendimientos públicos y privados que aumenten las exportaciones y fortalezcan el aparato productivo boliviano -lo que a su vez generará el aumento de las reservas de divisas vislumbrado por el presidente del BCB-, no podemos más que aplaudir.
El debate no es entonces falso, y nunca es malo. Si el gobierno quiere acallar críticas, dudas y temores, la mejor forma será mostrar con lujo de detalle los proyectos que se financiarán con las RIN, así como los rendimientos y rentabilidades de los mismos y los plazos para lograr estos resultados. Caso contrario, las declaraciones que no incluyan esta crucial información, podrán ser tomadas como demagogia.

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