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Tariquía bajo asedio

El momento definitivo ha empezado. Petrobras avanza desde el norte y YPFB Chaco desde el este. Una por el área de San Telmo, otra por el área de Astillero. Una con toda la resistencia de los comunarios del corazón de la Reserva y de las áreas productivas en las zonas de menor protección que...

El momento definitivo ha empezado. Petrobras avanza desde el norte y YPFB Chaco desde el este. Una por el área de San Telmo, otra por el área de Astillero. Una con toda la resistencia de los comunarios del corazón de la Reserva y de las áreas productivas en las zonas de menor protección que no acaban de entender cuál será el beneficio para tanto riesgo y la otra por un camino de rosas que aparentemente ha sembrado el distrito 11 de Padcaya, apostado sobre el río Tarija, y que es uno de los más despoblados del departamento.

Los comunarios y activistas que resisten el avance en San Telmo se aferran a un concepto visceralmente perverso: la consulta previa. Un procedimiento que alguien se sacó de la chistera para presentarse como garantista de los derechos adquiridos por indígenas y campesinos y que se convirtió en un mero trámite expuesto a la corrupción más indolente. Los contratos se firman primero y luego se hacen las consultas, dicen, porque es muy caro. ¿Qué posibilidades hay de que un centenar de comunarios resistan el asedio de los representantes del negocio legal más lucrativo del mundo?

Lo cierto es que, aun así, las petroleras insisten en que la consulta sí se ha hecho, aunque no se haya consultado a todos los habitantes de la Reserva y por lo tanto, el acceso a las áreas concesionadas es completamente legal. Tanto que incluso pueden pedir el resguardo de la Policía Nacional para ello.

Hay alternativas mientras haya resistencia, pero también resulta imprescindible recordar los motivos que han llevado hasta este momento y señalar a los responsables. Las áreas protegidas dejaron de serlo a partir de un decreto del actual ministro de Hidrocarburos Luis Alberto Sánchez pidió al presidente Evo Morales, que en sus cálculos políticos le temió más a una crisis económica que a una crisis medioambiental.

De eso se trataba. Levantar la protección y operar en una Reserva Natural que además ya había sido depredada en los liberales años 50 y 70 del siglo pasado era el camino fácil para obtener algún resultado exitoso en exploración, materia en la que se viene aplazando el Gobierno desde hace década y media. Lo contrario hubiera sido mantener la protección y apostar por otras formas de desarrollo más complejas – que en década y media podían haber germinado -. A Evo Morales no le importó sacrificar su perfil de defensor de la Madre Tierra que se ha forjado en el exterior a cambio de asegurar un flujo de recursos constantes en el bolsillo del Gobierno para mantener el elevado gasto corriente que apuntala el proceso.

Y es que parecería que la política es ya solo una cuestión de impresiones y de postverdades. Morales apostó después también por el fracking, pero aun así sigue hablando de la Pachamama y sus derechos en los foros de mayor calado internacional.
El proceso de consulta previa debería denominarse de otra manera; un proceso de acoso y derribo en el que los de siempre ganan y los de siempre tienen que callar y ser humillados e incluso cuestionados “porque a cambio de algo es”.

En pleno año electoral y con numerosos desafíos por delante, es tiempo de que cada cual asuma su responsabilidad en esta acción y haga los compromisos pertinentes para cumplirlos después. No cabe más demagogia.

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