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Un Estado poco plural y poco nacional

Hoy se celebra el día de la Fundación del Estado Plurinacional, que recuerda la toma de posesión de Evo Morales y sus ministros el 22 de enero de 2010; no así el día en que se aprobó la nueva Constitución Política, que fue el 25 de enero de 2009. Esa particularidad ha servido para...

Hoy se celebra el día de la Fundación del Estado Plurinacional, que recuerda la toma de posesión de Evo Morales y sus ministros el 22 de enero de 2010; no así el día en que se aprobó la nueva Constitución Política, que fue el 25 de enero de 2009. Esa particularidad ha servido para convertir la fecha en un festejo más de Gobierno que de Estado y que con el paso del tiempo ha ido tomando todavía más carácter proselitista que nacional.

Para este 2019 eminentemente electoral no se espera otra cosa del discurso presidencial sino el mismo conjunto de datos y números comparativos de sus 14 años de Gobierno respecto a la etapa anterior poniendo énfasis en la estabilidad económica, que resulta ser una década y media después la principal fortaleza para enfrentar la campaña de un partido que llegó prometiendo revoluciones.

Objetivamente han pasado nueve años del Estado Plurinacional, nueve años de vigencia de una Constitución a la que todavía seguimos llamando “nueva” probablemente por lo extensa que es, que la hace todavía desconocida y tiene todavía demasiados asuntos por desarrollar.
Las mayorías absolutas posteriores y los dos tercios alcanzados en la Asamblea Plurinacional permitieron desarrollar las leyes orgánicas con visiones no siempre coincidentes con lo que inspiró el texto constitucional
La Constitución Política del Estado, después de muchas tensiones y pugnas, fue aprobada por un 61 por ciento de la población gracias sobre todo a la inclusión del capítulo autonómico, aunque por entonces el padrón todavía seguía siendo endeble, se sumaron poco más de 3,5 millones de votos con una participación del 90%. En 2016, el referéndum del 21F contó con 5.490.919 votantes, el 84% de los inscritos.

El nacionalismo de izquierdas acompañó los primeros años de la gestión de Evo Morales e inspiraron capítulos de la Constitución Política; pero para entonces ya se había debilitado la participación en el gabinete. Las mayorías absolutas posteriores y los dos tercios alcanzados en la Asamblea Plurinacional permitieron desarrollar las leyes orgánicas con visiones no siempre coincidentes con lo que inspiró el texto constitucional. Con el paso de los años, el propio MAS se ha ido convirtiendo en un partido endogámico, alejado de cualquier discurso nuevo y anclado en movimientos sociales más dóciles, Laclau y compañía ya advertían de los riesgos del populismo al llegar al poder.

Con los dos tercios, el Estado se ha convertido en una extensión del MAS, un partido que nunca entendió la autonomía y que no ha tenido dudas a la hora de enfrentarla, secando cualquier tipo de opción a la imaginación o iniciativa autónoma que no requiera del poder central para desarrollarse. El Estado es hoy por hoy poco plural, pues solo se reconoce una visión y se limita el resto.

El problema es que el Estado es también poco nacional. A las medidas iniciales de la nacionalización y la recuperación del control sobre los sectores estratégicos, le han seguido otras que han acabado postergando la revolución educativa, diluyendo la disminuida industria nacional y abriendo las puertas a capitales imperiales, de los otros imperios, que siguen ocupando lugares de privilegio.

El proyecto constitucional mayoritariamente aprobado en las ánforas todavía debe madurar, debe afrontar un cambio de Gobierno que le permita afianzarse como la ilusión y el objetivo de todos y debe ser profundizado con diferentes visiones para acercarse a sus costuras. Por el momento, todavía está en pañales, lejos de lo que un día pareció que podía ser.

 

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