Un Seguro Universal de Salud que funcione

El debate de la salud no se puede centrar ni en montos ni en competencias; apenas puede sujetarse en el tema de derechos. El asunto central en el tema de salud es que la gente se muere por no tener acceso. A partir de ahí, empieza el debate. El derecho universal y gratuito a la salud está...

El debate de la salud no se puede centrar ni en montos ni en competencias; apenas puede sujetarse en el tema de derechos. El asunto central en el tema de salud es que la gente se muere por no tener acceso. A partir de ahí, empieza el debate.

El derecho universal y gratuito a la salud está escrito en la Constitución Política del Estado y por lo tanto, ya no se trata de discutir cual es el verdadero rol del Estado en esta materia y si la salud puede convertirse en materia comerciable; tampoco cabe el debate deontológico del ejercicio de la medicina ni las consideraciones del libre mercado que en estos temas suelen traer los amantes de la ley del más fuerte.

Obviamente que el Gobierno de Evo Morales, doce años en el poder con la S colgando; presentándose como Gobierno de los pobres, inclusivo y revolucionario; no haya implementado un seguro universal de salud resulta no solo paradójico, sino negligente.
Es evidente que garantizar la igualdad en el acceso a los tratamientos de salud debería ser pilar fundamental de un Gobierno bautizado como progresista en un país en el que la gente sigue muriendo por causas evitables y tratables.

Garantizar la salud de la población no es solo un dogma de la izquierda satanizado en los Estados Unidos apelando a las leyes de la naturaleza y la selección natural, los mismos organismos guardianes de la ortodoxia capitalista y que con frecuencia felicitan el excelso crecimiento de Bolivia, enmarcado en las leyes más clásicas del desarrollismo neoliberal, recomiendan cuidar la salud de la población en tanto un evento traumático en la salud de un miembro de la familia supone una catástrofe en el ahorro y por tanto, en el gasto proyectado y finalmente, una quiebra de la institución familiar exige a los Estados otros gastos derivados de la atención y servicios sociales.

En definitiva, enfermarse es un mal negocio si uno no se muere de una para un Estado donde el sistema público de atención se fundamenta en las kermeses barriales y donde no hay mayores programas de prevención – las canchas de fútbol diseminadas por todo el país se han convertido nomas en negocios particulares de la organización afín – ni mucho menos de atención y detección temprana.

Es necesario implementar el Sistema Universal de Salud; lo era en la revolución del 52, hace trece años cuando el MAS ingresó al Gobierno, hace diez cuando en la gestión de un tal “derechoso” Mario Cossío se implementó la primera experiencia autonómica en Tarija, y lo es ahora.

El Seguro Universal de Salud Autónomo de Tarija (Susat) es sin duda el mejor programa que la autonomía ha dejado en estos diez años de experiencia; un programa que funciona relativamente bien y que ha ahorrado muchos disgustos a los tarijeños más necesitados, pero también a los potosinos, chuquisaqueños y muchos más vecinos que se han beneficiado con el programa sin dar mayores explicaciones porque, evidentemente, en la base del Susat está la solidaridad. Por este motivo, el Susat debe ser protegido.

El camino evidente, si finalmente el Gobierno logra implementar el seguro universal y no queda – una vez más - como mera promesa electoral, será la integración del uno en el otro. Eso sí, sería un retroceso intolerable recentralizar la gestión del seguro en La Paz, tan lejos de todo lo que sucede en Tarija. Un seguro público nacional debe servir para ampliar más coberturas y llegar a más gente; no para cambiar de color los carnets, acomodar a amiguetes en las oficinas y hacerse selfies para el face. Es tiempo de responder con la salud.

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