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Evo, dictadura y los intereses de la Patria

Desde el Consejo Editorial del diario El País hace ya unos meses decidimos dejar en el congelador conscientemente el término “dictadura” para cualquier nota, reflexión, opinión o reportaje en la que se pretendiera catalogar al Gobierno de Evo Morales bajo esa definición. La discusión...

Desde el Consejo Editorial del diario El País hace ya unos meses decidimos dejar en el congelador conscientemente el término “dictadura” para cualquier nota, reflexión, opinión o reportaje en la que se pretendiera catalogar al Gobierno de Evo Morales bajo esa definición. La discusión fue amplia y desde todos los ángulos posibles, y se valoró, sobre todo, la experiencia de aquellos que padecieron las botas militares. Esto no quiere decir que no sigamos con detalle, desde la posición más crítica, la deriva del régimen cada vez más autoritario que se ha acelerado en los últimos meses.

La Real Academia de la Lengua Española (RAE), en la primera acepción del término dictadura dice que es un “Régimen político que, por la fuerza o violencia, concentra todo el poder en una persona o en un grupo u organización y reprime los derechos humanos y las libertades individuales”.

Es ese detalle del uso de la “fuerza o violencia” en la concentración del poder el que de momento mantiene firme al Gobierno de Evo Morales en Bolivia y en la agenda internacional. Es evidente que el Movimiento Al Socialismo ha logrado concentrar todo o casi todo el poder bajo el presidente Evo Morales y su cada vez más cerrado grupo de colaboradores/aduladores, pero hasta el momento se ha valido de sus dos tercios en la Asamblea Legislativa Plurinacional, facilitados por cierto por una oposición calculadora y miserable.

El rodillo en la Asamblea Plurinacional se aplica sin compasión, con la visceralidad habitual de la política sudamericana, donde manejamos virtuosamente el ejercicio de la fuerza, más que el de la oratoria. Los dos tercios, facilitados por algunos amigos disfrazados de opositores, han permitido elegir a los miembros del Tribunal Supremo Electoral, a los postulantes para los principales Tribunales de Justicia, nombrar Presidente del Directorio de YPFB a un Ministro, elegir a un funcionario como Defensor del Pueblo y pronto, posesionar a un nuevo Fiscal General.

Son las reglas de la democracia liberal las que han posibilitado el rodillo masista, las reglas políticas que, rápidamente, exigen sus contraprestaciones. La sentencia del TCP sobre la repostulación del presidente, el juego de las primarias aceleradas, los posibles ajustes judiciales sobre aquellos que se atrevan a correr para 2019, etc., son parte del sistema.
Controlados todos los poderes, Morales ha lanzado su batalla definitiva contra los medios de comunicación, que va más allá del “cartel de la mentira” y el resto de pulsetas insípidas que gustan de los ministros incapaces de explicar su gestión. La “Ley de la Mentira” va a entrar a mil por hora en la Asamblea con un objetivo definido y sin margen al debate, gracias al rodillo facilitado por los calculadores.

Morales, como cualquier dictador, quiere callar a los medios de comunicación que no se alineen con sus intereses y los de su gabinete, que el sábado confundió con los intereses de la Patria.

Los medios de comunicación, al menos este diario, tiene muy claro su papel que, simplificando, tiene mucho que ver con molestar al poder cuando este empieza a confundir los intereses de la Patria con los de su propia supervivencia. Agujerear todo el país para lograr los 132 TCF ansiados por el Ministro de Hidrocarburos mientras se olvida la industrialización no es interesante para la Patria; ni mantener leyes con restricciones para la empresa nacional mientras que las chinas, rusas, etc., se adjudican a discreción no es interesante para la patria; prestar las Reservas a la Banca del “imperio” a minúsculo interés no es interesante para la Patria; mantener una Salud Pública con respirador mientras las grandes aseguradoras hacen sus buenos negocios no es interesante para la Patria; destruir el minúsculo aparato industrial con medidas demagógicas no es interesante para la Patria; someter la Cancillería o Ecobol o el Ejército a las pugnas étnicas o sindicales no es interesante para la Patria; ahogar a la Universidad no es interesante para la Patria… y así.
Se vienen duras, pero no dudas. El País renovará una y mil veces su compromiso con sus lectores, con Tarija y con la Patria, aunque al Gobierno no le parezca interesante.

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