Las urgencias de la salud
Han pasado 12 años para que un Gobierno sustentado por un partido que contiene la S de socialista en su nombre ponga fecha para lograr establecer un Seguro Universal de Salud. La fecha, casualmente, coincide con el año electoral de 2019. Una necesidad tan vital como la sanidad en un país...
Han pasado 12 años para que un Gobierno sustentado por un partido que contiene la S de socialista en su nombre ponga fecha para lograr establecer un Seguro Universal de Salud. La fecha, casualmente, coincide con el año electoral de 2019.
Una necesidad tan vital como la sanidad en un país todavía con índices de pobreza elevados y con esperanzas de vida bajas respecto a la media continental, debería haber sido una prioridad inminente, pero no lo ha sido, aunque evidentemente la mejora estructural de todo el Estado ha llevado aparejado un crecimiento sostenido en este índice. En 2005 la esperanza de vida en Bolivia estaba en 64 años, en 2017 se cifró en 71 años.
Llegar a esas medias con salud es, muchas veces, a costa del propio bolsillo, lo que a su vez es redundante en la condición de pobreza y por ende, de nuevo en la salud. No era difícil frenar este círculo, que hubiera dado mayor relumbrón a las exitosas cifras obtenidas durante la gestión del Gobierno de Evo Morales, a su vez el que más recursos económicos ha administrado en toda la historia. Eso sí, era necesario priorizarlo dentro de la inversión estatal.
Por alguna razón demoscópica, tal vez con origen en la solidaridad innata del boliviano o tal vez en la falta de imaginación, la salud sigue apareciendo como uno de los temas prioritarios para el común de los votantes, y por ende, todos los políticos hacen propuestas relativas a ese campo.
El Movimiento Al Socialismo ha tratado de cubrir la falencia con promesas de construcción de infraestructuras. Hospitales por doquier en todo el país, aunque para ello no se prioricen recursos propios y se busque financiamiento de entidades como el Banco Mundial. En la misma línea actuaron las Gobernaciones - que en Tarija tienen un ejemplo con el Materno Infantil, el Oncológico y el nuevo Hospital de Yacuiba - y también los Municipios – que también en Tarija se materializó en obras como los Hospitales de Segundo Nivel.
Tarija fue pionero en abordar la Salud como derecho universal y goza desde hace casi una década de ese beneficio directo implementado durante la gestión de Mario Cossío gracias al empeño y el buen hacer de Sara Cuevas. No se han hecho los estudios comparativos necesarios, pero con toda probabilidad la atención sanitaria gratuita y su seguro farmacéutico, aunque sea precario, ha contribuido decisivamente a la mejora de la calidad de vida en el departamento.
Con el tiempo el sistema se ha deformado y ha ido adoptando las habituales taras. Muchos municipios han visto en ello la oportunidad para lanzar su propio programa y rascar con ello unos votos y unas fotos.
La propuesta de universalizar en todo el país no es nueva, pero debe convertirse en definitiva. La inminencia electoral va a convertir este tipo de compromisos en centrales pero sus incumplimientos no pueden ya salir gratuitos. En tiempos de hemerotecas digitales y redes sociales, es necesario que el MAS detalle lo más posible su intención sobre la implementación y que los aspirantes a desbancarlo del poder detallen también sus planes al respecto. Es hora de los cambios estructurales de verdad.
Una necesidad tan vital como la sanidad en un país todavía con índices de pobreza elevados y con esperanzas de vida bajas respecto a la media continental, debería haber sido una prioridad inminente, pero no lo ha sido, aunque evidentemente la mejora estructural de todo el Estado ha llevado aparejado un crecimiento sostenido en este índice. En 2005 la esperanza de vida en Bolivia estaba en 64 años, en 2017 se cifró en 71 años.
Llegar a esas medias con salud es, muchas veces, a costa del propio bolsillo, lo que a su vez es redundante en la condición de pobreza y por ende, de nuevo en la salud. No era difícil frenar este círculo, que hubiera dado mayor relumbrón a las exitosas cifras obtenidas durante la gestión del Gobierno de Evo Morales, a su vez el que más recursos económicos ha administrado en toda la historia. Eso sí, era necesario priorizarlo dentro de la inversión estatal.
Por alguna razón demoscópica, tal vez con origen en la solidaridad innata del boliviano o tal vez en la falta de imaginación, la salud sigue apareciendo como uno de los temas prioritarios para el común de los votantes, y por ende, todos los políticos hacen propuestas relativas a ese campo.
El Movimiento Al Socialismo ha tratado de cubrir la falencia con promesas de construcción de infraestructuras. Hospitales por doquier en todo el país, aunque para ello no se prioricen recursos propios y se busque financiamiento de entidades como el Banco Mundial. En la misma línea actuaron las Gobernaciones - que en Tarija tienen un ejemplo con el Materno Infantil, el Oncológico y el nuevo Hospital de Yacuiba - y también los Municipios – que también en Tarija se materializó en obras como los Hospitales de Segundo Nivel.
Tarija fue pionero en abordar la Salud como derecho universal y goza desde hace casi una década de ese beneficio directo implementado durante la gestión de Mario Cossío gracias al empeño y el buen hacer de Sara Cuevas. No se han hecho los estudios comparativos necesarios, pero con toda probabilidad la atención sanitaria gratuita y su seguro farmacéutico, aunque sea precario, ha contribuido decisivamente a la mejora de la calidad de vida en el departamento.
Con el tiempo el sistema se ha deformado y ha ido adoptando las habituales taras. Muchos municipios han visto en ello la oportunidad para lanzar su propio programa y rascar con ello unos votos y unas fotos.
La propuesta de universalizar en todo el país no es nueva, pero debe convertirse en definitiva. La inminencia electoral va a convertir este tipo de compromisos en centrales pero sus incumplimientos no pueden ya salir gratuitos. En tiempos de hemerotecas digitales y redes sociales, es necesario que el MAS detalle lo más posible su intención sobre la implementación y que los aspirantes a desbancarlo del poder detallen también sus planes al respecto. Es hora de los cambios estructurales de verdad.
