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Perú, Tarija y el tren bioceánico

Perú está en la otra punta respecto a la posición de Tarija, en las antípodas que diría aquel, pero eso no quiere decir que no compartamos buena parte de las preocupaciones tratadas en el gabinete ampliado celebrado ayer y que reunió formalmente al presidente Evo Morales y al accidental...

EDITORIAL
EDITORIAL
Perú está en la otra punta respecto a la posición de Tarija, en las antípodas que diría aquel, pero eso no quiere decir que no compartamos buena parte de las preocupaciones tratadas en el gabinete ampliado celebrado ayer y que reunió formalmente al presidente Evo Morales y al accidental presidente peruana Martín Vizcarra, que heredó el cargo tras la renuncia del octogenario Pedro Pablo Kuczynski envuelto en decenas de escándalos de corrupción y compra de votos.

Para empezar, sostener buenas relaciones con el país vecino con el que compartimos esencialmente el principal acervo cultural constitutivo de la patria boliviana es una buena noticia. Pero no basta solo con eso. Morales ha coincidido ya con casi media docena de presidentes: Alejandro Toledo, Alan García, Ollanta Humala, Pero Pablo Kuczynski y Martín Vizcarra y los asuntos clave no avanzan, más al contrario, parece que los esfuerzos comunes se dispersan.

Perú y Bolivia han marcado importantes índices de crecimiento en la última década dentro de un contexto similar, pero ninguno de los dos ha acabado por definir con claridad sus objetivos. Perú ha esbozado intenciones de convertirse en dominador marítimo de este lado del mundo. Bolivia habla del “corazón energético” de Sudamérica, pero ni una ni otra idea acaba de cuajar.

En el último gabinete, como viene siendo habitual, el tema estrella ha sido el tren bioceánico, ese proyecto vertebrador que interesa sobremanera a chinos y brasileros y que, de paso, puede acabar haciendo bien a Bolivia y el sur de Perú. Se han firmado tantas cartas de intención que se ha perdido la cuenta. El proyecto es a una década, y en ese contexto es donde habría que buscar las sinergias necesarias.

Para Tarija, pese a la incertidumbre de las reservas y todas las contradicciones expresadas la semana pasada tras la certificación de reservas que debía dar certidumbres y se convirtió en papel mojado en minutos, la conexión con Perú tiene fundamento tanto para el gas como para la exportación.

El proyecto de conexión de ductos y su extensión hasta el puerto de Ilo no pasaba de una ilusión en estudio hace solo dos meses según el propio presidente de YPFB, Óscar Barriga, pero la semana pasada se llegó a hablar de una planta de Gas Natural Licuado y de la exportación vía barcos metaneros al mundo entero. Un proyecto que sin duda es de interés para Bolivia y Tarija, para dejar de depender de las compras que decidan Argentina y Brasil, pero que sin embargo requiere de una planificación específica.

Tarija debe también prepararse para complementar el tren bioceánico, cuyas certezas con cada vez más concretas. El ramal de Ferroviaria del Oriente, que conecta Santa Cruz y Yacuiba y se proyecta hacia el norte argentino, que será revitalizado cuando se concrete el plan Belgrano, es una opción relevante que debería enfocarse con seriedad y planificación real.

La transformación del gas en industrialización es prioritaria, pero mientras siguen las dudas del Gobierno al respecto, Tarija debe preparar el camino para subirse al tren con otros productos, seguramente de alto valor. Es necesario que esta vez no nos quedemos a esperar a que nos suban. Hay que tomar la iniciativa.

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