México y las cosas chingonas

Nada le viene mejor a una recta final de una campaña electoral en un país del tamaño de México que coincidir con el Mundial. El arranque contra Alemania, que aún constituye el más grande campanazo de la fase de grupos, se ha convertido en una alegoría que tanto unos como otros intentan...

OPINIÓN
OPINIÓN
Nada le viene mejor a una recta final de una campaña electoral en un país del tamaño de México que coincidir con el Mundial. El arranque contra Alemania, que aún constituye el más grande campanazo de la fase de grupos, se ha convertido en una alegoría que tanto unos como otros intentan utilizar.

Cuando el ya histórico delantero Javier Chicharito Hernández se impuso al mantra pesimista de la prensa deportiva – amarillista mexicana luego del espectacular arranque y les pidió “soñar cosas chingonas”, no solo hablaba de fútbol, sino de la historia negra que cada vez más está arrasando el magnífico país de México.

El gigante del norte de habla hispana está agotada de la corrupción y de la violencia, que al final es lo mismo. Política y narcotráfico trabajando codo con codo. Por esto y no por otra cosa han muerto hasta el lunes 25 de junio 46 candidatos de diferente pelaje en todo el país y pensando en eso y no en otra cosa acudirán a las ánforas los 90 millones de mexicanos convocados.

A los otros, a los de siempre, al PAN, al PRI, a sus independientes, les gustaría que lo del Mundial se leyera de otra manera: México gana como colofón a un proceso de años, las cosas al final salen y no es preciso cambiar nada.

La cuestión es que parece que esta vez no cuela y que realmente los mexicanos están dispuestos a votar algo diferente. De momento, las encuestas siguen dando una ventaja sustancial a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), alma del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y que tras 18 años en la batalla, sigue siendo el “outsider” que plantea un discurso diferente y logra conectar con las grandes capas sociales del México enorme y diverso.

De momento nadie lo ha podido parar, ni con el discurso del comunista peligroso, ni con el de la tendencia castrochavista, ni menos con este último arreón mediático que lo intenta colocar como el mismo PRI autoritario de toda la vida pero con otra piel.

Es evidente que López Obrador personifica el movimiento renovador nacionalista y hereda elementos de la histórica y pionera revolución mexicana de principios del siglo XX y la actualiza dentro de la lógica de la izquierda bolivariana que sigue latiendo en Sudamérica. López Obrador personifica a aquellos que ya no creen en el todo vale por el “sueño americano” y que ha sembrado el país de violencia y narcotráfico.

El último ataque contra López Obrador, que ha empezado a abrir el abanico y depurar a viejos políticos antes incluso de llegar al poder se parecen demasiado a los procederes que ya se han visto en otros partidos y candidatos que se asemejaban al suyo y que acabaron formando gobiernos similares al que pretende. Es el caso del MAS, sin ir más lejos, que acabó esquinando a muchos de los fundadores y empoderando a demasiados de los viejos políticos millonarios que siguen acomodados en el poder.

Las elecciones de este domingo en México marcarán, esta vez sí, una tendencia en el continente americano ante lo que se viene en Brasil, Bolivia y Argentina en el próximo año y medio. Lo que parece claro, y Trump lo sabe, es que las viejas fórmulas del pasado ya no funcionan y hay que pensar en otras cosas, tal vez más chingonas. Ese día habrá quien crea que no hay que tener miedo a ganar y quien vaya a votar derrotado por adelantado.

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