Cuando se busca confundir la política electoral con la política económica

“¿Qué no es político?, todo es político, hasta lo que me estás preguntando es político”, dijo hace unos días el presidente del Senado, José Alberto “Gringo” Gonzales, al reconocer que el doble aguinaldo es una medida política. Desde diferentes ángulos se puede argumentar que es...

“¿Qué no es político?, todo es político, hasta lo que me estás preguntando es político”, dijo hace unos días el presidente del Senado, José Alberto “Gringo” Gonzales, al reconocer que el doble aguinaldo es una medida política.
Desde diferentes ángulos se puede argumentar que es así. Entendida la política como la administración de poder en la sociedad, prácticamente todo lo referente al manejo del Estado es político, incluidas las políticas económicas como aumentos salariales y dobles aguinaldos.
Si se opta por entender la política como la lucha de clases y/o de las relaciones de poder de distintos grupos en la sociedad, hay quienes quieren ver en el doble aguinaldo un instrumento que forme parte de esta dialéctica.
Posiblemente el presidente del Senado se refirió a esto, saliendo al paso cuando periodistas citados por ANF le preguntaron si la decisión de pagar el doble aguinaldo es política.
Pero por el contexto, la pregunta se refería a si era una medida político-electoral, puesto que previamente representantes de sectores empresariales y agropecuarios la denunciaban en ese sentido.
Y no hay cómo negarlo. Los dobles aguinaldos por lo general se pagaron (y por lo visto se pagarán) sobre todo en años preelectorales y electorales.
Esta decisión se toma meses antes de tener cuantificado el crecimiento de la economía para saber si el Decreto permite adoptar la medida. E incluso sin que el Instituto Nacional de Estadística (INE) haya siquiera publicado el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) al cuarto trimestre de 2017 ni al primer trimestre de 2018. Un PIB que además, es un indicador seriamente cuestionado para medir la realidad de la economía.
Sobre todo, empero, la medida parece político-electoral porque claramente no es fruto de una política económica orientada a mejorar los cimientos de la economía del país, al no ser consensuada ni estar debidamente fundamentada. Al igual que la forma en que se definen los incrementos salariales (y muchas otras cosas más). El viceministro de Presupuesto y Contabilidad Fiscal, Jaime Durán Chuquimia, afirmó ayer que con el incremento salarial las utilidades de las empresas aumentan gracias a la dinámica que se genera en el mercado.
“Las utilidades de las empresas sin tomar en cuenta al sector hidrocarburos han sido crecientes, de hecho para el año pasado hemos tenido utilidades que crecen en un 9 por ciento , eso nos muestra con absoluta claridad que aun cuando existen incrementos salariales, las utilidades de las empresas están incrementándose”, dijo a tiempo de defender también al doble aguinaldo.
Pero más allá de la estadística esgrimida por el viceministro, la realidad muestra lo contrario. El doble aguinaldo y los incrementos arbitrarios son ingredientes que encarecen la inversión privada y no sólo dificultan la creación y sostenibilidad de empleos de calidad, sino que también afectan la competitividad y la productividad a mediano y largo plazo.
El doble aguinaldo es una más de las dagas que apuntan contra el aparato productivo nacional, junto con las políticas de contratación estatal -que favorecen a las empresas extranjeras sobre las bolivianas-, y con la carga tributaria, que según la Cámara Departamental de Industrias de La Paz con datos del BID, es la mayor en toda América Latina y el Caribe.
Y se nota. Se nota en el altísimo grado de la informalidad de la economía, que es predominante en el país. Se nota en la persistente precariedad laboral. Se nota en el crecimiento del desempleo. Se nota en la reprimarización de la economía.
Se nota en que Bolivia esté apenas en el puesto 106 de 127 en el Ranking Mundial de Innovación 2017, -elaborado por la Universidad de Cornell, el INSEAD y la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (OMPI).
Mientras todo esto pasa, el PIB boliviano crece y crece; volverá a ostentar el crecimiento más alto de la región, dice el gobierno. Lo que pasa es que el PIB, como el doble aguinaldo, es solamente una medida política.

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