Más que unos sillazos

El último Congreso de las juventudes del Movimiento Al Socialismo celebrado en Tarija terminó en una gasificación. Antes de eso, en un coliseo a rebosar de militantes jóvenes, habían volado sillas, insultos, escupitajos y todo tipo de agresiones físicas y verbales. Nada de lo que sucedió...

El último Congreso de las juventudes del Movimiento Al Socialismo celebrado en Tarija terminó en una gasificación. Antes de eso, en un coliseo a rebosar de militantes jóvenes, habían volado sillas, insultos, escupitajos y todo tipo de agresiones físicas y verbales. Nada de lo que sucedió en ese coliseo parecía coincidir con lo que se supone debería pasar en las juventudes del partido de Gobierno, otrora cantera de ideas y, supuestamente, el reservorio moral del proceso de cambio.
Más allá de la idea idílica de una juventud comprometida, protagonista de cualquier proceso de cambio, de las odas a la utopía y el resto de tópicos que se presuponen guían la participación en un evento semejante, lo que se vio fue la enésima escenificación del asalto al poder y la enésima lección táctica de como imponer un criterio por diferentes métodos que el democrático.
Lo menos relevante es finalmente quien ganó aquel Congreso, que con probabilidad aparezca en las listas de candidato a diputado o senador en las próximas elecciones. Ni siquiera es importante saber que tendencia es finalmente la que se impuso. Lo relevante es comprobar como la lucha por el poder en Bolivia se ha despojado finalmente de cualquier elemento de análisis o crítica ideológica y se ha concentrado netamente en el pulso y la imposición de criterio que, normalmente, tiene que ver con los asuntos más mundanos de la política.
Obviamente esta realidad no se circunscribe únicamente a los jóvenes del Movimiento Al Socialismo. Lo vimos hace poco más de un mes en las elecciones del Comité Cívico Juvenil, esa organización que hace de muleta de la secretaría y un flaco favor al relato completo, y cuyo Congreso se convirtió en el enésimo pulso entre figurillas.
Más grave incluso es lo que acaba de pasar en la Universidad Juan Misael Saracho con la elección del Frente Universitario Local, una vez más boicoteado, impugnado, con grupos de choque operando, cerrando el campus de El Tejar y amenazando a todos los estudiantes que solo aspiran a poder estudiar en su ciudad. En la pelea de fondo no hay ningún tipo de razón estratégica ni política, ni ideológica. En el fondo están las becas comedor, las ayudantías, el manejo de algunas actividades, etc, etc.
Desde El País, insistimos, no vamos a condenar a los jóvenes de hoy ni subirnos al carro de aquellos que pretenden endilgarles una falta de valores y compromisos para tapar sus propias incapacidades, y es que esto de la materialidad de la política se ha expandido a todos los niveles y por supuesto, también en Tarija.
Resulta difícil seguir manteniendo coherencias discursivas y con ello, la adhesión limpia a la propuesta, cuando se es capaz de hablar de la defensa de la Madre Tierra el día después de abrir la puerta a la explotación de hidrocarburos mediante la fractura hidráulica (léase fracking) y una semana después de haber entregado a Petrobras una Reserva Natural para su exploración.
El Movimiento Al Socialismo nos tiene acostumbrados a situaciones semejantes, sin mayor mimo por el mensaje. Lo acaba de hacer también con lo que se prevea sea un giro diametral en las políticas salariales, de la expansión a la moderación sin mayor justificación de contexto macroeconómico. Lo hizo después del referéndum del 21 de febrero.
Pero no es cuestión solo del Movimiento Al Socialismo. Las miserias de la política han alcanzado un nuevo nivel con lo sucedido en la alcaldía de Cochabamba, donde el alcalde José María Leyes había accedido con vitola de renovador y pretendiendo convertirse en una especie de látigo regenerador con el Movimiento Al Socialismo.
El intento de asalto a las arcas públicas cometido con el asunto de las mochilas chinas, licitadas referencialmente en más de 10 millones e importadas por apenas una cuarta parte muestra el cinismo y la ambición de algunos operadores. El algunos es obligado, prudente, porque el modus operandi utilizado por Leyes se puede extrapolar a cualquiera de las Máximas Autoridades Ejecutivas cercanas. Dañar al Estado es también licitar y comprar exageradamente caro, que también insulta a la inteligencia de los vecinos.
Es tiempo de decir basta y empezar de verdad un camino de regeneración. Abrir las ventanas, tomar aire, darse un respiro. No es posible que en política todo valga porque al final, no valdrá nada.

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