Repsol, Margarita y la voluntad de hacer las cosas

Después de un mes de sinsabores petroleros en Tarija, escuchar a los personeros de Repsol que al megacampo Margarita le quedan más de 20 años de vida no es algo como para hacer una fiesta, pero al menos cae mejor que los augurios turbios que se ciernen sobre las exploraciones y los proyectos...

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Después de un mes de sinsabores petroleros en Tarija, escuchar a los personeros de Repsol que al megacampo Margarita le quedan más de 20 años de vida no es algo como para hacer una fiesta, pero al menos cae mejor que los augurios turbios que se ciernen sobre las exploraciones y los proyectos de industrialización. La depresión se está convirtiendo en un estado de ánimo crónico en el sector y quienes mueven los hilos parecen haberse encomendado a la negación y a los viejos amigos de siempre.

Es cierto, Repsol ha sido una amiga fiel del Gobierno de Evo Morales desde que se firmaran los contratos de operación en septiembre de 2006 y que suavizaron en mucho los planes trazados con el decreto de nacionalización. De hecho Repsol, en el ojo de la tormenta desde el fallido proyecto del GNL a través de Chile, origen de la caída de Gonzalo Sánchez de Lozada, se volvió a sentir como pez en el agua. Es de sobra conocida la buena relación entre Evo Morales y el presidente de la petrolera española Antonio Brufau. No han faltado abrazos ni favores. No han faltado las veces que Repsol ha salido al quite para llevarse la atención mediática y dar respaldo técnico a las promesas del Gobierno. Ni en los peores momentos de la relación entre Repsol y la Argentina de los Kirchner a cuenta de YPF, Morales ha flaqueado.
Ayer no fue un técnico ingeniero sino el gerente de Comunicación Mauricio Mariaca quien atendió a los medios para hablar someramente sobre las intenciones de la petrolera en Bolivia, donde le va bien. Repsol lleva unos años inmerso en un plan de desinversión y venta de activos, dejando negocios en ciertos puntos para adquirir otros, pero Bolivia no aparece en esas listas.

Mariaca habló de una expectativa de veinte años para el campo Margarita, lo que supone todavía unos diez años hasta entrar en el periodo de declinación, aunque el político aseguró que se harán esfuerzos para incorporar nuevos pozos que sostengan la producción actual de Margarita, que ronda los 18 millones de metros cúbicos y que se ajusta a los “caprichos” geopolíticos de Brasil, cada vez más reticente a facilitar liquidez a Bolivia recortando sus nominaciones de gas.

La mala para los tarijeños es que las expectativas de desarrollo del campo se van hacia el norte, hacia Chuquisaca. El último pozo incorporado al complejo “compartido” con Margarita es el Huacaya 2. La Gobernación chuquisaqueña es bien consciente de esto y ya se alista a pedir una nueva revisión del factor de distribución del campo compartido que les favorezca todavía más. Los expertos guardan silencio mientras que los números indican que el factor presentado nunca se aplicó en su global, sino solo el que afectaba al reservorio compartido y que prácticamente empataba el reparto.

Después de más de una década de nacionalización, en la voluntad de Repsol se encuentra todavía la posibilidad de que Tarija siga siendo el departamento más productor del país. Las esperanzas ahora se centran en el pozo exploratorio de Boyuy, que los pocos informes que habían trascendido lo habían dado por muerto y que Mariaca dejó en suspenso asegurando que han llegado a los 5.000 metros, pero se espera llegar hasta los 6.400. Ahora bien, él mismo recordó que las posibilidades de éxito se encuentran en el 25 por ciento, por lo que no cabe anticipar ninguna fiesta, como ya algunos hicieron cuando se puso en marcha la exploración.

El departamento de Tarija atraviesa momentos convulsos en su definición. La bonanza de los hidrocarburos se ha ido por el retrete dejando un reguero enorme de obras que pagar y que no resolverán los problemas de esta tierra. De hecho nunca fue esa la voluntad de los licitadores. Los retrasos del Gobierno en su voluntad de industrialización han dejado los momentos de la verdad para demasiado tarde, cuando la credibilidad es mínima. La exploración peor.

El peor pecado del MAS y del Ministro sería volver a afianzar el discurso del rentismo, del exportar o morir y esa convicción nociva de que más vale exportar porque aquí no sabemos hacer nada.

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