Gentrificación: ¿Qué es y por qué puede ser un problema?
Es verdad que la pandemia de la Covid-19 ha totalizado la discusión pública de estos tiempos, y es que no es para menos. Sin embargo, los otros problemas de nuestras sociedades no han desaparecido, solo han quedado invisibilizados, en pausa o postergados. Por este motivo, a la luz de la...



Es verdad que la pandemia de la Covid-19 ha totalizado la discusión pública de estos tiempos, y es que no es para menos. Sin embargo, los otros problemas de nuestras sociedades no han desaparecido, solo han quedado invisibilizados, en pausa o postergados.
Por este motivo, a la luz de la pandemia y apelando a la sensibilidad que este momento nos despierta, en los siguientes números de la billetera daremos un pequeño espacio para temas que consideramos importante poner sobre la mesa de discusión para repensarlos.
Comenzamos por la gentrificación. Este aparatoso concepto, poco conocido y hasta difícil de pronunciar, en las últimas décadas ha servido para nombrar diversos procesos de segregación urbana en el mundo entero. Su resultado es sencillo: un espacio geográfico urbano pasa de ser habitado por sectores populares o empobrecidos, a serlo por grupos sociales con mayor poder adquisitivo. Sin embargo el proceso es complejo y tiene múltiples aristas.
Un proceso social no tan antiguo
El término gentrificación fue acuñado por la socióloga británica Ruth Glass, el año 1964. Lo utilizó cuando se refería a “que gran parte de los barrios de la clase trabajadora de Londres se han visto invadidos por las clases medias –altas y bajas–”. Su raíz etimológica proviene de la palabra inglesa gentry, que en español quiere decir: “alta burguesía”, “pequeña aristocracia”, “familia bien” o “gente de bien”.
Uno de los sociólogos que más ha trabajado sobre la temática ha sido el prestigioso geógrafo escoses Neil Smith. Este académico plantea que la gentrificación comienza a suceder de manera sistemática después de la II Guerra Mundial, ya que hasta ese momento la expansión económica tenía un vínculo estrecho con la expansión geográfica.
Sin embargo, “en la actualidad, la expansión económica ya no tiene lugar exclusivamente a través de una expansión geográfica absoluta sino que implica más bien una diferenciación interna de espacios ya desarrollados”, señala Smith. Es decir, ya no se trata de crear nuevos barrios para ricos, sino de reacondicionar aquellos que existen y que cuentan con valor agregado, tal como podría ser una tradición o infraestructura histórica.
En este sentido, una característica particular de la gentrificación es su dinámica económica. El “embellecimiento” de los barrios en proceso de gentrificación se realiza a través de la mediación de grandes capitales, que financian dichas transformación y luego, cuando se ha desplazado a los viejos habitantes, logran grandes ganancias en el mercado inmobiliario.
Gentrificación en cinco etapas
Existen múltiples formas de llevar adelante la gentrificación. Según Daniel Sorando y Álvaro Ardua, autores del libro: “Se vende ciudad. La destrucción creativa de las ciudades”, estas formas pueden quedar sintetizadas en cinco etapas generales que caracterizan a un proceso de gentrificación: abandono, estigma, regeneración, mercantilización y resistencias.
El abandono se da cuando un barrio histórico sufre un deterioro progresivo, por lo general como resultado de contextos de escasez, momento en el que una buena parte de los habitantes deciden cambiar de zona de residencia. Luego continúa un proceso estigmatización ligado a distintos problemas sociales (pobreza, drogas, prostitución, etc.).
Frente a ello se presenta como alternativa la regeneración. En esta fase el sector público y privado –generalmente en alianza– mejoran los servicios y la estética del lugar. Mientras eso sucede, las entidades financieras, a través de inmobiliarias, compran inmuebles baratos en el lugar.
La mercantilización viene después, cuando los inmuebles mejorados son vendidos a familias con mayor poder adquisitivo. Esto hace que el costo de vida en el barrio se incremente (en especial los alquileres), impulsando al resto de familias de estratos populares a dejar el lugar, aunque en muchos casos se generan procesos de resistencia.
¿Gentrificación en Bolivia?
Los estudios sobre la gentrificación en América Latina son recientes. Los investigadores Yasna Contreras y Óscar Figueroa, autores del libro Cambios Socio-espaciales en las ciudades Latinoamericanas, señalan que si bien el tema no ha sido tomado muy en cuenta por el mundo político y académico “en la última década se puede constatar una preocupación por el fenómeno y un aumento de la producción empírica en América Latina”.
Por lo mismo, existen muchas investigaciones sobre ciudades grandes de la región: Buenos Aires, San Pablo, Bogotá, etc. Sin embargo, un artículo científico de 2014, titulado: Gentrificación en España y América Latina, señala que Bolivia y Venezuela son países en los que “la gentrificación no ha sido estudiada por ningún investigador hasta ahora”, pero ello no implica que no exista.
Quizá en Bolivia, lo más común sea evidenciar procesos de desplazamiento de poblaciones rurales y semi-rurales debido al crecimiento de barrios residenciales, como sucede en diversas regiones del país. Un buen ejemplo de ello es la Zona Sur de La Paz.
Pero más llamativo aún puede ser el caso del Centro de Santa Cruz. En un titular del diario El Deber, de hace más de un año, se señalaba: “Ante el abandono, urge la revitalización del centro histórico”. En ese artículo queda claro que la fase de abandono y estigmatización están en proceso, por lo que sigue la tercera fase de revitalización o regeneración.
También es importante considerar las consecuencias que tendrá la pandemia de la Covid-19 en Bolivia. Es ya un hecho que se avecina una crisis económica. Una consecuencia de la misma será la gran cantidad de hipotecas que no podrán ser pagadas y el deterioro de diversos barrios por la caída del poder adquisitivo de sus habitantes. Ambas, condiciones óptimas para impulsar procesos de gentrificación.
Por este motivo, a la luz de la pandemia y apelando a la sensibilidad que este momento nos despierta, en los siguientes números de la billetera daremos un pequeño espacio para temas que consideramos importante poner sobre la mesa de discusión para repensarlos.
Comenzamos por la gentrificación. Este aparatoso concepto, poco conocido y hasta difícil de pronunciar, en las últimas décadas ha servido para nombrar diversos procesos de segregación urbana en el mundo entero. Su resultado es sencillo: un espacio geográfico urbano pasa de ser habitado por sectores populares o empobrecidos, a serlo por grupos sociales con mayor poder adquisitivo. Sin embargo el proceso es complejo y tiene múltiples aristas.
Un proceso social no tan antiguo
El término gentrificación fue acuñado por la socióloga británica Ruth Glass, el año 1964. Lo utilizó cuando se refería a “que gran parte de los barrios de la clase trabajadora de Londres se han visto invadidos por las clases medias –altas y bajas–”. Su raíz etimológica proviene de la palabra inglesa gentry, que en español quiere decir: “alta burguesía”, “pequeña aristocracia”, “familia bien” o “gente de bien”.
Uno de los sociólogos que más ha trabajado sobre la temática ha sido el prestigioso geógrafo escoses Neil Smith. Este académico plantea que la gentrificación comienza a suceder de manera sistemática después de la II Guerra Mundial, ya que hasta ese momento la expansión económica tenía un vínculo estrecho con la expansión geográfica.
Sin embargo, “en la actualidad, la expansión económica ya no tiene lugar exclusivamente a través de una expansión geográfica absoluta sino que implica más bien una diferenciación interna de espacios ya desarrollados”, señala Smith. Es decir, ya no se trata de crear nuevos barrios para ricos, sino de reacondicionar aquellos que existen y que cuentan con valor agregado, tal como podría ser una tradición o infraestructura histórica.
En este sentido, una característica particular de la gentrificación es su dinámica económica. El “embellecimiento” de los barrios en proceso de gentrificación se realiza a través de la mediación de grandes capitales, que financian dichas transformación y luego, cuando se ha desplazado a los viejos habitantes, logran grandes ganancias en el mercado inmobiliario.
Gentrificación en cinco etapas
Existen múltiples formas de llevar adelante la gentrificación. Según Daniel Sorando y Álvaro Ardua, autores del libro: “Se vende ciudad. La destrucción creativa de las ciudades”, estas formas pueden quedar sintetizadas en cinco etapas generales que caracterizan a un proceso de gentrificación: abandono, estigma, regeneración, mercantilización y resistencias.
El abandono se da cuando un barrio histórico sufre un deterioro progresivo, por lo general como resultado de contextos de escasez, momento en el que una buena parte de los habitantes deciden cambiar de zona de residencia. Luego continúa un proceso estigmatización ligado a distintos problemas sociales (pobreza, drogas, prostitución, etc.).
Frente a ello se presenta como alternativa la regeneración. En esta fase el sector público y privado –generalmente en alianza– mejoran los servicios y la estética del lugar. Mientras eso sucede, las entidades financieras, a través de inmobiliarias, compran inmuebles baratos en el lugar.
La mercantilización viene después, cuando los inmuebles mejorados son vendidos a familias con mayor poder adquisitivo. Esto hace que el costo de vida en el barrio se incremente (en especial los alquileres), impulsando al resto de familias de estratos populares a dejar el lugar, aunque en muchos casos se generan procesos de resistencia.
¿Gentrificación en Bolivia?
Los estudios sobre la gentrificación en América Latina son recientes. Los investigadores Yasna Contreras y Óscar Figueroa, autores del libro Cambios Socio-espaciales en las ciudades Latinoamericanas, señalan que si bien el tema no ha sido tomado muy en cuenta por el mundo político y académico “en la última década se puede constatar una preocupación por el fenómeno y un aumento de la producción empírica en América Latina”.
Por lo mismo, existen muchas investigaciones sobre ciudades grandes de la región: Buenos Aires, San Pablo, Bogotá, etc. Sin embargo, un artículo científico de 2014, titulado: Gentrificación en España y América Latina, señala que Bolivia y Venezuela son países en los que “la gentrificación no ha sido estudiada por ningún investigador hasta ahora”, pero ello no implica que no exista.
Quizá en Bolivia, lo más común sea evidenciar procesos de desplazamiento de poblaciones rurales y semi-rurales debido al crecimiento de barrios residenciales, como sucede en diversas regiones del país. Un buen ejemplo de ello es la Zona Sur de La Paz.
Pero más llamativo aún puede ser el caso del Centro de Santa Cruz. En un titular del diario El Deber, de hace más de un año, se señalaba: “Ante el abandono, urge la revitalización del centro histórico”. En ese artículo queda claro que la fase de abandono y estigmatización están en proceso, por lo que sigue la tercera fase de revitalización o regeneración.
También es importante considerar las consecuencias que tendrá la pandemia de la Covid-19 en Bolivia. Es ya un hecho que se avecina una crisis económica. Una consecuencia de la misma será la gran cantidad de hipotecas que no podrán ser pagadas y el deterioro de diversos barrios por la caída del poder adquisitivo de sus habitantes. Ambas, condiciones óptimas para impulsar procesos de gentrificación.