Estados Unidos: el país de la gente “desechable”
Las cifras más altas de la crisis sanitaria de la Covid-19 están en Estados Unidos. Más de 1 millón de contagios y más de 70 mil muertes. En este escenario, la política del país norteamericano se debate entre la necesidad de ampliar las medidas de distanciamiento social y abrir la...



Las cifras más altas de la crisis sanitaria de la Covid-19 están en Estados Unidos. Más de 1 millón de contagios y más de 70 mil muertes. En este escenario, la política del país norteamericano se debate entre la necesidad de ampliar las medidas de distanciamiento social y abrir la economía.
Empresarios y políticos han cuestionado las medidas de confinamiento, minimizando los efectos del virus y señalando la importancia de que lo fundamental es salvar la economía. El propio presidente Donald Trump señaló en Twitter: “no podemos dejar que el remedio sea peor que la enfermedad”, recalcando el orden de prioridades de la política estadounidense.
Unos pocos se beneficiarán del coronavirus
La editorial Haymarket Books, en el marco del contexto de la crisis sanitaria, recientemente organizó un seminario virtual denominado: “Cómo vencer al capitalismo del coronavirus”.
En este evento público, en el que se conectaron más de 15 mil personas, participaron las intelectuales y activistas: Naomi Klein, Keeanga-Yamahtta Taylor y Astra Taylor. Su reflexión giró en torno a las consecuencias que la pandemia tendrá en la sociedad norteamericana.
Klein –conocida por su libro “Doctrina del shock”– planteó la necesidad de entender cómo este tipo de desastres son “sistemáticamente aprovechados por las élites”. Para ello remarcó que la actual gestión de la emergencia sanitaria en Estados Unidos ha quedado en manos del vicepresidente, Mike Pence, quien el año 2005 gestionó el desastre provocado por el huracán Katrina.
En ese entonces, Pence utilizó el desastre para implementar una serie de medidas (privatización de la educación, reducción de la protección social, etc.) que terminaron beneficiando a las élites de ese país.
Algo similar sucede con el actual Secretario del Tesoro, Steven Mnuchin. Durante la crisis financiera de 2008, fue el encargado de gestionar el multimillonario rescate al sector financiero, a costa de los trabajadores estadounidenses.
Actualmente, Mnuchin está a cargo de la gestión de los 2 billones de dólares, dispuestos por la Reserva Federal, para enfrentar la crisis sanitaria.
Por este motivo las panelistas resaltaron la necesidad de mirar cómo está siendo gestionada esta crisis sanitaria y quiénes son los más afectados.
La cineasta y activista, Astra Taylor, explicó que luego de la pandemia millones de personas perderán sus empleos en EE.UU. y que “frente a los despidos, la gente no tiene ahorros para quedarse en casa, lo que en cambio tiene son deudas”.
Según Taylor, la economía de ese país está estructurada para que la gente se endeude durante toda su vida –los estadounidenses dejan en promedio, en el momento de su muerte, deudas de $us 62 mil–, situación que se agravaría con la crisis de la Covid-19.
Por otro lado, la activista afroamericana Keeanga Taylor señaló que “la crisis del coronavirus muestra que los temas sobrepuestos de raza, clase, desigualdad y opresión no son problemas particulares, sino un problema endémico de la sociedad americana”.
Como prueba de lo anterior se puede considerar, por ejemplo, que en la ciudad de Chicago más del 70% de los fallecidos por el nuevo coronavirus son afroamericanos.
En Estados Unidos existen, en un extremo, 607 billonarios y, en el otro, 38 millones de pobres, lo que sería una consecuencia estructural del sistema de poder de ese país, puntualizó la activista.
En la discusión entre las participantes, si bien reconocieron la importancia de la política de “distanciamiento social” para frenar la propagación del virus, también coincidieron que en Estados Unidos esta situación está sirviendo para beneficiar a las grandes corporaciones.
“Estamos teniendo una visión del mundo que Silicon Valley quiere entregarnos”, señaló Naomi Klein.
“Los abuelos deberían sacrificarse por EE.UU.”
Astra Taylor señaló, también, que en el país del norte mucha gente va a morir en los siguientes meses porque no tiene acceso a un cuidado médico adecuado.
La imagen de que Estados Unidos tiene tecnología médica de punta es cierta, según Taylor, pero solo está disponible para un segmento limitado de la población.
Pero no solo es consecuencia de ello el que mucha gente pueda morir con la propagación del virus. Es el propio sistema social de ese país el que considera que mucha gente es prescindible.
La frase de Trump: “no podemos dejar que el remedio sea peor que la enfermedad” se refiere a ello. Al privilegio que tienen los intereses económicos y al obstáculo que significan las medidas de cuidado de la vida.
Al respecto, un caso extremo y muy polémico, fue la declaración del vicegobernador republicano de Texas, Dan Patrick. Este político expresó que la economía norteamericana no debería detenerse por una enfermedad que afecta principalmente a las personas mayores.
“Los que tenemos 70 años o más, nos cuidaremos nosotros mismos. Pero no sacrifiquemos al país”, señaló Patrick en su polémica declaración.
En otro caso, en el Estado de Alabama, el plan para enfrentar la Covid-19 instruye a los hospitales no utilizar respiradores en personas que tengan ciertos problemas de salud. Por ejemplo, en quienes sufran de “severo o profundo retraso mental”, “moderada o severa demencia”, “grave lesión cerebral”.
Este tipo de situaciones, junto a la frenética presión que las élites del país del norte están imponiendo sobre los políticos para que levanten las medidas de cuarentena, demuestran cómo la economía más grande del mundo –y su sistema de desigualdades– categorizan a la gente que es “desechable” frente a la crisis sanitaria.
Empresarios y políticos han cuestionado las medidas de confinamiento, minimizando los efectos del virus y señalando la importancia de que lo fundamental es salvar la economía. El propio presidente Donald Trump señaló en Twitter: “no podemos dejar que el remedio sea peor que la enfermedad”, recalcando el orden de prioridades de la política estadounidense.
Unos pocos se beneficiarán del coronavirus
La editorial Haymarket Books, en el marco del contexto de la crisis sanitaria, recientemente organizó un seminario virtual denominado: “Cómo vencer al capitalismo del coronavirus”.
En este evento público, en el que se conectaron más de 15 mil personas, participaron las intelectuales y activistas: Naomi Klein, Keeanga-Yamahtta Taylor y Astra Taylor. Su reflexión giró en torno a las consecuencias que la pandemia tendrá en la sociedad norteamericana.
Klein –conocida por su libro “Doctrina del shock”– planteó la necesidad de entender cómo este tipo de desastres son “sistemáticamente aprovechados por las élites”. Para ello remarcó que la actual gestión de la emergencia sanitaria en Estados Unidos ha quedado en manos del vicepresidente, Mike Pence, quien el año 2005 gestionó el desastre provocado por el huracán Katrina.
En ese entonces, Pence utilizó el desastre para implementar una serie de medidas (privatización de la educación, reducción de la protección social, etc.) que terminaron beneficiando a las élites de ese país.
Algo similar sucede con el actual Secretario del Tesoro, Steven Mnuchin. Durante la crisis financiera de 2008, fue el encargado de gestionar el multimillonario rescate al sector financiero, a costa de los trabajadores estadounidenses.
Actualmente, Mnuchin está a cargo de la gestión de los 2 billones de dólares, dispuestos por la Reserva Federal, para enfrentar la crisis sanitaria.
Por este motivo las panelistas resaltaron la necesidad de mirar cómo está siendo gestionada esta crisis sanitaria y quiénes son los más afectados.
La cineasta y activista, Astra Taylor, explicó que luego de la pandemia millones de personas perderán sus empleos en EE.UU. y que “frente a los despidos, la gente no tiene ahorros para quedarse en casa, lo que en cambio tiene son deudas”.
Según Taylor, la economía de ese país está estructurada para que la gente se endeude durante toda su vida –los estadounidenses dejan en promedio, en el momento de su muerte, deudas de $us 62 mil–, situación que se agravaría con la crisis de la Covid-19.
Por otro lado, la activista afroamericana Keeanga Taylor señaló que “la crisis del coronavirus muestra que los temas sobrepuestos de raza, clase, desigualdad y opresión no son problemas particulares, sino un problema endémico de la sociedad americana”.
Como prueba de lo anterior se puede considerar, por ejemplo, que en la ciudad de Chicago más del 70% de los fallecidos por el nuevo coronavirus son afroamericanos.
En Estados Unidos existen, en un extremo, 607 billonarios y, en el otro, 38 millones de pobres, lo que sería una consecuencia estructural del sistema de poder de ese país, puntualizó la activista.
En la discusión entre las participantes, si bien reconocieron la importancia de la política de “distanciamiento social” para frenar la propagación del virus, también coincidieron que en Estados Unidos esta situación está sirviendo para beneficiar a las grandes corporaciones.
“Estamos teniendo una visión del mundo que Silicon Valley quiere entregarnos”, señaló Naomi Klein.
“Los abuelos deberían sacrificarse por EE.UU.”
Astra Taylor señaló, también, que en el país del norte mucha gente va a morir en los siguientes meses porque no tiene acceso a un cuidado médico adecuado.
La imagen de que Estados Unidos tiene tecnología médica de punta es cierta, según Taylor, pero solo está disponible para un segmento limitado de la población.
Pero no solo es consecuencia de ello el que mucha gente pueda morir con la propagación del virus. Es el propio sistema social de ese país el que considera que mucha gente es prescindible.
La frase de Trump: “no podemos dejar que el remedio sea peor que la enfermedad” se refiere a ello. Al privilegio que tienen los intereses económicos y al obstáculo que significan las medidas de cuidado de la vida.
Al respecto, un caso extremo y muy polémico, fue la declaración del vicegobernador republicano de Texas, Dan Patrick. Este político expresó que la economía norteamericana no debería detenerse por una enfermedad que afecta principalmente a las personas mayores.
“Los que tenemos 70 años o más, nos cuidaremos nosotros mismos. Pero no sacrifiquemos al país”, señaló Patrick en su polémica declaración.
En otro caso, en el Estado de Alabama, el plan para enfrentar la Covid-19 instruye a los hospitales no utilizar respiradores en personas que tengan ciertos problemas de salud. Por ejemplo, en quienes sufran de “severo o profundo retraso mental”, “moderada o severa demencia”, “grave lesión cerebral”.
Este tipo de situaciones, junto a la frenética presión que las élites del país del norte están imponiendo sobre los políticos para que levanten las medidas de cuarentena, demuestran cómo la economía más grande del mundo –y su sistema de desigualdades– categorizan a la gente que es “desechable” frente a la crisis sanitaria.