Advierten: Instituciones del Estado disfrazan inversiones
El docente e investigador del Instituto de Estudios Sociales y Económicos (IESE) de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), Carlos Hoffmann, considera que el crecimiento económico en Bolivia es “relativamente bajo en relación con la ingente” cantidad de gasto e inversión pública. Y...



El docente e investigador del Instituto de Estudios Sociales y Económicos (IESE) de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), Carlos Hoffmann, considera que el crecimiento económico en Bolivia es “relativamente bajo en relación con la ingente” cantidad de gasto e inversión pública.
Y es que, “a pesar que los volúmenes de inversión pública se han multiplicado diez veces en los últimos quince años, el PIB no ha tenido un crecimiento similar”, afirma.
El análisis del economista e investigador del IESE-UMSS centra su mirada en las metodologías con las que el Estado presenta, justifica y evalúa sus gastos e inversiones, que, según sus hallazgos, no están generando los beneficios que se esperaría de los montos reportados oficialmente.
La inversión pública
Hoffmann explica que la inversión pública, al igual que la inversión privada, genera beneficios, es decir, producir ingresos que multiplican la inversión inicial. “La única diferencia es que una inversión privada genera beneficios económicos, en cambio una inversión pública genera además beneficios sociales”.
Entonces, “para que se justifique una inversión estatal, está debe generar necesariamente beneficios para la población, cuantitativamente superiores a la inversión inicial, es decir, debe ser una inversión rentable. La inversión en proyectos sociales, debe generar mejores condiciones de vida en la población”, agrega.
Sin embargo, uno de los principales problemas identificados por el experto es que, en Bolivia, las inversiones en capital “apenas alcanzan al 22% durante los últimos años, el resto se diluye en gastos corrientes y uso de fondos”.
Pero el problema va más allá, porque “a pesar de la reducida magnitud destinada a gastos de inversión pública, aún estamos ante el denominado espejismo de la inversión, porque las instituciones del Estado, disfrazan inversiones y eligen proyectos no rentables, por lo tanto, la inversión efectiva se reduce sólo a un 11% del total del gasto público”, afirma, basándose en cálculos usando datos del INE y del Viceministerio de Inversión Pública y Financiamiento Externo (VIPFE).
Evaluar la eficiencia de la inversión pública
El investigador advierte que las Unidades Administrativas, siguiendo la normativa nacional del VIPFE, “evalúan simplemente el cumplimiento de sus presupuestos anuales”, cuando en realidad deberían evaluar los rendimientos de la inversión.
Con esto, afirma, se “tergiversa el sentido de la inversión, obligando a las entidades públicas a gastar la totalidad de sus recursos de manera descontrolada, reformulando reiteradamente sus POAs y cambiando arbitrariamente las partidas presupuestarias a última hora, en la única perspectiva de lograr mayor ejecución”.
El especialista recuerda que los manuales indican que la metodología adecuada para medir los beneficios generados por la inversión, debería estar en función del análisis del impacto en el mediano y largo plazo, pero que ello implica esperar un tiempo muy prolongado, algo que no le interesa al gobierno.
Además, tampoco le interesa al Estado si se encontrasen resultados negativos que indiquen que el proyecto no ha generado ningún beneficio cuando ya no se puede dar marcha atrás, ni recuperar la inversión.
Enfoque para evaluar
Hoffmann plantea la evaluación de proyectos sociales a partir de los indicadores clásicos de rentabilidad: Los costos e inversiones se estiman exactamente de la misma manera que un proyecto privado; lo que varía fundamentalmente es la estimación de los ingresos del proyecto.
Así, a diferencia de la evaluación privada, que estima los ingresos a partir de las ventas del producto final, en una evaluación social, “los ingresos deben estimarse a través del cálculo del valor incremental que genera el proyecto, es decir, deben estimarse a partir de la valoración monetaria de los benéficos que se logran con el funcionamiento del proyecto en la comunidad”.
Usando este análisis, el experto concluye que “las inversiones de las instancias descentralizadas no son eficientes, su productividad es baja, por lo tanto, no repercuten -como se esperaría teóricamente de una inversión- de manera determinante en un mayor crecimiento del PIB”.
Inversión y desarrollo
Según explica el investigador, si se desea generar procesos de desarrollo desde el Estado, se deben priorizar dos sectores estratégicos para la inversión: “a) La formación de Inversión Bruta de Capital Fijo en el sector de Infraestructura, que es vital, porque apalanca de gran manera la inversión privada y genera innegable crecimiento económico. Y b) La inversión en el Sector Sociales necesaria para generar el Bienestar de la población”.
Al mismo tiempo, se deben reducir “drásticamente” las inversiones del sector productivo “para no ingresar en una suerte de subvención a actores privados”, pero se debe mantener las inversiones estratégicas rentables en energía e hidrocarburos, y se debe evitar la inversión directa del Estado en proyectos productivos no rentables.
Hoffmann también sugiere reglamentar la evaluación de proyectos de inversión pública, bajo un enfoque de rentabilidad que estime los ingresos del proyecto a partir de la valoración monetaria de los
Beneficios en la
población.
“Las nuevas formas para evaluar el desempeño de las instituciones, deberían centrarse en calificar la productividad de la inversión pública, y pasar a segundo plano la evaluación de la eficiencia del gasto. Solo en la medida que se invierta de manera eficiente se podrá experimentar un verdadero crecimiento económico”, sentencia.