El City se impone a un Sevilla que mereció más
El equipo de Mendilibar acaricia la Supercopa de Europa ante el Manchester City con En-Nesyri como protagonista al marcar un golazo y fallar dos clarísimas ocasiones



El Sevilla cayó como un campeón ante el campeón de los campeones, el City de Guardiola. Lo tuvo en sus manos, o mejor dicho, en los pies de En-Nesyri, que anotó un golazo esplendoroso de cabeza y que, como en su última Supercopa europea ante el Bayern en 2020, falló dos ocasiones clarísimas, de las que no se desperdician en finales y que iban a ser irremediablemente castigadas, más ante un rival como el que había enfrente.
En los penaltis, esta vez no pudo aparecer Bono, en su última noche como sevillista, y Gudelj erró el lanzamiento decisivo en una tanda forzada por un cabezazo de Palmer. Fue una gran final, otra más, de la que podrán estar satisfechos los sevillistas.
Con gran superioridad de aficionados celestes en las gradas del estadio Giorgios Karaiskakis ante 1.200 valientes sevillistas, el equipo andaluz demostró que eso de crecerse en las grandes citas es algo más que una leyenda. Se apretó los machos, defendió con inteligencia y esperó al primer zarpazo, ese que sabía que iba a llegar.
Mendilibar puso a Joan Jordán como sustituto del lesionado Fernando junto a Rakitic y le dio las bandas a Ocampos y Lamela, a quienes cambiaba para quitarle la referencia a sus pares y aprovechar los huecos en las subidas de los laterales ingleses. No obstante, estaba claro que sufrir, lo que se dice sufrir, había que sufrir.
Bono, a punto de salir para Arabia con una oferta del Al Hilal, hizo el primer paradón a los ocho minutos. Se trataba de que el marroquí no tuviese que aparecer mucho, pero ante el City y ante Haaland, ya se sabe. En esta ocasión fue en un remate de cabeza casi a bocajarro de Aké. Sacó una mano cuando Gudelj ya estaba superado en el salto y el gol se cantaba en El Pireo. Todavía tendría más trabajo Bono, aunque menos del esperado. Un disparo de rosca de Grealish que era despejado a córner sin muchos alardes.
Pero se estaba cociendo el zarpazo del Sevilla. Este equipo, capaz de lo peor y de lo mejor, tiene la raza de los rebeldes. Una jugada que empezó en el meta marroquí acabó en los pies de Ocampos, perfilado en el pasillo interior pegado a la izquierda. Su apertura a Acuña lo convertía en oro el argentino y lo pulía, abrillantaba y lo engarzaba de joyas el remate prodigioso de En-Nesyri. Espectacular el salto, el espectacular la capacidad para mantenerse en el aire y espectacular el frentazo, de arriba a abajo, para pegar en el palo y no dejar ni pestañear a Ederson. Un martillazo demoledor.
El sevillismo estallaba de locura y se frotaba los ojos de incredulidad. A partir de ahí estaba cantado que el Manchester City iba a apretar, pero el plan estaba trazado y entraba la segunda fase del mismo. Mendilibar, amante de la presión adelantada, plegó velas, cerró a su equipo y defendió por dentro evitando los pases interiores de Rodri dejando las bandas libres. Sólo un intento del español a Haaland inquietó , pero todo quedó en una falta peligrosa y una tarjeta para Badé.
Pero las cosas se le pusieron al Sevilla de dulce a los cinco minutos de la reanudación, cuando a En-Nesyri se le aparecieron los fantasmas de Budapest, cuando en 2022 tuvo la Supercopa ante el Bayer en un mano a mano con Neuer. Repitió la acción y falló ante Ederson al enviarle el balón entre las piernas. Era una fase en el que los andaluces olisquearon el miedo del City con robos y salidas rápidas a la contra de Ocampos, uno de los mejores. Pero cuando mejor estaba el Sevilla, golpeó el equipo de Guardiola. Rodri, el mejor del City, metió un balón de oro a la cabeza de Palmer, que no falló en el segundo palo.
La sacudida anímica fue importante, pero el Sevilla no se iba a rendir. De hecho. En-Nesyri la volvió a tener, solo ante Ederson, pero éste le cerró y paró su tiro. Después quedaría el acoso del City, la falta de fuerzas ya de los de Mendilibar y los fuegos que apagaban en el área Badé, Gudelj, Bono... El marroquí se empleaba a fondo con ocasiones de Palmer, de Aké, y, por último, se despedía en una tanda de penaltis en la que estuvo cerca de cazar el tiro anterior al de Gudelj, de Walker.