El ex delantero y uno de los ídolos de Boca jugó el Mundial de Sudáfrica 2010
La cruda carta de Martín Palermo sobre la muerte de Maradona
El entrenador de Curicó Unido e histórico goleador de Boca rememoró su vínculo con el ’10′ a tres meses de su muerte
“Sólo el hecho de ser Diego Maradona implicaba hacer un trabajo de 24 horas los 7 días de la semana”. Con esa frase, Martín Palermo, en una extensa y emotiva carta publicada en The Players Tribune, comenzó su relato para recordar al campeón del mundo en México 86 y brindar detalles íntimos sobre cómo era su relación.
El actual entrenador de Curicó Unido recalcó que el oriundo de Villa Fiorito tenía “un gran corazón” y que él “sabía que su presencia era importante para todos los que estuvieran cerca de él, y sólo quería mostrar que estaba presente y disponible para lo que necesitara. Siempre fue así, siempre cuidándote, preguntándote cómo estabas. Y siempre se aparecía cuando menos te lo esperabas”.
Aunque ya pasaron tres meses de aquel fatídico 25 de noviembre de 2020, cuando la pelota se detuvo en todo el planeta, el Loco, en su interior, aún no se resigna a asimilar la muerte de su ídolo y amigo.
En su relato, el máximo goleador de la historia de Boca develó que se contactó con un periodista y con Claudia Villafañe para saber si realmente la noticia que veía en la televisión era cierta. “Diego estuvo en situaciones parecidas, en las que estaba en el hospital y se multiplicaban rumores sobre su muerte, y entonces pensaba: ‘No, no puede ser, solamente es lo que están diciendo. Probablemente no sea nada’. Y al final realmente no era nada. Maradona siempre se recupera. Maradona siempre sobrevive. Había pasado tantas veces. Entonces pensás ‘esta es sólo una más’. Pero después la noticia sobre su recuperación nunca llega”, escribió.
Además de confesar que todavía le cuesta imaginarse un mundo sin Maradona, el surgido de Estudiantes de La Plata contó cómo nació su idolatría por Diego: en el Mundial de México 86, cuando él sólo tenía 12 años y veía todos los partidos pegado al televisor junto a su hermano y sus padres.
“Cuando salimos a festejar el título en la calle, entendí que esta era la mayor expresión de satisfacción, de alegría, que el fútbol podía traer. Y el origen de toda esa emoción era Maradona”, soltó.
De manera inesperada, el Loco explicó que cuando él se sintió más cercano del ’10′ fue en uno de los peores momentos de su carrera, el Mundial de Estados Unidos 94. Tras volver como el “salvador” para comandar a la albiceleste del Coco Basile rumbo a una nueva cita máxima, una enfermera ingresó al campo de juego para llevarse a Diego, quien había dado doping positivo. “Yo tenía 20 años y había debutado profesionalmente dos años antes. Viéndolo ahí, sintiendo su dolor, despertó una nueva clase de afecto. Cuando lo vi llorar, quería llorar yo también. Es difícil, realmente, describir lo que sentí en ese momento. Todo lo que puedo decir es que me sentí más conectado con él que nunca antes. Era Maradona, era Dios, pero también era humano, ¿no?”, confesó.
Las vueltas del fútbol los pusieron cara a cara en un Estudiantes-Boca en agosto de 1996, cuando el goleador fue la gran figura del cotejo al marcar dos tantos. Ese juego marcó al ex director técnico del Al Wasl y Dorados, ya que al año siguiente le pidió a Mauricio Macri (por ese entonces mandatario del xeneize) que contratara a ese blondo futbolista.
“Todavía siento que fue una bendición haber podido jugar con él al lado en los últimos meses de su carrera. Obviamente no estaba en la plenitud de su momento de esplendor de los años 80, pero igual te asombraba. Llegaba al entrenamiento y era como si todo se paralizara, y nosotros nada más mirábamos lo que hacía con la pelota, o nos quedábamos viéndolo con la boca abierta mientras clavaba otro tiro libre al ángulo. No exagero para nada: literalmente Diego podía poner la pelota donde él quisiera”, soltó. Y luego, añadió: “Diego sabía que estaba cerca del retiro, pero aun así siguió peleando hasta el final. Se brindó al equipo a todo nivel. Incluso cuando su cuerpo ya no podía más, igual se exigía hasta el límite. Siempre quería estar ahí para vos. Es como esas películas sobre los guerreros. El guerrero pelea contra todo y contra todos, pero no lo hace para él. Lo hace para el bien de los demás. Siempre vi a Maradona de esa manera. Desde lo individual era un artista. Como compañero era un gladiador”.
Pese a su retiro, el vínculo siguió fuerte. “Nos unía Boca”, remarcó Palermo. Diego fue a su casamiento y estuvo a su lado cuando falleció uno de sus hijos, por ejemplo. Sin embargo, esta historia tenía nuevas páginas para que escribieran juntos. Diego Armando Maradona se volvió a calzar el buzo de entrenador, pero esta vez del lugar en donde más felices hizo a los argentinos: la selección argentina.
Los irregulares resultados desataron feroces críticas por parte de la prensa. Una de las decisiones que más controversias generaron fue apostar para los duelos claves para conseguir el pasaje al Mundial de Sudáfrica 2010 por la convocatoria del experimentado Palermo, quien tras una década de ausencia volvía a lucir la camiseta albiceleste.
“Era un momento de crisis para Argentina. No ganar un Mundial, ya es bastante malo. ¿Pero ni siquiera ir a un Mundial…? Impensable. Realmente estábamos bajo mucha presión y había que salir con el cuchillo entre los dientes. Así que ahí estamos, jugando contra Perú en Buenos Aires, y diluvia. Es un clima bíblico. Hacemos un gol. Gracias a Dios, está todo dado para ganar 1-0. Y después llega el empate de Perú antes del final. Desastre. Estábamos terminados. Game over. Chau Mundial. La gente se empieza a ir del estadio, como loca, enojada. Y Diego, que había sido muy criticado en la prensa por sus tácticas, por llamar a un delantero viejo que todos creían terminado… ahora también está listo. Pero en tiempo de descuento, ganamos un córner. La pelota llega al área y me queda de frente, para que la toque rumbo a la red. Gol. Empiezo a correr como un loco, con todos los compañeros que me persiguen. El estadio explota. Diego también se manda corriendo al campo, se tira de cabeza y aterriza en el pasto mojado. Qué momento. ¡Qué noche!”, detalló.
Palermo también develó una inédita anécdota durante la Copa del Mundo. En tono de broma, Martín le dijo a Diego que si entraba y metía un gol, quería que le diera uno de sus aritos. Con el pasaje a octavos ya en manos, el Titán entró sobre el final del juego con Grecia y se despachó con un tanto. “Al día siguiente me lo regaló. Todavía lo tengo. Está muy bien guardado, como un pequeño tesoro”.
En el final de la nota, el ex Boca, Estudiantes y Villarreal marcó lo difícil que era ser Maradona y que “si pudiera volver el tiempo, haría lo que fuera posible para ayudar a Diego en sus últimos años”. Y añadió: “Es difícil saber realmente lo que pasó en el último tiempo para que terminara como terminó. No me gustó cómo tuvo que vivir en sus últimos dos años. Ver la figura de él deteriorándose tanto... No era el Maradona que me gustaba ver. Lo que más lamento de todo es que lo hayan dejado tan solo. No se lo cuidó. No se lo ayudó para terminar una vida que fuera digna de quien fue”.
“No sé cuándo voy a enfrentarme con la realidad. Quizás en algún momento tendré que aceptar que Diego se fue, del mismo modo en el que tuve que aceptar la muerte de mi hijo. Voy a tener que cruzar ese puente y decirme: ‘No está acá. No lo voy a ver nunca más’. Pero todavía no llegué a ese punto. Es demasiado doloroso, demasiado surrealista. Para mí, Diego todavía está ahí. Dios aún existe. Y de algún modo, siempre estará”, cerró un Palermo a corazón abierto.