Reseña Historica del “Señor de Pilaya”



La Devoción al “Señor de Pilaya” en Culpina, y su festividad Religiosa, tiene una vigencia de más de 400 años. Razón suficiente para enorgullecernos como culpineños y a la vez motivo oportuno para profundizar nuestro compromiso de Fe nuestra sociedad construyendo el Reino a la imagen de Cristo Resucitado.
Con el objeto de conocer y comprender mejor esta rica herencia que nos dejaron los primeros Misioneros Coloniales en esta región de los Cintis para toda Chuquisaca y Bolivia, les presentamos una breve síntesis histórica del Patrono del Municipio de Culpina.
I. ENTRONIZACIÓN DEL SEÑOR DE PILAYA
En palabras del Padre Simeón Torres en su libro “Devoción a la venerada Imagen del Señor de Pilaya” (1936); en 1582 llegaron por primera vez a nuestro municipio los misioneros españoles pertenecientes a la congregación de San Agustín. Estos religiosos, saliendo desde La Villa de San Bernardo de Tarixa, y subiendo por el rio Pilcomayo, incursionaron hacia el Noroeste por la rivera del caudaloso río Pilaya para establecerse en este exuberante paraje por ser apto para el cultivo de la vid y posteriormente fundar el Priorato Eclesiástico de Pilaya y Paspaya un 13 de enero de 1588.
En los verdes y salvajes parajes del valle de Pilaya, habitados por guaraníes, en aquellos lejanos tiempos, a su llegada, los misioneros presentaron a los originarios por primera vez la imagen de Jesucristo Crucificado. Con fines de Evangelización le nombraron como “Señor de Pilaya” tomando en cuenta el contexto de este vocablo de origen guaraní, su primer templo fue levantado en la comunidad de Sancho, justamente frente a la quebrada del Pilaya.
Desde finales del siglo XVl y siglos después la devoción al “Señor de Pilaya” fue celebrada con piadosas novenas, fervorosas celebraciones sacramentales, multitudinarias procesiones y con las más solemnes Eucaristías en las que ya participaban no solo fieles de la comarca sino también devotos de toda la región del valle de Pilaya, Camblaya, Pilcomayo de los Cintis y de comunidades de Tarija.
II. FORTALEZA DE LA DEVOCIÓN
Las caudalosas y ricas aguas del rio Pilaya se desbordaban frecuentemente, pero en cierta ocasión una torrencial lluvia, provocó un turbión de gran magnitud poniendo en grave peligro a los lugareños, gravísimos daños y pérdidas sufrió el templo del “Señor de Pilaya”. Se sabe que la violentas aguas destruyeron los gruesos muros de más de la mitad del templo arrastrando todos los asientos, las imágenes, todo el altar y hasta el santo sagrario, además las aguas se llevaron toda la sacristía con los objetos más sagrados del culto como el cáliz, el pan y el vino. Tal desastre parecía haber acabado con todo, sin embargo, la imagen del Señor de Pilaya, sorprendentemente y para consuelo de los fieles se mantuvo en pie sin sufrir daño alguno. Este hecho fue considerado por la comunidad como un gran milagro y señal clara de que la voluntad del Señor era quedarse junto a su pueblo, se decidió pues erigir nuevamente un templo para la imagen y devoción Cristiana.
Al paso del tiempo otro hecho grandioso habría de fortalecer la devoción cristiana de los fieles devotos del “Señor de Pilaya”.
La historia registra que con el levantamiento indígena de Túpac Amaru contra todo lo que sea español, el año de 1781, las villas, estancias, bodegas y haciendas en la zona de Pilaya y comarcas aledañas fueron asaltadas e incendiadas por miles de indígenas guaraníes que armados con arcos y flechas dieron muerte a cientos de mestizos en los poblados aledaños al Pilcomayo y la zona de Pilaya. El templo y todo lo que en él se tenía fue totalmente destruido, hecho mil pedazos, quemado, saqueado y profanado.
Una vez terminado el asalto, para sorpresa de los fieles, por motivos que se desconocen, los guerreros guaraníes dejaron únicamente en pie y sin provocarle daño alguno la imagen del “Señor de Pilaya”. Este hecho fue considerado por los fieles como un segundo gran milagro y señal de que sin duda alguna la voluntad de este Señor era la de seguir acompañando a su pueblo. Estos dos hechos es señal para los devotos que ni el paso de los siglos ni la fuerza de la naturaleza ni la violencia de los hombres pudieron acabar con la ferviente devoción al “Señor de Pilaya”.
III. “EL SEÑOR DE PILAYA” SE TRASLADA
A inicios del siglo XIX, por resguardo de los desbordes del Pilaya y los permanentes ataques del pueblo guaraníe, la venerada imagen fue trasladada al cantón de la Loma.
Allí en La Loma, mucho después, al correr el año de 1880, por desgracia, la falta de devoción, la indiferencia ante el mensaje Evangélico, la dejadez de los fieles y pobladores para cuidar y reparar el Templo, precipitaron el derrumbe de sus paredes y del techo, llegando al extremo de tener la imagen del “Señor de Pilaya” arrinconada en la sacristía. Ante lamentable situación los comunarios de Pilaya decidieron junto al Cura Valli en gran procesión entre oración y cánticos trasladarla nuevamente a las riveras del Pilaya a la zona de la Montaña construyéndose un nuevo templo en los terrenos donados por un fiel devoto.
IV. EL “SEÑOR DE PILAYA” EN CULPINA
Para el año 1900, en este lugar de la Montaña, la Festividad del “Señor de Pilaya” se convirtió en el mayor centro de culto y devoción religiosa Católica del Sur de Bolivia. Los cientos de fieles devotos llegados de todas partes a la Festividad que duraba más de una semana, recibían colectivamente los sacramentos del Bautismo, Confirmaciones y Matrimonio con la asistencia de varios sacerdotes. Al paso del tiempo, viéndose en peligro el templo y la imagen por los desbordes y riadas, la imagen se la traslada temporalmente y para resguardo- a la comunidad del Salitre, sin embargo el año 1983 el Párroco Otto Strauss decide junto al Presidente parroquial, Nicolás Tejerina y otros muchos fieles, reubicar la imagen en la población de Culpina para quedarse la venerada imagen esta localidad hasta nuestros días. Esta fue recibida con gran fervor, entre “cantos, oraciones, arcos de flores y camaretazos”
V. RESTAURACION DE LA IMAGEN DEL “SEÑOR DE PILAYA”
Ante el notorio deterioro de la imagen del “Señor de Pilaya” instalada en la Parroquia de Culpina, el año 2003, el Consejo Parroquial con la presidencia de la señora Agustina Ibarra, devotos y feligreses católicos a la cabeza del Párroco Fermín Rodríguez, deciden realizar varias actividades como kermeses, rifas y recepción de donaciones con el fin de recaudar más de 800 dólares destinados en su totalidad y únicamente para la compra del material necesario, siendo dicho trabajo un acto voluntario y de Fe hacia el “Señor de Pilaya” que se extendió hasta su finalización más de dos meses.
De este modo, la anhelada y delicada restauración, fue encomendada y realizada por un devoto y fiel culpineño, el artista plástico Sr. Freddy Ibarra Ibáñez.
Compartimos fragmentos de una entrevista al artista plástico Freddy Ibarra Ibañez.
¿Por qué se decide Restaurar la imagen?
Freddy Ibarra: “Bueno, sucede que cuando bajamos el Cristo para revisarlo, muy apenados vimos que este estaba gravemente deteriorado por el tiempo, por las polillas, hongos y las bacterias, por el intenso calor y la alta humedad del valle de Pilaya y por otros tantos factores climáticos. Había daños grandes en el esternón, su rostro y cabeza estaban inclinados hacia abajo, parecía que cualquier momento se venía al suelo, tenía varios pequeños hoyos de termitas en los brazos, en su barba se veía rajaduras, a las piernas y a los pies les faltaban partes. Al revisarla más a fondo, se notaba que la imagen, había sido refaccionada varias veces, tenía cinco capas de pintura,una capa era azul, tenía parchada tantas partes de su cuerpo que llegó a perder su estética anatómica, era un cuerpo deformado” “Estas capas de refacciones hechas al Cristo por los devotos al pasar cientos de años, fueron realizadas con pinturas, yesos, vendajes y argamasas típicos del Valle, estos eran materiales muy bien manejados por los comunarios [de Pilaya]”.
¿Qué año se talló la imagen?
Freddy Ibarra: “El Cristo original, el que estaba debajo de las refacciones, tenía una belleza impresionante, es casi una perfecta imagen tallada, fue hecha de madera maguey, materia prima usada por escultores religiosos europeos en el barroco tardío, es decir que fue tallada aproximadamente hacia 1750…( ) Una parte de este material removido fue enviado a la ciudad de La Paz para su análisis por expertos en artes Coloniales, el resultado confirmó la datación que habíamos hecho, la imagen del Señor de Pilaya que hoy está en Culpina tiene pues una antigüedad de más de doscientos años”
¿Cómo era la imagen original?
Freddy Ibarra: “La imagen original tenía su cabello tallado, pero al paso de los años los devotos le insertaron cabello natural. Aún conserva su primera corona hecha de plata pura, que fue labrada en una placa finísima de filigrana, a la vez, encontramos adheridas en la cabeza varias espinas típicas del valle. Los clavos de sus manos y la de los pies también son muy antiquísimos y son de plata. Sabemos por documentación histórica que este tipo de ajuar de Joyas fue introducido en la época colonial y traído desde Potosí”.
¿Qué significó para usted restaurar esta imagen religiosa?
Freddy Ibarra: “Mientras realizaba la restauración, que duró dos meses y algo más, al ver en silencio su rostro tan demacrado, provocó en mí y en muchos devotos una inigualable e inolvidable sensación e impresión, recuerdo que esos días varios tuvimos muchas noches unos sueños muy reales y muy vivos con esta imagen, con su rostro, con su dolor, fue una sensación única y que no he podido olvidar hasta hoy, siento profundamente y claramente que nuestra devoción y Festividad al Señor de Pilaya, como lo fue cientos de años, debe centrarse en la espiritualidad, en el misticismo y en el recogimiento Cristiano y no desviarnos en otro tipo de manifestaciones”
“Hoy más que nunca, en medio de una sociedad que pierde sus valores, es urgente mirar como católicos al Señor de Pilaya para dejarnos transformar y recibir sus dones para construir así una mejor comunidad y una más cristiana sociedad”.
(Prof. José Reynaldo Garvía Araoz)