LA NAVIDAD EN TARIJA
El ámbito tarijeño constituye en sí uno de los más ricos veneros del folklore boliviano, especialmente en el aspecto musical. Mas no es éste el matiz que vamos a observar en el presente ensayo, porque la cualidad más característica del cancionero tarijeño, su escala tritónica y la notable ornamentación melismática de sus vocalizaciones, no intervienen en las canciones de Navidad del pueblo de Tarija; éstas son antiguos villancicos hispánicos y una que otra melodía criolla del sector occidental de la república, incluso algunas de éstas nos han sido proporcionadas por músicos populares, que las titulan el chuquisaqueño o tonada chuquisaqueña (Con este mismo nombre han llegado a nuestro poder gracias a la gentileza del folklorólogo Víctor Varas Reyes).
A esta última circunstancia se añade la referencia que diversos elementos de la ciudad de Tarija dan respecto al paulatino enriquecimiento del folklore tarijeño de Navidad en los últimos años, con especificación concreta de ser avances del folklore de la provincia de Cinti, del Departamento de Chuquisaca, sobre todo en lo relativo al baile de la trenza: “la traje en mis años mozos -nos dice el señor Soruco- del pueblo de San Juan" (perteneciente a la provincia antes citada). No obstante, no debemos dar demasiada trascendencia a estas afirmaciones, pues estas especies, de mayor o menor antigüedad, constituyen actualmente expresiones auténticamente folklóricas de Tarija. Vemos, pues, en este hecho uno de los más curiosos pasos de la dinámica del folklore, que nos demuestra que no es precisamente lo más antiguo ni lo que antaño se cultivó en el mismo lugar lo que el pueblo tiene en su acervo, sino que es posible ver su gestación misma, su continuo acrecentamiento y su implantación final en un determinado lugar y en un período relativamente pequeño. Las circunstancias que favorecen este constante rebullir, ahogando determinados elementos y enriqueciendo otros, se circunscriben indudablemente al momento psicológico de las masas humanas que las manejan y en algún grado también el ambiente físico del lugar. Observamos continuamente la inercia y el olvido final en que se sumergen encantadoras manifestaciones populares y la exaltación exagerada con que se reviste a otras de antaño consideradas en segundo plano.
Este fenómeno lo volvemos a encontrar en Tarija, donde sobre todo en los últimos años se ha revestido a la fiesta de Navidad con una riquísima muestra de aditamentos del más puro sentir folklórico, hasta convertirla, junto con la festividad de San Roque, en la conmemoración más interesante de la ciudad del Guadalquivir
Los preparativos del festejo, como sucede en los demás ámbitos, llevan muchos días de anticipación: arreglo de las imágenes, maceración de trigales, organización de conjuntos musicales, etc. Es tradicional dar en la Epifanía una misa en honor de las imágenes que se veneran en los hogares, rivalizan las familias en la mejor forma de hacer este homenaje al Niño el día en que su misa se celebra. La víspera, al atardecer, el ronco "tun-tun" del bombo, tocando en la puerta de la casa, comienza a atraer a los niños para que efectúen delante de la imagen el baile de adoración; la anfitriona abre las puertas de su vivienda cuando ya están reunidos una buena cantidad de pequeños, que instalados luego en la sala del Nacimiento empiezan sus danzas después de silenciosas oraciones al Niño; en recompensa recibirán luego de la patraña una buena dosis de aloja de maní, mistelas y buñuelos. Concluye también con oraciones este preliminar festejo y con una invitación para la misa del siguiente día
Se construye un verdadero altarcillo portátil para transportar la imagen casera del Redentor: puntillas, conchas, joyas y frutas lo decoran; abren la calle a su paso dos hileras de chiquillos que avanzan bailando la cadenita de Navidad, con paso saltado como vimos en los chuntunquis sucrenses; la música también parecida a aquellos bailarines. Durante la misa, el órgano, acompañado de instrumentos pastoriles, ejecuta las músicas del conocido repertorio navideño Pasado el Santo Oficio, con igual boato se transporta la Imagen a la casa, iniciándose de inmediato la adoración, que se prolonga hasta muy entrada la noche
Ya dijimos anteriormente que el rasgo más notorio de los festejos de Navidad del ámbito tarijeño lo constituyen las danzas religiosas populares. En efecto, existen una gran variedad de especies, mas, una de ellas, el baile de la trenza es el número preferido de estas adoraciones domésticas, dominando sobre las demás por su variedad musical, su colorido y la forma de ejecución Existen familias que, por tradición, ofrecen a los adoradores voluntarios sus palos de trenzar, primorosamente adornados, y hacia estas casas se dirigen los espectadores, pues la voz de trenzan a lo zutana o trenzan mejor a la de mengana corre como reguero en la población, que en sí pequeña, está pendiente de esta clase de noticias que les proporcionará la oportunidad para el explaye de su ofrenda danzada al Rey de los Cielos.
Merece un estudio especial este baile de la trenza o danza de las cintas por su diversa y amplia difusión en el globo y por su vanada incrustaron en distintas festividades y ritos. Indudablemente, como casi todas las danzas adoptadas por el cristianismo con fines religiosos, su origen debemos buscarlo en las ceremonias de la fecundidad y fertilidad de las culturas paganas, relacionadas con las danzas circulares alrededor de un palo, un árbol o unas cañas con aderezo frutal, precisamente por estar dedicadas estas danzas a la aparición de los frutos y al levantamiento de la cosecha.
En la actualidad la población mestiza e indígena de casi toda América la cultiva, desde México a la Argentina y Chile; en las parcialidades quechuas de Perú y Bolivia se la conoce con los nombre de Cinta Ckana o Tusuy Kaspi (palo de baile); sarao se llama esta danza en el oriente boliviano (Pando, Beni y Santa Cruz) y las trenzas en el Departamento de Tarija, que es precisamente la que nos interesa en nuestro estudio por estar destinada la citada danza a la conmemoración religiosa de la Navidad. La preponderancia paulatina de esta danza en los últimos tiempos hace que intervengan en ella todas las clases sociales, desde los chapacos o campesinos hasta las señoritas de la alta sociedad.
Los dueños de Nacimientos que han organizado una adoración pública, se proveen para tal efecto de un palo de unos tres o cuatro metros de alto, generalmente decorado en su cúspide, provisto de 8,12 o 16 trenzas de colores (tejidas en telar rústico) y el cual plantan en el patio o en un corralón de la casa. Los días comprendidos entre el 25 de diciembre y el 6 de enero se baila casi ininterrumpidamente durante el día, y con mayor boato, el que corresponde a la Misa del Niño. Comienzan el baile los más pequeños, que organizados por compañías -grupos de más o menos la misma edad-, se apoderan cada uno de su respectiva trenza e inician la danza; una vez que este grupo ha concluido todas sus figuras, pasa la trenza al siguiente, de niños más crecidos, y así paulatinamente hasta finalizar en las personas mayores.
Las figuras con que actualmente se bailan las trenzas pueden reducirse a las siguientes, aunque admitiendo alguna variante según el acuerdo momentáneo de los intérpretes:
1 Canastilla de ocho.
2 Albricias, contradanza, malla.
3 Arrurru-cadena.
4 Canastilla de cuatro.
5 Remolino de dos capas.
6 Remolino final.
El acompañamiento musical consiste en dos quenas, tambor y bombo; durante el canto sólo estos dos últimos instrumentos marcan el acompañamiento rítmico.
Primera figura: Canastilla de ocho - Se inicia con la entonación, que así se llama al paseo preliminar que ejecuta el hombre avanzando en el espacio comprendido entre la mujer de su izquierda y la de su derecha; mientras tanto las mujeres, al compás del bombo, llevan el ritmo en su sitio con pequeños movimientos de talones, una mano en la cadera y otra tomando la cinta. Pasada la entonación, y sin soltar las trenzas, se detienen todos y cantan una cuarteta de las Coplas de Navidad:
En cada grupo de intérpretes o compañías existen un capitán y una capitana, que son los cabecillas o guías encargados de tomar la iniciativa en la ejecución del trenzado. Pasado el canto anterior se inicia el baile, consiste éste en la formación de una cadena; las parejas avanzan en dirección contraria, comienzan los hombres por fuera y las mujeres por dentro; llegados al palo central, sin detenerse, comienzan a destrenzar hasta volver a sus respectivos lugares
Segunda figura - Se la conoce con el nombre de albricias o contradanza, a! primer nombre alude la letra de la copla que se canta después de la entonación, realizada como preludio en igual forma que en la primera figura.
Se entona sólo con acompañamiento musical; luego, deteniéndose, se canta, y finalmente principia el baile, utilizando la misma melodía que para el canto y que está encomendada, en esta oportunidad, a los instrumentos de viento. Inician la trenza las mujeres, dando una vuelta a su compañero, que está a la derecha, y luego al que está a la izquierda; formándose grupos de tres danzantes; una vez que han terminado el trenzado se detienen y cantan:
Destrencen las trenzas,
vuelvan a trenzar,
que el Rey de los Cielos
se ha de coronar
Tercera figura.- Arrurru se la llama por la letra de la primera copla. Otros danzarines nos dieron el nombre de malla o cadena. Es muy parecida a la anterior; la inicia el capitán, que da una vuelta alrededor de la capitana y de la mujer de su izquierda, volviendo nuevamente a su lugar, donde se detiene; a su vez, la capitana ha salido a dar alcance al hombre de su derecha, que viene a hacer lo mismo que el capitán, y así en forma escalonada. Esa figura se interrumpe constantemente al detenerse la música, momento en el que los tronzadores entonan una copla con la misma música:
Pasada la copla continúa nuevamente el baile hasta concluir, es decir, hasta aproximarse lo más posible al palo de las cintas; en este momento comienza el destrenzado, luego de cantar la letra correspondiente. También es costumbre interrumpir el destrenzado para intercalar otras coplillas cantadas.
Cuarta figura: Canastilla de cuatro - Se utiliza en esta figura la misma música que la correspondiente a la primera canastilla. Comienza como aquélla con la entonación, y en seguida la copla cantada:
Buenas noches, Manuelito,
a María y a José,
ya vinieron tus esclavos
de rodillas a tus pies
A, a, viva María.
E, e, viva San José, etc.
Esta figura es igual a la primera canastilla, diferenciándose tan sólo en que no se teje en forma independiente e individual como aquélla, sino por parejas, cruzándose por afuera y por dentro. Terminadas las cintas se destrenzan como en el primer caso, sin ninguna interrupción.
Quinta figura - Llamada Remolino de dos capas, pues consiste en la división de hombres y mujeres avanzando en sentido contrario. La música para la entonación y para las coplas es la misma que la de la primera figura, pasando ya en plena danza a un ritmo más movido en dos por cuatro; generalmente se utiliza la popular tonada llamada ch'ullusca.
La música, como se habrá podido observar, con excepción de la ch'ullusca, no ofrece ninguna característica notable, ya que no participa de los elementos aborígenes o criollos, sino que se sitúa dentro del cancionero europeo antiguo.
La danza de la trenza es agotadora por su duración; no obstante, sirve de promesa mística a mucha gente que, poniendo a prueba su resistencia física, acompañan la procesión del Niño, por ejemplo desde la ciudad de Tarija -donde se efectuó la Misa-hasta la hacienda próxima de San Luis, distante algunos kilómetros de la ciudad y famosa por sus festejos navideños.
OTRAS ESPECIES
El rico emporio tarijeño de Navidad es surtidísimo en especies. Además de la danza de trenza que se la efectúa en el patio, describiremos someramente algunas de las que se bailan en la habitación o sala destinada al Nacimiento. Allí se dirigen los danzarines, que, luego de calladas preces, comienzan a brindar al Niño Jesús sus danzas de adoración.
El carnavalito.- Original y simpático baile, interpretado íntegramente por mujeres en número de 8, 12 o 16 bailarinas. Van éstas provistas de pañuelos que toman en diagonal con las dos manos, manejándolos con gracia a la altura del rostro.
La Ch'ullusca.- Es uno de los bailes más típicos tarijeños, pues no sólo se lo emplea para las Pascuas de Navidad, sino también en las célebres festividades de San Roque. La música utilizada es la transcrita en el trenzado y el paso el de saltillo ágil con rápido cruzamiento de piernas. Los bailarines se colocan en dos columnas, de frente al altar; las mujeres, con las manos en las caderas, y los hombres tomadas por detrás o bien sueltas.
La Cuadrilla de Navidad.- Es otra de las simpáticas danzas navideñas, de características muy parecidas al Carnavalito La formación inicial es la misma que la de aquel baile, es decir, cuatro bailarines en los vértices de un cuadrado imaginario; pueden bailar a la vez muchísimos cuartetos, y así sucede en la práctica, lo que da a la danza un atractivo mayor por el carácter de uniformidad que en sus variados pasos consiguen los adoradores del Niño.
El Sapito.- Es una danza mimética, cuya característica esencial es el estar reservada a la exclusiva interpretación masculina: cuatro danzarines que, colocados en las esquinas de la sala de adoración, realizan en posición acuclillada difíciles saltos y evoluciones, en una forma parecida a los bailes cosacos
El Monito.- Es, como la anterior, una danza de imagen; generalmente son dos solistas los que la ejecutan delante del altar conmemorativo; tiene matices bufonescos y mantiene por este motivo íntima vinculación con los negritos del repertorio chuquisaqueño.
La Cadena.- es la más sencilla de las danzas de Navidad; la interpretan los niños delante de la Imagen Santa al ser llevados a la misa. Consiste en evoluciones con formación de calles, círculos y espirales, figuras en las cuales los danzarines marchan independientes uno detrás de otro y ejecutando el paso saltado común.
Cuando en una determinada casa donde está erigido el Nacimiento es necesario suspender la adoración -por causa de la hora avanzada, del agotamiento del repertorio o la fatiga de los danzarines y músicos-, se tocan las Pascuas, punto final indispensable de estos homenajes domésticos.
Las Pascuas.- Al sonar los primeros acordes de esta melodía, comprenden los asistentes a la casa de fiesta que la adoración del día llega a su término, motivo suficiente para que se les despierte el misticismo un poco relegado en los alegres bailes anteriormente descritos: de ahí que ésta sea la danza de Navidad que con más fe y sentimiento interpreten los tarijeños.
Para bailar las Pascuas, todos los presentes se arrodillan en dos columnas delante del Nacimiento, dicen una oración de despedida en silencio y luego, sin cambiar de posición, cantan una estrofa de Pascuas, terminada la cual se ponen de pie y en formaciones laterales se dirigen en filas por uno y otro lado del salón, bailando con paso saltado hasta volver a sus primitivos puestos, donde nuevamente posternados cantan otra copla; continúan en esta forma hasta haber agotado un buen número de ellas.
FORTÚN DE PONCE, Julia Elena:
LA NAVIDAD EN BOLIVIA
Nro. 1 Colección Etnografía y Folklore
Ministerio de Educación y Bellas Artes
146 págs, La Paz, 1957, pp 96/121.
CREAR es una revista producida por el Centro Regional del Arte, y editada bajo la responsabilidad de la CASA DEL TRABAJO (CADETRA).
EDITOR RESPONSABLE: MARCO A. MENDOZA C.
COMPILACIÓN Y PRODUCCIÓN: FERNANDO ARDÚZ RUÍZ
DIAGRAMADOR: ROLANDO ABAN DÁVALOS
COORDINACIÓN: RICARDO ARDUZ URQUIZU
TRANSCRIPCIÓN: PAOLA VÁSQUEZ VELÁSQUEZ