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De la revista de la Sociedad Geográfica y de Historia. Año1 Nº1 . 10 de septiembre de 1944 Documento proporcionado por el Dr. Mario Barragán Vargas

Los descubridores de Tarija (Primera Parte)

ESTABLECER una comunicación directa y permanente

Cántaro
  • Federico Ávila
  • 24/09/2023 00:00
Los descubridores

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Vistas de Tarija

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Los descubridores
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INTRODUCCIÓN

ESTABLECER una comunicación directa y permanente entre el Kollasuyo y el Rio de la Plata fue una de las mayores preocupaciones de las autoridades coloniales.

Para ello había que vencer de antemano dos formidables obstáculos: los feroces Chiriguanos que constituían una verdadera muralla humana y las tremendas soledades del Chaco sólo señoreadas por tribus salvajes e indomables.

Con el objeto de allanar tan graves dificultades fundáronse importantes núcleos colonizadores y poblaciones avanzadas para la penetración pacífica a los llanos platenses.

Tarija fue uno de esos centros vitales para la más expedita comunicación entre las tierras altas del Perú con las nacientes colonias del Plata.

Ya el Virrey Toledo, llamado con razón el Solón americano, escribía a S. M. en 3 de Junio de 1573 que era necesaria la inmediata fundación de Tarija a fin de abrir fácilmente el "CAMINO ENTRE LA PLATA PARA COMUNICARLA CON LA ASUNCIÓN DEL PARAGUAY Y HAYA DE ESA MANERA FÁCIL CONTRATACIÓN Y COMERCIO CON EL RIO DE LA PLATA... “. (1)

Y Luis de Fuentes, apenas había fundado esta ciudad, informaba por su parte al Rey que dichos valles eran la puerta "POR DONDE MAS DE ORDINARIO SALEN LOS CHIRIGUANOS Y POR DONDE SE ENTRA CON MAS PROVECHO A REDUCIRLOS"., agregando en otra oportunidad que la Villa de San Bernardo de la Frontera de Tarija se fundó "para presidio y amparo de toda la tierra en general" y en especial para buscar y “ESTABLECER UN MEJOR CAMINO Y CONTRATACIÓN DE ESTAS TIERRAS CON LAS DEL RIO DE LA PLATA (2)

Años más tarde, el Arzobispo de Charcas, Bartolomé González de Poveda, en su conocido informe de 3 de Mayo de 1609, decía a su vez a S M. al indicarle la mejor ruta de penetración al Chaco por el Alto Perú: “ES PRECISO SIEMPRE RECURRIR A LA ENTRADA MAS SEGURA ... Y ESTA SOLO LA HAY POR LA PARTE DE TAR1XA  . donde, además del fomento que se puede esperar de los chiriguanos y otros indios de la cordillera que son amigos .. es la mejor parte para establecer el comercio y la contratación con las poblaciones del Río de la Plata ...        (3)

Tan generalizado era este concepto acerca de la misión histórica de Tarija que es frecuente leer tanto en las Actas del Cabildo de esta ciudad como en varios informes de la época, significativas palabras como éstas: "ESTA FRONTERA ES LLAVE, MURO Y DEFENSA DE LAS PROVINCIAS COMARCANAS Y DEL CHACO." “Tarija—se lee en un Acta Capitular de 1703— ha tenido siempre a su cuidado LAS ENTRADAS Y CORREDURÍAS DEL CHACO Y EL CUIDADO Y LA VIGILANCIA DE LAS TIERRAS INMEDIATAS DE INDIOS INFIELES" "siendo todo a costa y misión de los vecinos de esta villa sin costo ni gravamen de la Real Hacienda y en servicio de Dios y Su Majestad...".

“Tarija —repiten insistentemente los papeles de la época— ES LA LLAVE Y LA PUERTA DEL RIO DE LA PLATA" “YA QUE ES SABIDO DE SUS ENTRADAS Y CORREDURÍAS A LOS INDIOS ENEMIGOS DEL CHACO ... (4)

El Padre Pedro Lozano, admirable cronista de la región, así lo entendió a su vez y por eso escribía, con la indiscutible autoridad que tiene en estas materias que Tarija es la "mejor escala PARA EMPRENDER CON MAS SEGURIDAD LA CONVERSIÓN DEL CHACO, DE QUE ES PUERTA ...".

Y en otra ocasión agregaba, como para aclarar mejor su pensamiento, lo siguiente que es muy revelador acerca las regiones soberanas del Chaco. Los primeros que están a LA PUERTA DEL CHACO, POR LA PARTE DEL PERÚ, SON LOS CHIRIGUANOS (que están hoy) entre Tarija Pazpaya, Pilaya, Tomina y Santa Cruz de la Sierra. . .  (5)

No son éstas las únicas autoridades que tenían una visión exacta de la misión histórica de Tarija con respecto al problema del Chaco.

Fuera de otros, repiten el mismo concepto, el P. José Cardiel, el gran Francisco de Viedma, el penúltimo Intendente de Potosí Juan del Pino Manrique, el Catedrático de la Universidad de Lima Cosme Bueno, el Coronel Antonio Alcedo y otros no menos notables de indiscutible autoridad (6 al 10)

La verdad es que Tarija, por su privilegiada posición geográfica y su singular conformación física era el descanso forzado, el hito y el camino obligatorio para establecer la comunicación más segura entre las tierras altas del Macizo andino y las tierras bajas del Río de la Plata. Por Tarija bajó siempre la corriente andina que se dirigía al Plata y por ella pretendió escalar la ola platense que buscaba con tonos de obsesión las embrujantes Sierras de la Plata que terminaron por bautizar con nobiliario blasón el famoso río de Solís.

Y es que, en realidad, no hay en todo el complexo montañoso interandino otra antesala mejor y más amplia que Tarija. Es en sus valles donde mejor se deslínea la dovortia acuarum de los ríos más grandes de América que, naciendo en el Macizo boliviano se dirigen, el uno hacía el austro, y el otro hacía el sud, al Plata.

Si se examina en efecto una carta geográfica, es fácil constatar el siguiente hecho. Los valles tarijeños son por donde el Macizo se interna en la América del Sud, formando las últimas estribaciones de los Andes y por donde se hace más asequible el paso y el avance de los hombres de las altas mesetas a las tierras bajas del oriente. No hay a lo largo de la cordillera Real otra masa de montañas más ancha y más propicia para el paso de las corrientes humanas entre el Océano Pacífico y el Atlántico, que la línea Lipez— Tarija

Si se observa el mapa geológico de esta parte de América, es fácil distinguir algo así como una formidable escalinata que tendida desde la Altiplanicie a las tierras bajas bolivianas, tiene en Tarija su primer descanso del brusco descenso andino, para ir desde allí degradándose, lentamente, hasta llegar al Río Paraguay.

Obedeciendo a este imperativo geográfico, las tropas bolivianas de todos los tiempos bajaron al Chaco por esta cuenca. Y cuando en la República nos sorprendió la guerra con el Paraguay el mejor camino para penetrar al Chaco resultó el que partiendo de Tarija atraviesa la Cordillera de los Chiriguanos para de allí descender lentamente a los llanos chaquenses.

Como se verá ampliamente en este trabajo. Tarija se descubre buscando un camino más directo entre Charcas y el Río de la Plata. Tarija se funda para contener a los Chiriguanos y conquistar el Chaco. La razón de ser de Tarija en toda la Colonia no es otra que ésta: someter a los Chiriguanos, conquistar el Chaco y ver si por allí “SE PODRÍA ABRIR CAMINO Y CONTRATACIÓN CON EL RIO DE LA PLATA“.

En busca del Rio de la Plata se descubre Tarija en 1539

En momentos en que Hernando y Gonzalo Pizarro regresaban al Cuzco después de la pacificación y conquista de los Charcas, recibieron la noticia que los soldados de Gaboto, buscando una comunicación entre el Río de Solís y la Sierra de la Plata, habían penetrado por el Pilcomayo donde fueron asesinados por los feroces indios de esas regiones.

Con el doble objeto de averiguar por la suerte de Ayolas y comprobar si por esas tierras se podría abrir camino al Mar del Norte, los conquistadores del Perú encomendaron a Pedro de Anzures abandonar a sus compañeros de la desgraciada expedición a los Chunchos, que se encontraban en esos momentos acantonados en Larecaja, para ir a fundar la ciudad de la Plata y aprovechar en seguida la numerosa gente en nuevas entradas y descubrimientos. El mismo día ordenaron a Pedro de Candia para salir de inmediato de Larecaja con toda la soldadesca “y otras gentes que se puedan juntar en el camino" y dirigirse a “las aguas de Tarija" para ver si por allí se podría entrar con mayor éxito que las dos veces anteriores a los Mojos y Chunchos. (11)

Ya Pedro Azures en Chuquichaca y terminada la fundación de la Plata, que tuvo lugar entre los últimos días de 1538 o principios del año siguiente, determinó, en cumplimiento de las instrucciones de los Pizarro "...atravezar la cordillera de los Andes, entrar en la Provincia de los Juries y ver si por allí se podría abrir camino al Río de la Plata". (12)

Consciente de la transcendental empresa que tenía a su mando, Anzures, deseando utilizar a los más ilustres capitanes de Charcas y a sus antiguos compañeros de la malograda expedición a los Chunchos, y sabedor de que Candia y Villagran estaban ya en camino a Tarija por donde se podía entrar con más provecho a los Mojos y Chunchos así como al Río de la Plata, no sólo que se decidió por esta ruta sino que envió “chasquis" a Candia para que le espere en el trayecto.

Hecho esto mandó gregonar "LA ENTRADA AL RIO DE LA PLATA", ya no por los Juries sino por los Chiriguanos y los ríos y tierras "a donde se perdió Ayolas".

Pronto se juntó "mucha e muy lucida gente", dice Garcilaso, agregando que, para tan sonada empresa, se contaba con más de “cuatrocientos hombres". Doscientos que había logrado llevar Candia a la nueva entrada de los Chunchos y otros tantos que se tenía ya alistados en varios distritos de los Charcas. (13)

Una simple enumeración de los capitanes y soldados que acudieron a la convocatoria de Azures y que más tarde jugaron rol preeminente en la Historia americana nos da una idea de la envergadura de la obra que los conquistadores del Perú se proponían realizar.

Entre otros más tarde famosos, estuvieron presentes, además de los ya citados Pedro de Candia y Francisco Villagrán, futuros descubridores del Tucumán como Diego de Rojas, Francisco de Aguirre, Nicolás de Heredia, Francisco de Mendoza y otros; futuros fundadores de importantes metrópolis como Garay; ínclitos capitanes del llano como Andrés Manso y Lorenzo Suarez de Figueroa; incluso futuros adelantados de ese embrujante Río de la Plata como Ortíz de Zárate y otros esforzados descubridores de los Charcas como Pedro de Herrera, Gerónimo de Alderete, Rodrigo de Quiroga, García Hernández, Pedro de León, Juan de Cuevas, el Padre Rodrigo de Gonzáles que andando el tiempo llegaría a ocupar la primera silla del Obispado de Chile y el mismo Diego de Centeno que más tarde sería nombrado Gobernador del Paraguay. (14)

Además de los anteriores, se habían alistado a la expedición Juan Bohon, Juan Fernández de Alderete, Diego de Velazco, Pedro de Miranda, Santiago de Azocar, Francisco de Riveros, Bartolomé Flores, Antonio Tarabayano, Marcos Veas y la mayor parte de los expedicionarios a Chunchos que más tarde, de regreso de esta entrada, fueron con Valdivia al descubrimiento y conquista de Chile. (15)

Con tan selecto personal Anzures resolvió:

1o.—Atravesar el Macizo de Charcas, penetrar por “las aguas de Tarija" para ir a "la conquista de los chiriguanos" y ver si por allí “se podría abrir camino al Río de la Plata".

2o.—Pacificados los Chiriguanos las fuerzas expedicionarias se fraccionarían en dos tercios para ir a explorar “los llanos" orillando el Pilcomayo y el Bermejo con el objeto de constatar cuál de las dos arterias era más viable para establecer la comunicación entre Charcas y el río de Solís, y

3°.—Como consecuencia lógica e inmediata, recorrer las cien leguas del distrito de la vasta encomienda anzuriana y ampliarlas si fuera posible, de acuerdo al clásico aditamento del “con más de lo que descubriéredes y pobláredes en las dichas cien leguas a la redonda". (16)

Habiéndose tomado todas las providencias necesarias para el buen éxito de la expedición, Anzures, deseando llevarse de su segundo al intrépido Capitán Diego de Rojas que había sido nombrado por el Marqués Gobernador de los Charcas, lo sustituyó con Francisco de Aguirre mientras durase la ausencia del primero.

Así lo refiere en la información de sus méritos y servicios el mismo Aguirre cuando dice: “Estuve por mandato del señor Marqués Dn. Francisco Pizarro y de Diego de Rojas, capitán general suyo y teniente de Gobernador en la Provincia de los Charcas, estando ausente uno y medio o dos años en la conquista de los Chiriguanos, por teniente de capitán general suyo ...          (17)

Ya en marcha la expedición Anzures y su tropa siguió" el derrotero incaico". Bajaron sin novedad hasta los pintorescos valles de Chichas y como allí el Jefe recibiera ordenes terminantes de Pizarro para ir en su auxilio al Cuzco, comisionó a su segundo Diego de Rojas para que tome a su mando "la entrada al Rio de la Plata" mandando "Chasquis" a Candía que ya estaba en Tarija para que lo siga con algunos hombres". (18, 19 y 20)

Habiendo tomado Rojas el comando de las tropas, marchó por los ricos valles de Cinti en busca de las "aguas de Tarija" donde, desde hacía pocos días, le esperaba Candía.

Después de atravezar los desiertos altiplánicos de Tacsara, de escalar las encrespadas cimas del Chicmuri, Rojas y sus tropas divisaron desde lo alto de las serranías, una serie de acogedores y sedantes valles que los guías indígenas llamaban alborozados "¡Tariskja, Tariskja!"; es decir, los vi, los encontré. (21)

Ese mismo día la aguerrida hueste de Rojas arribaba en efecto a las "aguas de Tarija" donde encontraron al infatigable Pedro de Candía dispuesto a regresar al Cuzco en auxilio de Pizarro.

De esa manera es cómo se reconocía —era la primera vez por ojos españoles— los amenos y ricos valles tarijeños desde entonces las "puertas más naturales de la penetración al Chaco."

Empero, en "las aguas de Tarija" la expedición estuvo a punto de fracasar. En realidad, ya no le era posible cumplir su doble objetivo. Conforme lo había dispuesto Anzures, Candia entregó parte de su gente a Rojas para regresar con el resto al Cuzco.

De esa manera los bellos proyectos de Anzures de abordar el Río de la Plata por Tucumán y el Chaco quedaban sino desvanecidos por lo menos postergados y en realidad grandemente limitados.

Con menos de trescientos hombres no era posible descubrir el Río de Solís por las dos vías del primitivo proyecto anzurianó.

Había que elegir solo una ruta.

Y Rojas vióse constreñido, haciendo eco a las sugerencias de los guías indígenas a decidirse por la más viable: la de los llanos "do estuvo Ayoias" orillando el Pilcomayo y el Bermejo a pesar de sus grandes dificultades y sus temibles peligros.

La primera entrada al Chaco por Tarija buscando el Río de la Plata

Reconocido Diego de Rojas como Jefe supremo de las fuerzas, tomó todas las providencias necesarias "para emprender la exploración del Gran Chaco, donde se tenía noticia que habitaban los indios Chiriguanos". (22)

"Esa inmensa región—escribe Lezaeta — bañada por los ríos Pilcomayo, Paraguay y Bermejo, y llena del misterioso interés que despierta lo desconocido, atraía vivamente la atención de los conquistadores del Perú, porque, obteniéndola y civilizándola, podía ser medio expedito para comunicarse con la naciente colonia de la Asunción del Paraguay, fundada por Juan de Ayolas en Agosto de 1536. No se intimidaba Rojas con el recuerdo de que en ese mismo terreno que iba a explorar, EN ESOS BOSQUES DEL CHACO, habían sido degollados por los salvajes, Ayolas y sus doscientos soldados; y esto había sucedido tan solo dos años atrás, en 1537." (23)

Dos vías le indicaron los nativos tarijeños al capitán Rojas como las más seguras para arribar al Río de la Plata. La del Bermejo que conducía a puertos desolados e infestada de indios caníbales en todo el largo trayecto, y la del Pilcomayo que, aunque ofrecía el serio peligro de los feroces Chiriguanos, que obstaculizaban el camino cual infranqueable muralla humana, tenía la ventaja de conducir directamente a las barrancas donde Ayolas acababa de echar los cimientos de Asunción.

Pero como Rojas había sido comisionado precisamente para recorrer las tierras de los Chiriguanos, averiguar por la suerte de Ayolas y constatar si había o no camino al Río de la Plata por el Pilcomayo y el Bermejo, decidió la marcha por ambas rutas. Una fracción, la más numerosa, al mando del mismo Rojas, iría orillando el Pilcomayo. La otra, a cargo de su segundo, Nicolás de Heredia, seguiría las aguas del Bermejo, tomando contacto ambas en todo el trayecto.

Para ello nombró Rojas su Estado Mayor expedicionario seleccionándolo cuidadosamente de entre la lucida hueste de conquistadores. El alto cargo de Maestre de Campo recayó en la benemérita persona de Francisco de Villagrán, a quien secundarían como capitanes y tenientes Jerónimo de Alderete, Rodrigo de Quiroga ,Juan Ortíz de Zárate, Juan Jufré, Andrés Manso, Diego de Centeno, Juan de Garay, Lorenzo Suárez de Figueroa y otros que se habían destacado en la expedición a los Chunchos. La fracción encomendada a Heredia llevaba a su vez como capitanes a ilustres conquistadores que más tarde alcanzaron singular renombre, como Francisco de Mendoza, Juan de Cuevas, Pedro Gómez de Benito y otros no menos notables. El Bachiller Rodrigo de González, capellán de la entrada a los Chunchos y más tarde primer Obispo de Chile fue también el jefe espiritual de esta gloriosa expedición. (24)

“La hueste castellana - infiere Lezaeta- debió partir de Tarija al oriente en los primeros días de abril de 1539, época en que en esa región cesan las lluvias torrenciales y empieza el tiempo seco. (25)

La numerosa columna expedicionaria después de permanecer algún tiempo en "las aguas de Tarija" reconociendo la tierra, descendió reunida hasta el curso superior del Bermejo, donde, según el plan adoptado de antemano, debía fraccionarse en busca del mejor camino al Río de la Plata.

Llegada a las actuales Juntas de San Antonio, Rojas ordenó a Heredia explorar la región norte del Bermejo siguiendo las aguas de este río mientras él rumbeaba por el N. E. en busca del Pilcomayo y los Chiriguanos.

Ya sea debido a una capciosa y mal intencionada información indígena, que en lo posible evadía el encuentro con estos indios o al total desconocimiento de las regiones que se iba a explorar, lo evidente es que tanto Rojas como Heredias jamás pudieron dar con los Chiriguanos aunque el primero logró alcanzar y remontar el curso medio del Pilcomayo buscándolos inútilmente. (26)

Por esta razón todos cuantos se han ocupado de esta entrada afirman unánimemente que Rojas  "...en ésta y otras expediciones ..había atravesado como conquistador varias veces el Chaco", agregando que su teniente Heredia lo recorrió "en todas direcciones" extraviándose ambos en el trayecto “pero sin dar jamás con los feroces Chiriguanos".(27)

Y ello se explica. Estos, como veremos detalladamente en seguida, vivían por entonces muy al norte del Pilcomayo, entre el Parapetí, Tomina, Azero, Pilaya y las inmediaciones de Tarija, extendiéndose hasta el oriente hasta las tierras de los Chañes, Mbayas, Guanas y Payaguas que se encontraban cerca del río Paraguay, al norte de los 19°. Si se agrega que tanto Rojas como Heredia penetraron al Chaco por Tarija y el Bermejo, es claro que dejaron desde el primer momento a los Chiriguanos a su espalda.

Pero si Rojas no encontró, en su largo y fatigoso peregrinaje por el Pilcomayo y el corazón mismo del Chaco Boreal a dichos indios, en cambio anduvo perdido entre los Tobas, los Lenguas, los Chañes, los Mbaya, los Guanas y Payaguas no tan temibles como los indómitos Chiriguanos pero no menos feroces algunos y que debieron ofrecerle seria resistencia, razón más para extraviarse en el camino y no dar nunca con estos últimos.

Así lo afirma el cumplido y elegante historiador del Descubrimiento de Tucumán don Ricardo Jaime Freire cuando afirma, bien documentado, que, en vez de los feroces Chiriguanos "Rojas atravesó otras parcialidades indígenas enemigas de ellos". (27)

Heredia a su vez contó más tarde a su superior que después que se separaron en el Bermejo, "atravezaron primero unos indios coronados como frayles, (Mataguayos coronados de Mingo) y en seguida, río abajo, dieron con los Tobas y Frontones, los Lules y otros indios feroces y caníbales". (28)

El mismo Rojas afirma que en su desesperada peregrinación por los llanos alcanzado el Pilcomayo lo fué orillado hasta donde se "lo traga la tierra" y que allí tuvo noticias más o menos concretas de la suerte trágica que había corrido Ayolas y que internándose (a tierra adentro "recorrio otros indios enemigos de los Chiri guanos" (27)

Cuáles eran estos indios "enemigos de los Chiriguanos" que vivían entre el Pilcomayo medio, el Parapetí y el Paraguay?

Si preguntamos a la Geografía Etnográfica, ella nos dirá, con abundancia de detalles, que las tierras recorridas por Rojas no eran otras que las de los indios Tobas, Lenguas, Mbayas, Payaguas, Guanas, Chanes y otras del Chaco Central y Boreal.

Con razón escriben Jaimes Freyre y Aníbal J M. García, bien documentados, al referirse a ambos Chacos: "Por estas regiones anduvo Rojas cuando fue en busca de los Chiriguanos caníbales" y la atravesó “más de una vez antes de su conocida entrada al Tucumán". (27)

El autorizado historiador chileno Luis Silva Lezaeta, precisa aún más la zona recorrida por el insigne burgalés cuando escribe:

“Cerca de un año anduvieron los audaces exploradores en esa región que se extiende hacia el Paraguay y el Brasil con resultado poco menos desastroso que el obtenido en las jornadas hechas hacia los Chunchos".

“Por todas partes -agrega- encontraron bosques vírgenes, al través de los cuales apenas podían penetrar abriéndose camino con grandes esfuerzos: extensos lodazales formados por los ríos desbordados e indigenas tan bárbaros como belicosos, que no les dejaban momentos de tregua ni descanso alguno". (15)

Pero si bien los expedicionarios no encontraron con los buscados Chiriguanos, pronto dieron con un caudaloso río “que algunos de los expedicionarios creyeron pudiese ser el de la Plata". (27)

“Era el Pilcomayo que desemboca en el Paraguay y va más tarde a vaciar sus aguas en el río de la Plata". "A sus orillas - agrega Lezaeta - debieran 300 años más tarde ser destrozados el explorador Crevaux y sus compañeros. Hoy mismo esas dilatadas llanuras permanecen sumergidas en plena barbarie, y son recorridas tan solo de vez en cuando por los valientes misioneros que han establecido colonias hasta cien leguas al oriente de Tarija" (15)

Computando los anteriores datos el itinerario de Rojas resultaría el siguiente: Tarija-curso superior del Bermejo, de donde se separaron con Heredia. Luego Pilcomayo (curso medio) orillándolo hasta donde a este río “se lo traga la tierra" (Esteros de Patiño), como a los soldados de Ayolas de quienes supieron su trágico fin “por señas de los indios". (27) De allí Rojas entró la tierra adentro hasta acercarse al Brasil y Paraguay, recorriendo de ida y vuelta las generaciones de indios Guanas, Payaguas, Mabyas, Chañes y otras próximas o cercanas al litoral occidental del río Paraguay como lo atestigua la geografía etnográfica de este siglo. Es decir Rojas recorrió casi íntegro el Chaco Boreal, menos la región occidental ocupada por entonces por los Chiriguanos. (29)

En tanto Heredia, que penetró por el Bermejo directamente al Chaco Central, había atravesado, según se infiere de su informe, las tierras ocupadas por los Mataguayos, los Tobas, los Frontones, los Lenguas, los Lules y otras próximas al Paraná. En suma, todo el Chaco Central “en todas direcciones" como lo afirma el ya citado Jaimes Freyre. (27)

Lo evidente es que, perdidos los expedicionarios en busca infructuosa de los Chiriguanos; desalentados por las largas caminatas en territorios desconocidos donde a cada paso les asechaba la muerte desesperados porque si llegaban a las barrancas "do estuvo poblando Ayolas ‘ tendrían-nuevamente el desierto y la selva virgen, por último, "perdida por Diego de Rojas toda esperanza de encontrar un punto cómodo para emprender desde luego la colonización de esos lugares y abrir camino al Plata, y viéndose perdido y sin recursos en el mar sin horizontes de las sábanas cubiertas de impenetrable arboleda, comprendió que el único medio que le quedaba para evitar un desastre completo, era emprender la retirada a Tarija". (15)

Decidido el regreso y en tan desesperante situación, Rojas envió emisarios al capitán Francisco de Aguirre solicitándole socorros en la seguridad de que no se los excusaría por haberlo dejado en su remplazo en la Gobernación de los Charcas. Aguirre en el acto organizó un piquete de soldados, reunió todos los víveres que pudo y él mismo partió con ellos en auxilio de su jefe.

He ahí como se refiere Aguirre al término de esta jornada:

“Salí—dice—de la Provincia de los Charcas por Capitán General de Diego de Rojas para entrar con él al descubrimiento de los Chiriguanos, a donde ya el dicho Diego de Rojas era ido y entrado; y comenzando a entrar en su seguimiento con la gente que llevaba, topé al dicho Diego de Rojas que volvía a causa de no ser aquella la entrada por ser muy mala y áspera de montes y no poder entrar caballos; y me mandó que volviese a las Provincias de los Chichas a buscar un asiento e comarca a donde asentase su real y se reformarse toda la gente que salía de la dicha entrada por venir como venían muy faltos de comida... Anduve todas las Provincias de los Chichas buscando un asiento ... Después de haberlo buscado despaché dos de a caballo a hacerle saber cómo le había buscado el dicho asiento y entrada por donde él entrase y guías que le guiasen ... Después de llegados los dos de a caballo que envíe, hallaron que Diego de Rojas era desbaratado y toda la gente se había ido y él era ido a Lima... " (30)

Efectivamente, según declaraciones de testigos oculares, cuando Diego de Rojas avanzaba penosamente del Chaco a Tarija, con su maltrecha columna expedicionaria, encontró en su camino a Francisco de Aguirre que iba en su auxilio con toda clase de recursos.

Rojas lo envió entonces al frente de 25 soldados de a caballo en busca de un lugar abrigado y rico donde pudiese acampar su tropa escuálida y enferma, lo que hace presumir que abrigaba el propósito de utilizarla para una nueva entrada al Río de la Plata, como lo hará pocos años más tarde.

Apenas partió Aguirre en cumplimiento de su comisión y habiendo arribado Rojas y su gente a Tarija, llegaron allí, casi al mismo tiempo, Pedro Anzures en compañía de Garcilaso de la Vega y otros notables vecinos de la Plata, también en busca de fidedignas y directas noticias acerca de la comunicación al Río de la Plata por las regiones que Rojas y sus tropas acababan de recorrer. Necesitando Anzures gente para realizar la obra que años antes se había propuesto ejecutar y comprendiendo que ninguna mejor que la que precisamente salía de esas regiones, tarea fácil le fue llevarse a gran parte de los soldados de Rojas en tanto éste se dirigía a la capital virreynaticia a solicitar por su cuenta una nueva entrada al Río de la Plata. (31)

Otro numeroso grupo de las huestes de Rojas que habían quedado en poder de Aguirre, sabedores de que Valdivia se alistaba para marchar a la conquista de Chile, corrieron allí en busca de nuevas entradas y conquistas (32)

De esa manera terminó la expedición de Diego de Rojas los últimos días de marzo de 1540 (33)

No pudo cumplir sus principales objetivos: conquista de los Chiriguanos, colonización de sus tierras, comunicación con el río de la Plata Pero en cambio había recogido en ella inapreciables experiencias a cerca, de los ilimitados territorios de ambos Chacos, las legendarias tierras del Tucumán y otros distritos de las "cien leguas que ya entonces tenía la encomienda de los Charcas". (16)

Tan le atraían a Rojas estas dilatadas tierras que, como ya dijimos, corrió a Lima para insistir ante Pizarro se proyectase una nueva entrada al Río de la Plata, esta vez ya no por Tarija y los Chiriguanos sino por los Juries y el Tucumán de acuerdo al primitivo proyecto De paso se obtendría en último caso la conquista del Tucumán, los Juries, Diaguitas y Comechines y otras grandes naciones que ampliarían considerablemente el distrito de Charcas. Además, su primera entrada por Tarija y el Chaco no había sido tan deslustrada como se suponía por no haber encontrado a los Chiriguanos, En el trayecto, tanto él como Heredia habían recogido fascinantes noticias no sólo del Tucumán embrujante sino de grandes arterias fluviales que lo regaban y que hacían más que posible establecer la anhelada comunicación entre las tierras altas de Charcas y el río de la Plata.

Lo que se necesitaba era mayores elementos y recursos. Y éstos sólo los tenía y superabundantes su émulo y jefe Peter Anzures, quien, por su parte, acariciaba también la misma empresa y había volado a Lima con el mismo objeto.

En tanto, los valles de Tarija, habían quedado ya, descubiertos y reconocidos por los conquistadores españoles, como una de las rutas más probables para las futuras comunicaciones entre las tierras altas del Perú y las riquísimas tierras bajas que mediante sus anchos ríos navegables llevaban a las flamantes capitales del Rio la Plata.

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