Del libro: Martin Miguel de Güemes y los Tarijeños en la Guerra de la Independencia de América DE: José Paz Garzón y Eduardo Valencia Paz
[Refutación de Miguel Otero al oficio de Juan José Castelli, sobre la batalla de Suipacha, fechado en Tupiza el 10 de noviembre de 1810]



1. Balcarce no era general sino coronel; ni era el general en jefe de la expedición de Buenos Aires, sino el coronel don Francisco Antonio Ortiz de Ocampo. Balcarce era el jefe de la vanguardia de éste. Córdoba tampoco era general, sino capitán de fragata o navío, teniente coronel o coronel, y hacía de jefe de estado mayor o mayor general como se le llamaba entonces, del ejército real al mando del general Nieto. Se advierten estas inexactitudes porque aunque pequeñas, deben servir para rectificar la verdadera historia.
2. Es tan poco conocido el documento, que es la primera vez que lo veo ahora, en el año 1871, a más de 60 años después del suceso. A primera vista se advierte, que el parte es puesto por el doctor Juan José Castelli, vocal y representante de la Junta provisional de Buenos Aires, que no se halló en la acción y que es fechado en Tupiza el 10 de noviembre, cuando el 8 del mismo, según su propio parte, estaba en Yaví, 25 leguas atrás; siendo necesario bastante esfuerzo, atendida la fragosidad de los caminos, para vencer la distancia y tener tiempo para escribir un parte tan extenso.
3. Ya se ha dicho que Balcarce no era general, ni el que mandaba en jefe el ejército patriota, sino que quien lo mandaba era Ocampo. Asimismo, que Córdoba no era general españolísino Nieto. Debe advertirse también, que la acción no fue entre el ejército patriota y el del Rey, sino entre la división de Salta al mando de Güemes y una columna de 700 a 800 hombres destacada por Nieto al mando de Córdoba como su jefe de estado mayor, en persecución de Güemes después de su rechazo en Cotagaita el 27 de octubre.
4. En este primer capítulo el doctor Castelli incurre en varias inexactitudes, y aun en implicaciones, que manifiestan no tener conocimiento de la topografía de los lugares a que se refiere. Sin entrar en la prolija demostración de ellas, me limitaré a hacer una breve relación de las operaciones que precedieron, según lo que entonces se supo en Chuquisaca y se tuvo por cierto y verdadero, para que venga en mejor conocimiento de lo ocurrido y pueda valorarse el contenido del oficio de Castelli.
Desde muchos días antes del 27 de octubre y no después como lo supone Castelli, había llegado el general Nieto con su división a Cotagaita, y había concluido ya las fortificaciones, reducidas a colocar una batería de cuatro piezas en la loma de la izquierda; otra igual en la loma de la derecha; una muralla de loma a loma; y un foso a su pie, por donde hizo largar todo el río que es de bastante agua y lo dejó impasable a pie y a caballo; intercalando en la línea los cañones restantes. Así fortificado y bien cubiertos su frente y sus flancos, esperó Nieto a las tropas de la patria.
Por la mañana del 27 de octubre arribó a la vista de Cotagaita la primera división de la patria, al mando de su comandante en jefe don Martín Güemes, compuesta de tropas de Salta y de un batallón de milicias de Tarija,
Las notas 1 y 2 no figuran, en la transcripción del oficio hecha por Miguel Otero. La nota 3 figura a continuación de la siguiente leyenda: .Ganada por el ejército patriota al mando de su esclarecido general don Antonio Balcarce, sobre el ejército español, mandado por el general español don José Córdoba y Rojas., puesta al comienzo de la transcripción. [N. C. E.l
EXPEDICIÓN AUXILIADORA AL ALTO PERÚ
perteneciente a la misma provincia. Con un valor imprudente y atolondrado llevó el ataque hasta tocar la imposibilidad del foso y fue rechazada su división. Puesto fuera de tiro, reunió su tropa y, manteniéndola formada en el llano, subió al cerro de su izquierda o del Oeste, para observar y reconocer con un anteojo las fortificaciones del enemigo, operación que debió ejecutar antes de comprometer el ataque; pero hace el necio al fin, etcétera.
Vio que no tenía fuerzas para vencer tan seria dificultad, y no teniendo allí más agua que la del río, que iba por el contrario la muralla enemiga, se retiró al vallecito de Cazón, legua y media más acá de Cotagaita. Allí permaneció con su división, manteniendo descubiertas sobre el enemigo hasta el 31 del mismo octubre, en que el general Nieto destacó a su jefe de estado mayor, Córdoba, con 700 a 800 hombres a perseguirlo.
Güemes se retiró aquel día a la vista y tiroteándose las guerrillas hasta el Ojo de Agua, tres leguas. Cargado al día siguiente por Córdoba, se retiró del mismo modo a la cuesta del Almona, otras tres leguas. Cargado allí, descendió a San Rafael, igual distancia. Cargado allí pasó a Chala, cuatro y media leguas; de allí, a Tupiza, cuatro leguas; de Tupiza a Suipacha, cinco leguas; y de Suipacha a Nazareno, media legua, quedando el 6 de noviembre por la tarde, Güemes con su división en Nazareno sobre la margen derecha, y Córdoba en Suipacha, sobre la margen izquierda, río de por medio, después de una retirada en que todos los días estaban a la vista y se tiroteaban las avanzadas de Córdoba con los retenes que cubrían las espaldas de Güemes; retirada que haría honor al militar más experimentado y a la tropa más aguerrida.
Güemes, calculando sin duda la sorpresa y turbación que debía causarle a Córdoba el verse atacado por quien él creía que venía en fuga, resolvió tomar la ofensiva, y volviendo caras a la madrugada del siguiente día 7 de noviembre, lo atacó de improviso en su mismo campamento de Suipacha, y lo derrotó completamente, dispersándose toda su tropa y poniéndose él mismo en precipitada fuga.
Al llegar los derrotados, dispersos, a Cotagaita, introdujeron el pánico en el cuartel general, siendo poseído de él, más que todos, el mismo general Nieto, quien, a pesar de tener allí una fuerza mayor que la de Güemes, y de hallarse en una fortaleza inexpugnable, en nada otra cosa pensó más que en disparar, acompañado de uno o dos ayudantes y sus asistentes, abandonando todo; y a su ejemplo el ejército, o cuartel general y resto de la división de su mando, perdiendo artillería, armas, pertrechos y bagajes, sin salvar nada.
Esta relación, tal cual la refiero, nos la hizo en Chuquisaca, antes que otro alguno, un sargento de la división de Nieto, que estuvo en toda la campaña y en la columna con que Córdoba avanzó hasta Suipacha, en donde fue derrotado y pudo escapar. Dicho sargento llegó a Chuquisaca el domingo 11 del mismo noviembre de 1810, a mediodía, es decir, a los cuatro días de la acción, quien sin duda corrió día y noche para andar tanta distancia en tan corto tiempo, de caminos tan quebrados, por lo que al principio no se le daba crédito, a pesar de que lo afirmaba como un hecho, hasta que sucesivamente fue confirmándose por los de una y otra parte que llegaban a dicha ciudad; teniendo desde entonces por verdaderos estos acontecimientos en el orden expresado.
Mas ahora advierto en el oficio de Castelli alteraciones de hecho que sólo pueden rectificarse con el cotejo y comparación de las fechas y lugares de los partes, que es natural se diesen frecuentemente de las marchas, su ocupación de lugares y ocurrencias sucesivas. Refiere que en la mañana del día 8 recibió la noticia en su alojamiento en Yaví; pero no expresa quién se la comunicó ni desde dónde. Dice que en la acción de Cotagaita tuvieron los patriotas dos piezas, y es lo primero que oigo.
5. En este párrafo -dice Castelli- con noticia cierta de que «por segunda vez venían los enemigos a atacarnos en esta villa». (Tupiza.) ¿Y cuál fue la primera? No se tuvo noticia de que Nieto hubiese mandado antes otra división de ataque. Todo lo que en aquella época se dijo es que sabiendo Nieto la fuerza que iba de Salta, hizo alto en Cotagaita y se contrajo a fortificarse ahí, sin pasar adelante ni destacar más división para trabar el ataque que la de Córdoba. Ni en Tupiza hubo cuerpo ninguno de tropas de la patria, a quien pudiese el enemigo venir a batir. Todas las fuerzas de la patria eran las tropas de Salta, las que llevó Güemes al ataque de Cotagaita el 27 de octubre, desde cuando permanecieron al frente del enemigo; y cuando salió Córdoba de Cotagaita se retiraron, siempre dándole frente, hasta el pueblo de Nazareno, de donde volvieron caras y lo derrotaron en la madrugada del día 7 de noviembre en Suipacha. A menos que se repute por primer ataque alguna descubierta que mandare Nieto a reconocer, no se comprende cuál fuese el primer ataque a que se refiere Castelli. Dice también Castelli en el mismo párrafo, que Balcarce en Tupiza dispuso su retirada de allí a las dos de la madrugada de día 5. Según noticias que teníamos, en aquella época, el día 5, Balcarce se hallaba entre Cangrejos y La Quiaca o más atrás, es decir veinte o treinta leguas más acá; siendo por consiguiente, imposible que el día 4 estuviese en Tupiza para salir en retirada a las dos de la madrugada del día 5. En los partes diarios que debió dar Balcarce de las jornadas que iba haciendo, deben constar las fechas y descubrirse la verdad. Tales partes deben existir en los archivos de Buenos Aires.
Dice igualmente que estaban sin municiones de artillería. Esto nada tiene de extraño en esa fecha, el 4 y 5 de noviembre, no tenían artillería; y para nada podían servirles sus municiones. Nunca se dijo entonces que la división de Salta al mando de Güemes tuviese artillería en el ataque a Cotagaita el 27 de octubre, ni en su retirada hasta Nazareno. El mismo Castelli en el párrafo siguiente dice «que a las doce de la noche del día 6 llegaron al pueblo de Nazareno las dos piezas de artillería, municiones», etcetera. El pueblo de Nazareno está a seis leguas más acá de Tupiza; y por consiguiente el día no podía estar allí esa artillería, ni la falta de municiones ser motivo para resolver la retirada. Lo que a este respecto asevera Castelli, solo podría concillarse en el caso de que la división de Salta (que es la que en su retirada durmió en Tupiza el día 4 para continuar en la madrugada del 5) tuviese artillería; pero en aquel entonces, repito, nunca se dijo que aquella división hubiese llevado artillería al ataque de Cotagaita, de donde se retiraba. Esto debe también esclarecerse en las comunicaciones de esos jefes, que deben existir en los archivos de Buenos Aires.
6. En este párrafo dice Castelli «que a eso de las doce de la noche del día 6 llegaron a Nazareno las dos piezas de artillería y doscientos hombres de refuerzo que venían a mi vanguardia y que hice avanzar a marchas forzadas». Lo que sobre esto se dijo entonces fue lo siguiente; que habiéndose disminuido las divisiones en el combate de Cotagaita y posteriores tiroteos, Güemes pidió que le remitiesen municiones, siguiendo su retirada hasta recibirlas; que en efecto se le enviaron escoltadas con la compañía del capitán con grado de teniente coronel don Matías Balbastro; y los recibió en Nazareno a medianoche del día 6 o al amanecer del 7, con lo que se decidió a llevar el ataque contra Córdoba, en su mismo campo de Suipacha, No se supo si los arrieros sólo llegaron con las municiones, habiéndose quedado en el pueblo de Moraya (5 leguas antes de Nazareno) la compañía de Balbastro, o si ésta llegó junto con las municiones a Nazareno. Tampoco se dijo entonces que la compañía de Balbastro hubiese concurrido a la acción de Suipacha. Si llegó a Nazareno junto con las municiones, pudo desde luego concurrir no obstante la trasnochada; pero si pernoctó en Moraya por haber llegado allí ya de noche, despachando a los arrieros con las municiones, no pudo encontrarse en el combate, pues de Moraya a Suipacha hay cinco leguas, necesitando la infantería cinco horas para andarlas. Todo esto debe constar en los partes diarios que deben existir en el archivo de Buenos Aires. Debe advertirse que esa compañía de Balbastro fue la primera que se adelantó y llegó a alcanzar y reunirse a la división de Salta que mandaba Güemes, no sé si antes o después del combate. Si fue antes, es la única fuerza de Buenos Aires que tuvo parte en él; esto es si concurrió a la acción y no quedó en Nazareno custodiando las municiones y equipos mientras se llevaba el ataque a Suipacha. Dice además Castelli en el mismo párrafo, «que en el momento (de recibir las municiones en Nazareno) despachó el mayor general Balcarce a un jovencito que le había servido de espía, que fuese a Tupiza en donde estaban los enemigos». En este período hay varios puntos que no pueden conciliarse. Primero, que según el propio Castelli en el mismo párrafo, las municiones llegaron a Nazareno a las doce de la noche del día 6. Segundo, que en el momento Balcarce despachó a un jovencito que fuese a Tupiza. Tercero, que el enemigo estaba en Tupiza. Estos puntos están consignados en el período transcrito y ellos son inconciliables con los hechos y observaciones siguientes. Balcarce era el jefe de la vanguardia, de la que no se separó, que iba en marcha por Cangrejos o Da Quiaca, de donde hizo adelantar las municiones y la compañía que las escoltaba, y que llegaron a Nazareno, según Castelli, a las doce de la noche del día 6. No pudo, pues, Balcarce hallarse allí a esa hora para despachar en el momento al jovencito que fuese a Tupiza. La fuerza enemiga al mando de Córdoba tampoco se hallaba a esas horas en Tupiza, sino en Suipacha, en donde acampó por la tarde de ese día; y si Balcarce estaba allí no podía ignorarlo para mandar al jovencito hasta Tupiza. Todo es implicatorio e inconciliable.
Castelli en el mismo párrafo añade que «el general Córdoba con la noticia que le dio el espía, y con otras que adquirió en el mismo Tupiza, determinó venir a atacamos el día 7 con 800 hombres de sus tropas más selectas».
En esto hace Castelli dos suposiciones inexactas: Primero, que el día 7 vino Córdoba desde Tupiza a atacarnos, siendo así que el 6 por la tarde llegó y acampó en Suipacha, que está cinco leguas más acá de Tupiza; segundo, que él trajo el ataque, siendo así que él fue atacado en su misma posición de Suipacha. La fuerza de la patria estaba en Nazareno, que está tres cuartos de legua más acá. Si Córdoba hubiese sido el que trajo el ataque, la acción se hubiese dado en Nazareno, donde estaban las tropas de la patria, y no en Suipacha, donde no había ni un soldado de ella. Esto sólo basta para demostrar la inexactitud de Castelli.
7. Todo este párrafo es inverosímil, y manifiesta que Castelli ni aun se fijó en la estructura y topografía del lugar. Empieza por decir que «a las once de la mañana del día 7 se presentó el enemigo delante de nuestro cuartel general». Para formar un juicio cabal es indispensable hacer una descripción del terreno. El pueblo de Nazareno, donde estaba situada la división de Salta, la noche del día 6, que Castelli llama nuestro cuartel general, se halla sobre la margen derecha del río, una legua escasa más acá del pueblo de Suipacha. Al frente de Nazareno, en dirección a Suipacha, es una extensa playa y llanura de cascajillo menudo y arena suelta, que se prolonga hasta más arriba de Suipacha, que está a la margen izquierda encima de la barranca. A la izquierda de Nazareno, dando frente a Suipacha, se ofrecen unas lomadas o cerros bajos; y a la derecha la referida extensa playa de cascajillo y arena hasta llegar al río con agua que siempre corre por contra la barranca, por ser la parte más baja de aquella planicie. Casi toda la distancia que hay desde el pueblo de Suipacha hasta ponerse al paralelo de Nazareno, por la margen izquierda (cosa de media legua) es una barranca al pie de la cual corre siempre el río, como he dicho, por ser la parte más baja de la llanura. Esta es la estructura del terreno de Suipacha y de Nazareno.
Ahora bien, Córdoba pasó la noche del 6 en Suipacha; al amanecer del día 7 fue sorprendido, derrotado y disperso en el mismo Suipacha; y no es posible que ese propio día a las 11 de la mañana se presentase delante de nuestro cuartel general en Nazareno, que está a una legua más acá, cuando a esas horas ya Córdoba y demás dispersos habrían llegado, o estarían próximos a llegar a Cotagaita por el camino de Mochara y La Ramada, por donde huyeron, que no dista sino 18 leguas y es menos quebrado.
Dice así mismo Castelli en dicho párrafo que presentada la vanguardia delante de nuestro cuartel general la desmontó y tomó unas alturas sobre nuestro flanco derecho. Ya se ha demostrado que esto no era posible desde que Córdoba no pasó de Suipacha, donde fue derrotado en la madrugada del mismo día; pero aun suponiendo que no hubiese precedido la derrota, se ofrecen las siguientes observaciones: primero, que desmontó la vanguardia; para desmontar la división era indispensable que viniera montada; y Córdoba no trajo montada su fuerza, sino tan sólo su caballería. Segundo, que tomó unas alturas sobre nuestro flanco derecho; y sobre este flanco no hay altura, sino una playa dilatada y llana hasta el río y la barranca, que están a mucha distancia; no siendo posible que el enemigo colocase allí fuerza alguna, tanto por esta distancia, cuanto por el estorbo e inconveniente del río y la barranca, que impediría la recíproca protección y apoyo.
8. En este párrafo dice Castelli: «Como el enemigo se conservase en inacción, dispuso el mayor general Balcarce.» No es posible o a lo menos no es lo común, que un enemigo que lleva la ofensiva y el ataque, colocado al frente de su contrario y dispuesto a tomarle el flanco derecho, se mantenga y conserve en inacción; pero esto pase. ¿Y cómo podía Balcarce disponer cosa alguna en Nazareno el día 7, cuando ese día se hallaba lo más cerca en La Quiaca, es decir quince leguas atrás? Esto es imposible.
Balcarce era el jefe de la vanguardia de las tropas de Buenos Aires, de donde se adelantaron a marchas forzadas las municiones, que llegaron a Nazareno al amanecer del día 7, no siendo Balcarce el que las escoltó, sino el capitán Balbastro. Además, Castelli iba en la vanguardia junto con Balcarce y pasó la noche del día 7 en Yavi, hallándose allí en la madrugada del 8, según lo confiesa él mismo en su oficio. El pueblo de Yavi está a un lado, paralelo a La Quiaca, y ofrece mayores comodidades y mejor temperatura, por lo que sin duda Castelli, que no tenía que atender a la tropa, se dirigió a pasar allí la noche con más comodidad, dejando a Balcarce con la vanguardia en La Quiaca, de donde hasta Nazareno hay 15 leguas y hasta Suipacha 16.
Dice también Castelli en el mismo párrafo «que las guerrillas del enemigo se resguardaron en algunas acequias y pozos avanzados de su línea». Esta línea tenía forzosamente que formarse en la playa; allí no hay acequias ni pozos; y no puede conciliarse esto. Tampoco puede conciliarse lo que afirma más abajo de que los soldados de la patria se posesionaron de los parapetos. ¿Qué parapetos podrían ser éstos? De antemano no los había, ni podía haberlos en esa playa; y no era posible formarlos en el acto del combate, por no haber tiempo, ni aun materiales para formarlos, puesto que todo el terreno* es un arenal. Adviértase que el mismo Castelli ha dicho en el párrafo anterior que «a las 11 de la mañana del día 7 se presentó el enemigo delante de nuestro cuartel general». Este cuartel general estaba en Nazareno; y delante de Nazareno no hay más que la playa de arena.
9. En este párrafo dice Castelli: «Finalmente el resto del ejército enemigo tomó los cerros y caminos intransitables, unos a pie, otros montados,… » La acción se figura por él que al frente del pueblo de Nazareno; en este frente en dirección al camino de Mochará y La Ramada, que es por donde huyó el enemigo, no hay cerro ninguno; no hay más que la playa y llanura de arena hasta Suipacha; y de ahí adelante a alguna distancia recién se ofrecen las primeras lomadas que hay que trastornar para seguir el camino de Mochará a Cotagaita, más corto que el de Tupiza. Es decir, que para encontrar cerro que tomar en esa dirección, tenían que correr más de una legua desde el sitio de la acción, según lo expresa Castelli.
10. En este párrafo continúa Castelli detallando la derrota, y concluye con las cláusulas siguientes: «En suma, la derrota es tan completa, que el mismo Córdoba, en oficio del día siguiente a nuestro mayor general Balcarce le confiesa, que aún excede a lo que a éste le pareció.» Nunca se dijo entonces, ni tuve noticia de que Córdoba hubiese dirigido algún oficio a Balcarce al día siguiente de la acción, es decir, el día 8. Castelli no indica cuál fue el objeto o contenido de tal oficio, ni en dónde era datado. No se puede inferir el objeto que se propusiera Córdoba en dirigir oficio a Balcarce cuando ya se había desbandado el ejército, abandonando las fortificaciones de Cotagaita, y él iba en fuga solo y sin tropa alguna.
El único oficio de Córdoba de que tengo noticia después de su derrota, fue el que pasó a Chuquisaca desde la posta de Cuchihuasi, camino de Potosí, a once leguas de aquélla, ordenando que se remitiese el batallón cruceño de trescientos hombres, que había de guarnición, cuyo oficio fechado el mismo día o el anterior, se recibió en Chuquisaca el día 12 de noviembre, por la tarde, en medio de la función de estar jurando en la plaza a la Virgen de Guadalupe, por patrona de las armas de la patria, en consecuencia de la revolución que hice ya la noche antes; y vista la orden de Córdoba, en el acto se destacó al capitán de milicias, don Joaquín Lemoine con una partida para aprehenderlo, como lo prendió al día siguiente 13 en la misma posta de Cuchihuasi, conduciéndolo en seguida preso a Potosí. Por todo lo que, repito, no puede inferirse el objeto y el lugar de donde pasase Córdoba a Balcarce el oficio que asegura Castelli. Fíjese la atención en el hecho de haber llegado Córdoba a Cuchihuasi el día 11 habiendo salido de Nazareno según Castelli, el 7 después de mediodía, porque a las once se presentó al frente, se mantuvo más de una hora en inacción y después fue el combate. De manera que apenas hay tiempo para andar tanta distancia por caminos tan fragosos.
11. En este párrafo se descubre que las tropas que dieron la acción fueron las de Salta y Tarija, puesto que de allí eran los oficiales y soldados muertos y heridos que menciona Castelli.
12. En este párrafo se mencionan dos hechos, sobre los que debe fijarse la atención: primero, que por segunda vez se hace referencia a la acción del 27 de octubre en Santiago de Cotagaita; segundo, que el 10 de noviembre (fecha de oficio de Castelli) se dirigía a Cotagaita la segunda división. Estos dos hechos se consignan por Castelli en dicho párrafo; y pasamos a examinarlos y reflexionar sobre ellos.
El primero -a acción del 27 de octubre en Cotagaita- es un hecho incuestionable. ¿Y con qué tropas se dio esa acción? ¿Quién fue el general en jefe que la mandó? No se dice: se guarda silencio (con estudio o sin él); pero se habla en un sentido que se subentiende, sin expresarse, que fue Balcarce, como comandante de la vanguardia; pues por lo común las fuerzas de vanguardia son las primeras en combatir con el enemigo. Pero en el presente caso no fue la vanguardia del ejército de Buenos Aires: fue la división de Salta, compuesta de tropas de allí y de un batallón de milicia de Tarija. No fue Balcarce; fue Güemes quien encabezó ese combate. Balcarce con la vanguardia del ejército de Buenos Aires se hallaba a mucha distancia en marcha en la quebrada de Jujuy el 27 de octubre, y era imposible que se hallase en Cotagaita el mismo día. En los partes y oficios de la marcha del ejército, que deben existir en el archivo de Buenos Aires, ha de constar dónde se hallaba Balcarce y la vanguardia el 27 de octubre. Castelli a mediados del mismo octubre se hallaba todavía en Salta.
El segundo hecho es que el 10 de noviembre -fecha del oficio de Castelli- se dirigió a Cotagaita desde Tupiza la segunda división «para regresar». Este es el segundo hecho que sienta Castelli en dicho párrafo y ¿cuál fue la segunda división que el día 10 recién iba en el camino de Tupiza a Cotagaita? ¿Y cuál fue la primera división, que iba más adelante, puesto que no puede haber segunda división sin primera?
La segunda división no podía ser sino la vanguardia que mandaba Balcarce y la primera, más adelantada, forzosamente era la Salta y Tarija que mandaba Güemes, y que obtuvo con éste a la cabeza la inmortal victoria de Suipacha. Estas eran las dos divisiones de que hace mención aunque no las nombra.
13. En este párrafo asegura Castelli que el enemigo eligió situación y rompió el fuego; y en el párrafo 7 dice que a las 11 de la mañana se presentó delante de nuestro cuartel general y tomó unas alturas sobre nuestro flanco derecho, sin que en más de una hora después hiciese movimiento ninguno; y en el párrafo siguiente añade: «Como el enemigo se conservase en inacción, dispuso el mayor general que avanzasen dos piezas de nuestra artillería».
Según se ve, lo primero es inconciliable con lo segundo; y bien, lo uno o lo otro es inexacto; o ambos como producto de la imaginación, y no de la realidad de los sucesos.
14. Al principio de este párrafo habla Castelli del «ejército que prepara el virrey Abascal y mandará Goyeneche». En esa fecha (10 de noviembre) no podía dicho virrey saber la derrota de Nieto y total destrucción del ejército que mandaba acaecida tres días antes. Las medidas que tomó el virrey fueron posteriores a esa noticia. Lo que dice Castelli es sólo por conjetura.
En seguida hace mención de los tarijeños, sálteños, tucumanos, santiagueños, y cordobeses, diciendo por toda recomendación, que teniendo jefes y oficiales de provecho, son tan buenos como los de la capital. Que hablase de los tarijeños y salteños, que al fin eran los que habían obtenido la victoria, nada tiene de extraño; pero traer a la colada a los demás que no habían concurrido en cuerpo, sino lo sumo quizá uno que otro particular, no sé qué objeto se propusiese.
Por las precedentes notas y observaciones, se viene en conocimiento de que Castelli no sólo no presenció la batalla que describe, sino también que no procuró averiguar los hechos como eran en realidad, ni se cuidó de reconocer la topografía de los sitios en que figuraba la acción, ni de conciliar y concordar las fechas, ni de evitar las implicancias e incoherencias en que incurre. Se descubre asimismo que todo su propósito es hacer aparecer que la vanguardia de las fuerzas de Buenos Aires con su jefe Balcarce, fue quien dio la batalla, sin advertir que él mismo dice (notas y párrafos) que a las doce de la noche del día 6, víspera de la acción, recién llegaron las municiones y tropas que él mismo hizo adelantar de la vanguardia; quedando por consiguiente ésta atrás.
Si esa noche o al amanecer del día 7 recién pudieron llegar las municiones, adelantadas, a marchas forzadas, ¿cómo podía arribar allí la vanguardia al mismo tiempo? Si el día 8 estaba el mismo Castelli todavía en Yaví y la vanguardia en La Quiaca (punto paralelo a Yaví), ¿cómo podía esa misma vanguardia hallarse allí y dar la acción el día 7, es decir, el día anterior, en Suipacha, cuando todavía no había llegado y se hallaba a distancia de 16 leguas?
De igual modo silencia y omite mencionar a las tropas de Salta y Tarija, como si no existiesen; y sin embargo los muertos y heridos son de Salta y de Tarija. ¿Cómo pudieron ser de Salta y Tarija los que resultaron muertos y heridos habiendo sido los que pelearon sólo de Buenos Aires?
Todas estas inexactitudes e implicancias manifiestan que Castelli figuró por sólo su imaginación el detalle que hace. La verdad debe descubrirse con las notas y partes que naturalmente dieron los jefes de las marchas que hacían y de los lugares a donde sucesivamente iban llegando.
Yo no he presenciado los más de los sucesos; pero he procurado siempre averiguarlos bien y lo que digo es lo que he tenido por cierto. Sin embargo, repito que de las notas, oficios y partes, que originales deben existir en el archivo, debe sacarse en limpio la verdad de todo, a menos que adolezcan de igual inexactitud que la del oficio de Castelli.
Buenos Aires, diciembre 19 de 1871.
[Transcrito de: Miguel Otero, Memorias, De Güemes a Rosas, estudios preliminares del Dr. José Armando Seco Villalba y Miguel Solá, Buenos Aires, 1946, págs. 15-31.]