Fragmento del nuevo libro “Voces Fugitivas” de Heberto Arduz R.
Cuaderno de viaje Paseo Singular
París, estallas en mi alma por el reencuentro.



París, estallas en mi alma por el reencuentro. La ansiedad de haber mantenido oculta por verte y sentirte tanto tiempo de pandemia que afectó a nuestro planeta, creó incertidumbre y por fin, en el año 2021 se descorrió temporalmente el velo invisible e hizo factible volver a tus predios queridos donde se respira cultura, paz y libertad a raudales. Esta secuencia me llena de emoción y reverente te saludo.
En la lejanía observo la torre Eiffel desde varios lugares, inigualable emblema que atrae la atención de propios, así como de extraños provenientes de todos los confines del mundo. Pasear por las calles parisinas es grata experiencia y ni qué se diga recorrer lugares que hablan de épocas pretéritas, prietas de historia que exhalan sus monumentos. Y en la señalética debajo del nombre se da una referencia precisa, si se trata de un expresidente, escritor de nota, benefactor o destacado ciudadano.
Fui a conocer la Biblioteca Nacional de Francia, denominada Francois Mitterrand; en su estructura constituye un rectángulo de edificios concebidos arquitectónicamente bajo la forma de un libro abierto en sus cuatro esquinas. Transmite devoción por los impresos que hoy, en millares de ejemplares, quedan guardados en su interior a título de óptima herencia para las nuevas generaciones.
Inmueble diseñado y levantado por Dominique Perrault en el año 1995 en pleno centro parisino, con una altura de ochenta metros, tendido en una vasta explanada, representa una arquitectura pública monumental. Al lado de oficinas del personal, galerías, una librería en la planta baja y numerosas salas de conferencias de diversas dimensiones, dispone –admírate lector— de cuatrocientos kilómetros de estantería; motivo por el que se asegura que es el mayor depósito de libros de la República de Francia y uno de los mayores del mundo.
La noche está brillante, tiene aires de fervor y fragancia de un pasado secular. Ciudad mágica, de encanto pleno y ensueño sin final que dibuja el paisaje y los rostros de la gente que veo pasar, ensimismada y segura.
Bajo el cielo de París no he podido contar las estrellas porque empezó el otoño y el techo de la ciudad se puso gris, oscuro, temeroso. A cambio de ello, vi la espléndida fachada de sus construcciones que encierran historias aún vivientes en sus muros invencibles que sacuden y estremecen el espíritu curioso del viajero. Quise asomarme a una terraza y extender la mirada hacia el horizonte, ¡qué eco de voces, no audibles pero presentidas, testimonian la existencia de sus habitantes!
El río Sena tan vívidamente descrito por Víctor Hugo, escritor que confluye con el admirable caudal de las palabras a la mar de la perfección literaria, atraviesa la ciudad mediante una serie de puentes, brindándole una bellísima estampa y vitalidad a toda la región. Visité el enorme departamento que en vida rentó el autor de Los miserables, a cambio de 1.500 pesos franceses por año y pagaderos en cuatro meses; marcando diferencia con el de Balzac, pequeño y austero, donde en su pequeña mesa de trabajo, provista de un crucifijo, queda el último papel manuscrito que escribiera y que presenta varias correcciones por él efectuadas.
A pesar de la antigüedad de París, resulta sorprendente la planificación del trazado de sus calles, plazas y parques, siempre acompañadas por espacios verdes y aceras amplias y vistosas. Nada suena a improvisación y el tráfico muy ordenado con buena señalización.
Miscelánea
En los anaqueles de libros ubicados en arterias públicas, de acción municipal e iniciativa privada, que existen en diversas zonas de la ciudad y al alcance de todos, tuve la suerte de encontrar un libro en idioma español, titulado Cuba libre, vivir y escribir en La Habana de la autoría de Yoani Sánchez; en cuyas páginas describe la azarosa situación en que viven los pobladores de la isla en más de sesenta años. Ella fue la que con valentía dijo: “La crisis entró en nuestras vidas para no irse”, o “Esto se jodió”.
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En las dependencias del Museo d’ Orsay, que por primera vez visité, los cuadros de las colecciones pictóricas que más me gustaron fueron de la corriente impresionista, presididos por Vincent van Gogh y Claude Monet; obras que son verdaderos regalos para los sentidos.
En cuanto a esculturas, bellas y ponderables en su concepción y acabado, transmiten estados anímicos, acciones y reacciones humanas que conmueven. Este museo constituye un palacio del arte en todo su esplendor. La imponente escultura dedicada a Balzac, a cargo de Auguste Rodin, espectacular, rompe esquemas.
Ante esas genialidades del arte el ánimo se fortalece y expande en tributo de admiración a los creadores. Loados sean por siempre, allá a lo lejos en algún lugar de la eternidad.
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La dueña del garzonier que rentó mi yerno a fin de que mi persona pasara la vacación, colindante con el departamento que habita junto a mi hija y nieta, era tan alta, tan alta, que apenas entraba por la puerta de acceso a la vivienda. Qué medidas de cadera y senos tendría? Sólo la vi una vez, pero me impresionó su gran apostura y se la calificaría, en visión de conjunto, de bien proporcionada físicamente. Desearía verla otra vez. Una incógnita elevada a la décima potencia, solía decir un tiempo en el que no entendía nada de nada, la adolescencia y las matemáticas, mates de verdad; siempre pasaba raspando en mis calificaciones, al igual que la enorme propietaria agachándose bajo la puerta. Ni más ni menos.
Por tal razón, durante el par de meses que permanecí en París traté a mi hija, esposo y nieta, de “vecinos”. Política de buena vecindad, entre otras cosas me dediqué a llevar y recoger a mi preciosa Lunita al Colegio –no por obligación, sino por cariño infinito-- para luego ir a pasear todos en metro o bus.
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En la Isla de la Cité se encuentra ubicado el Palacio del mismo nombre, sede y residencia del poder de los reyes de Francia desde el siglo X hasta el XIV, alberga la Conciergerie y la Sainte-Chapelle, colindantes con las instalaciones del Palacio de Justicia en su nueva sede, conservadas mediante fuerte resguardo. Ahí está la celda donde permaneció prisionera María Antonieta antes de ser llevada a la guillotina el 16 de octubre de 1793 en la Plaza de la Revolución, actualmente denominada Plaza de la Concordia. Su esposo Luis XVI fue guillotinado en enero del mismo año.
Mucho antes, el rey Luis IX mandó construir la Sainte-Chapelle entre los años 1242 y 1248 a fin de conservar las reliquias de la pasión de Cristo. Se asegura que en 1239 se adquirió la Corona de Espinas por una suma considerablemente mayor al monto que demandó la propia construcción de tan precioso edificio, cuajado de vitrales y considerado una invaluable joya del gótico rayonnant. Visita obligada para el turista, que quedará pasmado de admiración, al igual que frente a numerosas edificaciones monumentales por doquier.
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Sorprendente Ciudad Luz, bendita seas por siempre. En el proverbial Barrio Latino vi el magnífico edificio de la Sorbona, templo de sabiduría y del conocimiento bañado de noble prosapia. Muy cerca se ubica el Panteón, lugar en el que Francia reverencia a sus muertos, que en vida supieron honrar a la patria que los forjó en sus aspiraciones y ellos, empapados de sudor, fe y dedicación, correspondieron a cambio de nobleza y coraje. Hoy descansan en paz las grandes celebridades que dio esta nación en diferentes épocas.
En la misma zona el templo Santa Genoveva, patrona de la ciudad de París, admirable en su estructura y acabado, en su interior guarda los restos de Blas Pascal; inmortalizado por su obra que gira sobre la condición humana y, principalmente, sus siempre actuales Pensamientos.
Ensueño Femenino
Quiero aspirar el aire de París y descubrir algo de sus mil y uno imanes turísticos, basados en mitad del camino entre historia y cultura. La consigna diaria está marcada de común acuerdo con mi hija Cecilia y su esposo Yannick, de nacionalidad francesa, mis anfitriones, junto a mi amada e inseparable nieta Lunita, a fin de configurar la agenda de visitas a la ciudad; para lo cual es preciso tomar el metro y luego caminar y caminar, sentarnos a tomar un cafecito, o una cerveza, en los coquetos restaurantes a la orilla de las avenidas y calles; programando de forma antelada por internet el ingreso a museos, residencias de célebres escritores del pasado y centros culturales. El tiempo transcurre rápido en estos lugares en los que el arte se advierte a cada instante, en cada paso que se da.
En las notas anteriores pretendí sintetizar algunos apuntes del viaje realizado. Por lo demás, la buena mesa y la extensa variedad de vinos franceses y, por supuesto, de otras nacionalidades, resulta destacable. Los restaurantes de comida italiana, japonesa, china, tailandesa, hindú, francesa, española, peruana, mejicana, marroquí, vietnamita (vegetariana) y otras abundan en las diferentes zonas. Se estima que estadísticamente existen más de veinte mil empresas del ramo.
En familia denominé a una plaza de las Flores, en razón de existir una tienda de expendio de estas bellas expresiones de la naturaleza, por la que transitan muchachas de excelente estampa, debido a que muy cerca se encuentra una salida del metro y, además, se tiene un artefacto para aumentar aire a las llantas de los ciclistas, haciendo concurrido el espacio abierto.
Veo mujeres en París y me agrada su pausado caminar; unas veleidosas y otras tranquilas, cada una provista de atractivo, dentro de la diversidad procedente de todas partes del mundo, hecho que igual se observa en otras capitales de alto flujo turístico. Una francesita que estuvo sentada en el parque, radiante como el sol de otoño, mientras sus pequeños hijos retozaban ensayó no sé qué figura con sus largas piernas cruzadas en extraña y sensual pose, capaz de hacer bailar en alegre ronda a las hormonas masculinas. Otra dama, morena, monta su bicicleta y al hacerlo exhibe el muslo ¡qué belleza! y uno de los senos colma la blusa y sale juguetonamente, en actitud de dar de lactar; se diría que se expandió en el aire, pues el pecho conforme asoma a la libertad se ufana y respira aire puro, sin barbijo, digo sin sostén. De manera similar aquella dulce rubia embarazada, barriga llena y corazón contento, luce contorneadas piernas en vestuario holgado y colorido; ilusa picarona, ¡qué va si eres territorio ocupado! En suma, damas de toda edad alegran el paisaje que dispersa luz y alegría vital.
Feliz mortal, apasionado y soñador, escruta la realidad momentánea en la que no puede estar ausente el eterno femenino y olvida el pasado, porque en su ser habita la nueva quimera en búsqueda de emociones y felicidad volátil. El amor que nunca muere es el que jamás existió. Sólo brotes de ternura que nunca llegó a germinar. La vida es un vals y es preciso saberlo bailar, cosa que no aprendí de joven ni cargado ya de años. C`est la vie.
Ya no estoy de pasajero en el metro de París. Retorné a Bolivia, pero en mis sueños continúo caminando las calles de la capital francesa. El impacto fue grande, no obstante que conocía la ciudad; seguramente se precisa mayor tiempo que un par de meses para adentrarse en el espíritu de su cultura.